16 de Octubre de 2020

“Construían en los jardines, a escala real”

Vanessa Zadel llegó a la Universidad de Lima hace diez años, como jefa de práctica de la Carrera de Arquitectura. Sus alumnos pertenecían a la primera promoción. Hoy, la docente y secretaria académica recuerda los inicios de esta carrera, las expectativas que tenían los estudiantes y ese ambiente tan familiar que no se ha perdido en el tiempo.

¿Cómo recuerda la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima en sus inicios?
Yo me incorporé a la Ulima cuando la primera promoción de Arquitectura pasaba al segundo ciclo. Yo enseñaba Proyecto de Arquitectura, que es un curso de diseño. En ese tiempo, los estudiantes de Arquitectura se hicieron notar en la Universidad a través de sus trabajos. Les pedíamos que construyeran cosas a escala real, así que en determinada época invadían los jardines que están entre los pabellones G y R con sus construcciones, a veces de platos descartables o de cajas de leche. Una vez hicieron una construcción donde cabían tres personas: eran espacios muy grandes que realmente llamaban la atención. Quienes pasaban por ahí se detenían a mirar.

No pasaban desapercibidos como estudiantes de una nueva carrera.
No, claro que no. Todos tomaron conciencia rápidamente de que había una carrera nueva en la Universidad. Recuerdo que para hacer la construcción con las cajas de leche los chicos recorrieron los diferentes locales de una cadena de cafeterías para recoger estos envases, luego los lavaron en sus casas y los trajeron a la Universidad. Para la construcción colaboraron sus amigos inclusive, porque era algo grande. Después de la entrega, los estudiantes del Centro de Estudios Ambientales (CEA) estaban más que listos para recoger esas construcciones y reciclar todo. En otra oportunidad les mandamos a diseñar una máquina que pudiera andar sobre el agua. Queríamos que aprendieran cómo funcionan las cosas, que pensaran según la lógica de funcionamiento de las cosas, no solo en diseño. Así que la hicieron y luego la probamos en la pileta larga que tiene varios niveles. Fue muy curioso porque, hasta entonces, nadie podía imaginar que algo entrara en esa pileta, que era de contemplación. Han sido años muy simpáticos, de verdad.

¿Qué sentimientos y expectativas tenían los primeros estudiantes?
Entraron con muchas ganas de aprender, y eso era evidente. Tenían la seguridad de que todo estaría muy bien organizado, por el prestigio que tiene la Universidad de Lima. De hecho, empezamos un proyecto que estaba muy bien pensado y que se ha reforzado a cada paso. La Universidad está atenta a la realización de mejoras y de hacer los aportes necesarios para estar a la vanguardia, tanto en infraestructura como en equipamiento.

¿Recuerda algún lugar emblemático para los alumnos?
Sí, el Taller de Modelación, por ejemplo. Se creó pensando en la necesidad de los primeros estudiantes que llegaban a la Carrera, quienes requerían la orientación de los mayores sobre cómo hacer sus trabajos; sin embargo, con el pasar del tiempo, este taller se convirtió en un espacio de encuentro para alumnos de diferentes ciclos de la Carrera. Si alguien se olvida de llevar una cuchilla, puede ir al Taller de Modelación para que le presten una, o simplemente para avanzar sus maquetas. Ahí se encuentran los estudiantes de diferentes ciclos; es un ambiente colaborativo, muy bonito.

¿Cómo ve la relación entre profesores y alumnos a lo largo de estos 10 años?
Siempre ha sido horizontal y muy directa, en un marco de respeto. El estudiante siempre se ha sentido libre de preguntar a los docentes cualquier tema del curso o cosas ajenas a la Carrera. Eso es bueno porque genera un espíritu de grupo. Si bien conocíamos los nombres de cada alumno de las primeras promociones porque eran pocos, luego fuimos creciendo y, si hoy no sabemos los nombres de todos, a todos ellos sí los reconocemos por sus rostros. Es un ambiente muy familiar. Los alumnos me buscan en la oficina o en la sala de profesores, aunque yo no les enseñe. El espíritu con que nació la Carrera de Arquitectura se mantiene hasta el día de hoy.

¿Qué significa para usted ser parte de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima?
Para mí es muy satisfactorio porque en la Universidad de Lima me he formado como docente. Empecé como jefa de práctica y, en estos diez años, he pasado por distintos niveles. Siempre he enseñado en el Área de Diseño. Además, fui coordinadora académica, y ahora soy secretaria académica de la Carrera de Arquitectura. En todo momento he encontrado apoyo para seguir creciendo como docente. Permanentemente nos dan cursos de capacitación, que son muy importantes para actualizarnos y fortalecernos. Por otra parte, desde que llegué a la Universidad, me llamó mucho la atención el trato horizontal con todos, no solo con los alumnos. Eso es algo que me encanta. Cuando fui convocada por el director de la Carrera, Enrique Bonilla, pasé también por una entrevista con el decano de la Facultad, en ese entonces, el ingeniero Jaime León. Yo estaba muy nerviosa porque nunca había conversado con un decano, pero la conversación fue muy simpática. Él estaba muy interesado en conocer realmente a su equipo, y eso fue muy especial para mí. Desde el primer momento me sentí muy bien acogida por la Universidad.