05 de Agosto de 2020

Una abogada en la línea ambiental

Ambientalista, abogada, esposa, mamá. Silvana Baldovino considera que los roles que desempeña en esta vida se han entrelazado para siempre… y eso le encanta. Combinan bien con su papel como directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA). A Silvana su empleo le ha permitido viajar a lugares increíbles y conocer personas que han cambiado la visión que tenía del mundo. Ella estudió Derecho en la Universidad de Lima y no se imagina ejercer su profesión fuera del campo ambientalista.

¿Desde cuándo trabajas en la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental?
Estoy aquí desde hace quince años. Antes trabajé en el Ministerio de Agricultura, me ocupaba del tema de derechos de comunidades nativas. Estuve trabajando para GSM y luego entré a un estudio de abogados, donde me dediqué a temas corporativos. Pero entonces me di cuenta de que lo corporativo ya no era lo mío. De pronto, conocí a una persona de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental que me invitó a formar parte del equipo, porque yo manejaba los temas de tierras y ellos tenían una iniciativa vinculada a conservación en tierras privadas, entonces entré a trabajar ahí. Luego me invitaron a ser directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas, relacionado con áreas naturales, cargo que hoy mantengo. Trabajar aquí me hace sentir muy bien, porque puedo ejercer el derecho de una forma bastante positiva para el país y para el planeta. Soy una ambientalista convencida.

¿Qué trabajos o qué posiciones has defendido que te hacen sentir orgullosa?
Hemos llevado a cabo muchas intervenciones. Ahora, por ejemplo, estamos apostando por la ratificación del Acuerdo de Escazú. Intervenimos también en otros temas nacionales y hemos ayudado a establecer áreas naturales protegidas.

¿Qué retos profesionales se te presentan día a día?
Trabajar en temas de patrimonio natural es un reto en sí mismo, porque nuestro país tiene una visión básicamente extractiva y prioriza determinadas actividades sobre el patrimonio natural. Ello no obstante que el Perú es uno de los países de mayor biodiversidad y está dotado de una gran riqueza cultural. Otro reto que asumo día a día es tratar de que el componente legal siempre incorpore la interculturalidad y que se respeten los derechos indígenas, porque los pueblos nativos son actores clave para la conservación y preservación del patrimonio del Perú. Considero que la compatibilización de actividades es un desafío diario, pues es necesario realizar actividades extractivas, pero siempre protegiendo el entorno. Es algo muy complejo e implica un cambio de mentalidad para muchas personas. La SPDA tiene más de treinta años y, a lo largo de este tiempo, podemos ver que cada vez los retos son más fuertes. Felizmente, cada vez son más quienes se interesan en temas ambientales.

¿Qué podrías comentar acerca de tus retos personales?
Bueno, ahora mismo mi mayor reto es compatibilizar mi labor como abogada, mamá, esposa y todo en el mismo lugar. Antes los roles estaban diferenciados por espacios, pero ahora las cosas han cambiado y lo hacemos todo en el mismo sitio. Por otro lado, trato de ser coherente con una línea de vida y que mis hijas entiendan los retos y las responsabilidades que tienen en el mundo, pues deben cuidar y proteger su entorno. Asimismo, en la SPDA trabajamos mucho sobre el empoderamiento en las mujeres, es una línea transversal en todos los temas que vemos. Todos los temas que abordo en mi trabajo se trasladan a mi vida diaria.

¿Dirías que volverte ambientalista cambió tu modo de pensar?
Por supuesto, ahora tengo otra forma de ver el mundo. Yo nunca pensé que iba a ser una abogada especializada en medio ambiente, siempre creí que terminaría trabajando en un banco o en un espacio corporativo. Pero el tema ambiental llegó a mí y, en este momento, ya no me imagino trabajando en algo diferente. No imagino cómo sería perder el vínculo con una reserva natural como Tambopata o Pacaya Samiria. Adoro viajar a las regiones y tengo como una de mis políticas de trabajo llevar a mis hijas en algunos viajes que hago para ofrecer charlas o capacitaciones técnicas. Mi hija mayor tiene doce años y viaja conmigo desde los cuatro años por lo menos una vez al año al interior del país y una vez al año al extranjero, para que vea cómo se mueven los temas a nivel internacional también.

¿Qué reservas o lugares has conocido que te hayan impactado especialmente?
Tengo la suerte de conocer muchas de las áreas naturales protegidas del Perú. Viajo también al extranjero por temas de pueblos indígenas y de derecho de pueblos. Este año para mí es totalmente atípico, porque no estoy viajando y no salgo de mi casa. Nosotros no trabajamos todo el tema ambiental desde un escritorio, sino con un conocimiento de campo, y eso es lo que tiene impacto. Por supuesto, el marco legal de mi trabajo es el derecho, pero cuando ves las cosas con tus propios ojos y conversas con la gente es cuando comprendes un problema completamente.

¿Qué temas han sido frustrantes en tu trabajo?
Para mí y para las personas con las que trabajo es durísimo ver los estragos de la minería ilegal en Tambopata. He sentido algo desgarrador al ver todo el daño y mucha frustración, porque no podía hacer nada. Yo conozco la riqueza que hay en esa reserva y sé que debo ayudar a que eso se mantenga. Me volví más activa y apasionada cuando tomé conciencia de que todas esas áreas naturales son de todos los peruanos y no quiero que las malogren o que nos las quiten. No quiero que me quiten mis valores, no quiero que se extinga mi cultura, no quiero que mis hijas se pierdan de ver absolutamente nada. La primera vez que mi hija menor viajó a Tambopata, estábamos en un barco, en el río, ella miró al cielo y me dijo: “Mamá, ¿esto es verdad o esto es una película?”. Yo le dije: “Esto es tuyo y de todos los peruanos, y tienes que protegerlo”. Me interesa que mis hijas conozcan lo que tenemos y lo valoren.

¿Cuáles son los temas más importantes en conservación que deberíamos trabajar?
Hay muchísimos temas importantes. Si bien constantemente estamos mejorando, nuestra legislación tiene diferentes líneas de trabajo: conservación y protección de biodiversidad, estándares ambientales, gestión y manejo de conflictos sociales, etcétera, y todo es muy importante. Lo ambiental debe volverse una obligación para todos, debe ser un eje transversal a todos los temas y articularse con los diferentes sectores, agrícola, minería, hidrocarburos... Tenemos una gran responsabilidad. Lo que hay en nuestro país no hay en otros lugares del mundo. Protegerlo es nuestra obligación, no solo por nosotros, sino como aporte al planeta.

¿Qué valoras de haber estudiado derecho?
El derecho me ha permitido ejercer una carrera que, a su vez, me ha ayudado a determinar quién soy y adónde quiero ir. Creo que eso es lo principal, es la herramienta más fuerte que cada día me permite mejorar. Esta no es una visión dura del derecho, es una visión social, ambiental, incluso romántica. Teniendo herramientas como el conocimiento legal, la posibilidad de generar cambios para mí es muy importante. Por eso no me imagino trabajando en otra cosa.

¿Qué recuerdas de tus épocas de estudiante en la Universidad de Lima?
Yo la pasé muy bien en la Universidad. Para mí, el tiempo pasó muy rápido ahí. Adquirí muchas herramientas, hice amigos. Recuerdo que empecé a practicar el mismo día que entré a la Facultad, lo cual me sirvió para conocer más del derecho y decidir mi rumbo profesional. Tengo recuerdos muy bonitos de la Universidad, de algunos profesores que ya no están, inclusive. Fue una época maravillosa que me permitió definir lo que iba a hacer.