13 de Diciembre de 2017

Profesores Ulima hablaron sobre pseudociencias en Jueves de Psicología

Octavio Chon y Diego Llontop, docentes de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lima, expusieron el 23 de noviembre pasado en el Jueves de Psicología titulado “Pseudociencias”, en el Aula Magna A. 

Desde las apariciones fantasmales hasta el psicoanálisis de Freud, pasando por el marxismo, tienen sus seguidores y sus detractores. Pero, aunque parezcan muy disímiles, todas estas prácticas tienen algo en común: ninguna es una ciencia. Chon definió el concepto de pseudociencia, mostró algunos casos de actividades paranormales y ofreció algunas propuestas para hacer que disminuya la influencia pseudocientífica en los ámbitos sociales y académicos.

Según Chon: 

“La pseudociencia es una creencia que no llega a ser conocimiento científico porque no tiene las características que se necesitan para ser considerada una. Hay que tener cuidado con la pseudopsicología, por ejemplo, porque es dañina para el cliente, le estás dando una supuesta cura que al final puede estar agravando su situación, entonces la pseudociencia deja de ser algo teórico y pasa a ser algo ético y moral”. 

Del mismo modo, señaló las características de la pseudociencia: es irrefutable (busca tener siempre la razón, alterar el resultado a favor) y usa inapropiadamente el método científico. 

Por su parte, Diego Llontop dio a conocer los principios que debería tener cualquier discusión racional según el filósofo Karl Popper —quien criticó al psicoanálisis y al marxismo en la segunda mitad del siglo XX—, los cuales escapan a las pseudociencias: la infalibilidad (la opción de que una u otra parte no tenga la razón o incluso ambas), la discusión racional (ponderar de forma racional las razones a favor y en contra) y la aproximación a la verdad (a través de la discusión imparcial).

Llontop finalizó diciendo: 

“La infalibilidad se puede producir por dos razones: por una intención de estafar o por ignorancia, que básicamente sería un error. Lo segundo es en lo que la mayoría de nosotros caemos, incluso los filósofos y científicos que se enamoran de su propia perspectiva y niegan todo indicio que vaya en contra de ella”.