18 de Diciembre de 2020

Hacia una arquitectura consciente

Con el deseo de trasladar su propio enfoque de la arquitectura a los proyectos que trabajaban, Gabriela Guevara y María José Barbosa se unieron para constituir su propia empresa, Gramma Arquitectura. Ambas estudiaron en la Universidad de Lima, obtuvieron la calificación de sobresaliente cum laude con el proyecto de fin de carrera que desarrollaron juntas. Han pasado por diferentes experiencias laborales y ahora sienten que es momento de crecer con un proyecto propio.

¿Cómo les va en su empresa de arquitectura?

Gabriela: Nos va muy bien, ya llevamos más de un año trabajando juntas. Formamos la empresa en cuanto terminamos la carrera. Realizábamos algunos proyectos mientras trabajábamos en diferentes estudios e inmobiliarias, e íbamos ganando experiencia. Con el pasar del tiempo, fuimos atendiendo proyectos más grandes, hasta que tomamos la decisión de dedicarnos al cien por ciento a Gramma.

María José: Nuestros primeros clientes fueron personas de nuestra red de contactos. Ahora nuestra idea no es solo conseguir más clientes, sino también fidelizarlos.

¿Qué tipos de trabajos han realizado hasta el momento?

María José: Ahora nos estamos enfocando en arquitectura, pero hemos trabajado propuestas de diferentes escalas, remodelaciones, restauraciones, comercio, urbanismo, diseño utilitario, etcétera; siempre con la idea de mejorar los espacios intervenidos, dotarlos de propósito e identidad, porque encontramos muchísimo valor histórico y cultural en el territorio que habitamos, en la costa, sierra y selva y en todas las maravillosas ciudades que nos rodean. Tratamos de que nuestros clientes también lo vean así y de producir en ellos ese sentido de pertenencia. Tenemos la idea de crear una mejor ciudad, donde podamos salir con nuestras familias a caminar, por lugares saludables, seguros, estéticos, funcionales y respetuosos con el medio ambiente.

¿Podrían detallar algún trabajo que hayan realizado?

Gabriela: Por ejemplo, hemos realizado remodelaciones de departamentos que luego se han puesto en alquiler bajo el sistema de Airbnb, así como otros departamentos en diferentes distritos, que van a ser habitados por los mismos clientes. Hemos tenido un par de oportunidades de proyectar casas de playa y proyectos de carácter cultural y educacional. En la parte comercial, estamos viendo nuevos formatos pospandemia.

¿De qué tratan esos formatos?

Gabriela: En este caso, es un formato que recién está desarrollándose en nuestro contexto: las cocinas ocultas o dark kitchens. Son espacios comerciales en los que se alquilan cocinas para preparar los alimentos y enviarlos por delivery. Para este proyecto buscamos recuperar lugares en desuso y devolverle a la ciudad espacios que generen valor urbano.

¿Qué dificultades han enfrentado desde que han creado su empresa?

Gabriela: Al principio, una de las principales dificultades fue tratar de entender el funcionamiento administrativo de una empresa. Si bien nosotras no vamos a ejecutar esos procesos administrativos, es importante involucrarnos. En la Universidad adquirimos una base bastante buena sobre la gestión de una empresa, y ahora hemos seguido aprendiendo temas tributarios y contables. Manejamos un lenguaje, aunque aún primario, que nos ayuda a entender los diferentes documentos que se presentan o se analizan.

¿Cuál es la experiencia laboral que han tenido individualmente?

María José: Cuando estaba en quinto ciclo de la carrera trabajé en Romero Arquitectos, y después en J-Gaviria Arquitectos. Son oficinas donde aprendí muchísimo sobre diseño y arquitectura de hoteles, vivienda y urbanismo, que es una de las cosas que más me gusta. También tuve la oportunidad de trabajar en la Oficina de Proyectos y Eventos Académicos de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, en el Taller de Modelación y en el Instituto de Investigación Científica de la Universidad (IDIC). Ahí pude estrechar vínculos con mis profesores. Estas experiencias me encantaron, por eso me costó bastante cambiarme de trabajo. Pero quería aprender de otras ramas de la arquitectura, por eso tomé la decisión de aceptar una oportunidad laboral en la inmobiliaria Illusione. Aprendí mucho ahí.

