05 de Junio de 2023

Por una mayor participación femenina en el mundo tecnológico

Meike Scheuch ha tenido un rol en el lanzamiento de dos plataformas digitales de delivery. Ambas experiencias la han marcado porque tuvo que crear proyectos desde cero y luego verlos en funcionamiento. Actualmente, es business development manager en Laboratoria Perú. Le motiva mucho contribuir a que las mujeres aprendan programación y le anima apoyarlas a conseguir un puesto de trabajo.

Ella estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima, y recuerda especialmente que la carrera la preparó para resolver problemas y para idear la manera de alcanzar sus metas.

¿Podrías ofrecer una breve explicación de lo que hace Laboratoria?
Laboratoria es una organización sin fines de lucro y con impacto social, cuya misión es transformar la vida de mujeres latinoamericanas a través de una carrera en tecnología. Apoyamos la formación de mujeres que quieran desarrollarse en la industria de la tecnología y luego las apoyamos para colocarlas en diferentes empresas. Buscamos alianzas con diferentes organizaciones para lograr la empleabilidad. Mi principal función es buscar estas alianzas. Me encargo de alimentar las relaciones que ya existen con empresas y llevo a cabo una prospección de nuevas compañías que quieran unirse a nosotros y asumir el mismo objetivo.

¿Qué te parece tu puesto de trabajo actual? 
Estoy muy contenta. Me gusta mucho relacionarme con diferentes empresas de distintos perfiles. Muchas veces nuestro principal contacto son las áreas de recursos humanos, pero también nos relacionamos con perfiles más técnicos, ya que necesitamos entender a detalle la necesidad de cada unidad de negocio dentro de las empresas. Eso me parece interesante. Me gusta el contacto con la gente, investigar y entender cómo se mueve la industria y los retos que se presentan en nuestro entorno. Laboratoria tiene presente que debemos entender el mercado para ofrecer distintas soluciones. Además, me genera satisfacción trabajar en un lugar donde, además de poner en práctica mis conocimientos, se persigue un fin noble. Es muy bonito trabajar en una organización que tiene un impacto real en mujeres que no pudieron desarrollarse académicamente por diferentes situaciones o motivos, pero que luego crecen y consiguen nuevas oportunidades. Por otro lado, no somos muchos en el equipo, pero este ha crecido recientemente. Es un equipo regional, lo que me parece interesante, porque aprendemos de diferentes culturas.

¿Cómo seleccionan a las mujeres que apoyan?
Nos fijamos mucho en la motivación y el potencial de cada una. Deben tener claro por qué quieren ser parte del programa. Muchas chicas desean participar y, de hecho, postulan, pero no todas pueden ser parte del programa. Se pasa por un proceso riguroso de selección. Lamentablemente, no podemos ampliar la convocatoria, porque la educación personalizada se perdería un poco. Trabajamos con grupos pequeños.

¿Qué trabajos has tenido antes?
Siempre he estado en la industria de la tecnología. Mi carrera profesional comenzó en Rappi. Ahí estuve dos años. Luego, trabajé en la parte digital de Scotiabank, que es Digital Factory, viendo el portafolio de canales digitales. Después estuve en Didi. Fui parte del equipo de lanzamiento de esta plataforma en nuestro país. Yo me ocupaba de temas de operaciones y estrategia. Desde hace poco más de tres meses estoy acá. 

Has participado en dos lanzamientos. ¿Qué ha representado esto para ti?
Ha representado retos diferentes. Yo fui una de las primeras contratadas en Rappi Perú, en el año 2019. El equipo era muy pequeño, nadie conocía la plataforma. Entré como practicante y tuve la oportunidad de crecer rápidamente en la compañía. Me encantó mi rol comercial. Fui key account manager. Manejaba las relaciones con diferentes marcas de consumo masivo, a fin de buscar exposición dentro de la plataforma a través de una inversión de parte de ellos. Fue muy similar a lo que viví en Didi, solo que ahí no estuve en la parte comercial, sino en operaciones y estrategia. Básicamente, se trataba de manejar un equipo, ver procesos, productividades y eficiencias, y optimizar dinero y tiempo para cumplir los objetivos. El sentimiento de construir algo en conjunto, algo que no existe, y de pronto verlo en marcha, es muy reconfortante. En Didi había que construir todo desde cero. Me encantó. 

¿Y cómo fue tu experiencia en el banco?
Me gustó también. El banco es una industria totalmente diferente, no era una plataforma de delivery, de conexión con usuarios, sino una industria más amplia. El volumen de los clientes digitales es muy grande. Aprendí de diferentes industrias, a relacionar lo que pasa en el mundo retail con lo que ocurre con el usuario digital, que no tiene las mismas características, obviamente. El usuario que va a una agencia es más tradicional que quien usa una plataforma. Entonces había que encontrar similitudes para tener más clientes digitales. Mi rol fue comercial, pero mis clientes dentro del banco eran de diferentes áreas y trabajábamos ciertas acciones para alcanzar los objetivos de negocio. Me han gustado mucho mis experiencias de trabajo. He hecho cosas diferentes, pero en mundos similares. Y ahora estoy feliz acá, con nuevos objetivos.

¿Cómo ves al consumidor digital peruano? ¿Qué le falta desarrollar?
Creo que la pandemia marcó un antes y un después. No solo en el Perú, sino en el mundo en general. Hablar de tecnología hoy en día es mucho más amigable para las personas. Me parece que en el Perú lo más difícil es la accesibilidad a la tecnología. Puede que haya más celulares que personas en el país, pero las posibilidades de usarlos no son muy diferentes que antes. Si nos comparamos con otros países de Latinoamérica, como Brasil, Colombia o México, estamos bastante atrás, pero eso no quiere decir que no hayamos avanzado mucho en el tiempo. Hemos avanzando. 

¿Qué te gustó más de la Universidad de Lima?
Creo que lo más importante que aprendí en la Ulima es a resolver y solucionar problemas. Nos prepararon para buscar la forma de llegar a un objetivo. Tuve diferentes cursos, unos más técnicos también, como cálculo, física o química. Sin duda, esta es una carrera difícil. Hay que estudiar y esforzarse, pero con determinación y disciplina todo se logra. La Universidad de Lima me gustó mucho. Mi papá también es ingeniero industrial y era profesor en la Ulima. Incluso les enseñó a amigos míos y en ocasiones nos encontrábamos en el campus. Yo siempre he sido deportista. Representaba a mi colegio en lanzamiento de bala, incluso he representado al país. En algún momento pensé que representaría a la Universidad, pero una vez que llegué, me concentré en mis estudios. Hasta ahora practico deporte, pero no de manera competitiva. Reconozco que el deporte me dio mucha disciplina y capacidad de organización.