Gabriela: Yo también empecé mis prácticas cuando estaba en quinto ciclo. Me inicié trabajando con mis profesores en el IDIC. Hicimos una investigación muy bonita sobre arquitectura moderna, el Catálogo Arquitectura Movimiento Moderno Perú. Después practiqué en el estudio del profesor y arquitecto Daniel Yep, Fancy Studio Lima, donde aprendí enormemente. Nuestros profesores siempre se preocupan porque aprendamos y apliquemos nuestros conocimientos. Después estuve en J-Gaviria Arquitectos, junto con María José; desarrollábamos proyectos de hoteles y de servicios de salud de mediana a gran escala. Me gustó la metodología de trabajo de José Gaviria. Después trabajé en Metrópolis, que es una oficina grande de arquitectura; me ocupaba de proyectos de diferente índole, como viviendas multifamiliares, hoteles, centros comerciales y oficinas. No veíamos al cien por ciento la obra, llevábamos a cabo la supervisión parcial del arquitecto proyectista, porque nosotros principalmente diseñábamos.

¿Cómo decidieron emprender juntas?

María José: Después de realizar el proyecto de fin de carrera juntas y de haber trabajado en una misma oficina, nos dimos cuenta de que compartimos muchas ideas sobre arquitectura, de que trabajamos bien juntas y nos complementamos, cada una con sus fortalezas. Estábamos convencidas de que, fieles a nuestra perspectiva arquitectónica honesta, consciente y humana, podíamos entregar un valor agregado y diferencial a los proyectos de estos potenciales clientes. Nos ha ido muy bien y, sin darnos cuenta, ya se pasó un año desde que creamos Gramma Arquitectura. Hemos sumado a dos personas al equipo, debido a la demanda de nuevos clientes y de aquellos que nos llaman incluso por tercera vez. Eso nos hace pensar que estamos enfocando las cosas de la manera correcta.

¿Quiénes son las personas que las están apoyando?

María José: Trabajamos con la asistencia de Gianella Ballesteros, que estudia Arquitectura en la Universidad de Lima, y de Lucía Hurtado, que es egresada Ulima. Ellas nos ayudan mucho y tratamos de involucrarlas en todos los procesos de diseño, desde la concepción inicial, la relación con los clientes, los proveedores, hasta el seguimiento de obra y la posventa. También les trasladamos los conceptos que hemos aprendido sobre rescatar la ciudad y la arquitectura en términos espaciales, tratamos de que ellas vean la arquitectura de esa forma. No es difícil, ya que hemos tenido más o menos la misma formación y los mismos profesores.

¿Cómo ha afectado su trabajo esta pandemia?

Gabriela: Nosotras decidimos juntarnos en agosto del año pasado y antes de la pandemia cerramos dos proyectos, construidos y entregados. Cuando empezó la pandemia teníamos algunos proyectos de diseño arquitectónico en desarrollo, así que pudimos trabajar de manera remota sin problemas. Luego desarrollamos una propuesta de un mueble de diseño utilitario, que ofreciera medidas de prevención para el ingreso de los lugares habitados, y lo propusimos como parte de nuestra respuesta o reflexión como diseñadoras frente a la coyuntura. Fuimos captando nuevos clientes, no solo para remodelaciones, sino también ampliaciones. Y poco a poco, con la reactivación económica de nuestro rubro, se dio lugar a importantes proyectos comerciales y de vivienda.

¿Qué valoran de haber estudiado en la Universidad de Lima?

Gabriela: Estudiar Arquitectura en la Universidad de Lima me gustó tanto por la orientación arquitectónica como por el enfoque empresarial que se da a la Carrera. Rescato todas las enseñanzas que me dieron los profesores, el haber aprendido el impacto que puede tener la arquitectura en los individuos, en nuestra ciudad y en nuestra forma de vida. Ese enfoque lo valoro mucho. Puedo decir que no solo los cursos me han ayudado, sino también las charlas y los seminarios a los que asistí.

María José: Yo agradezco bastante a los profesores de los que he tenido la oportunidad de aprender y con quienes me he podido relacionar, tanto en la Universidad como de manera profesional. Tuve la oportunidad de llevar a cabo investigaciones en la Ulima con mis profesores, de los que aprendí mucho y quienes me enseñaron la importancia de la investigación. De hecho, a mediano plazo nos gustaría empezar a vincular la empresa con la academia y este tipo de estudios científicos. Me da un gusto grande que ellos hayan pasado por mi vida y que me hayan trasladado tantos conceptos importantes sobre el impacto de la arquitectura en la ciudad, las personas y el planeta Tierra.