01 de Abril de 2019

Vena de empresario, corazón de deportista

Desde muy chico disfrutaba retar sus habilidades físicas. De grande, le encanta hacer lo mismo. Louis Prutschi Weil estudió Administración en la Universidad de Lima y aplica todos sus conocimientos, su creatividad y su amor al deporte en el manejo de su negocio: Quarzo, un gimnasio muy original, desde su infraestructura hasta sus clases.

¿Cómo es Quarzo?
Es difícil que alguien se aburra aquí. Quarzo es un lugar donde puedes sentirte increíble todos los días: es bonito, te atienden con un ánimo excelente, y las personas entrenan, logran sus metas, se divierten y alcanzan un balance en su vida diaria, además de que obtienen más felicidad de la que ya tienen en su día a día. Les ofrecemos diez disciplinas en un mismo lugar y el funcionamiento es muy ordenado. Cada sesión tiene un máximo de cupos, los cuales se reservan mediante una aplicación. Si no encuentras espacio, el sistema te pone en lista de espera y avisa si alguien cancela. El salón de yoga tiene espacio para 10 personas, el de fitness para 16 y el de cycling para 30. No permitimos que la gente entrene apretada, pues cada persona es importante para nosotros. Nos preocupamos por formar personas, no cuerpos.

¿Podrías detallar algunos aspectos que te diferencian especialmente de otros gimnasios?
Para empezar, el espacio arquitectónico, ya que tiene una luz tenue y una ambientación industrial. Los profesores son muy buenos, capacitados dentro y fuera del país, apasionados por lo que hacen y con mente abierta para crear algo diferente en cada clase. Entre las cosas innovadoras que hacemos está el indoor cycling, que es una novedad y ha impactado en el mercado. Se trata de una fiesta en bicicleta, en la que cada profesor pone el ritmo de música que le gusta, salsa, tecno o lo que sea, y la gente baila y pedalea en su sitio, incluso por momentos trabajan brazos con mancuernas pequeñas. Es muy dinámico y divertido; las clases se llenan de gente y todos están muy motivados. Y dentro de eso seguimos innovando: hemos hecho clases de cycling con una banda que tocaba música en vivo en el techo del edificio, así que llevamos hasta ahí las bicicletas; en otra ocasión llevamos las bicicletas al sótano para un evento que fue auspiciado por Audi, así que los carros iluminaron el evento con sus luces. Tratamos de crear situaciones de fantasía para refrescar el entrenamiento. Tengo la fantasía de meter las bicis a un avión abandonado y que el couch dé su clase vestido de piloto.

Además, haces un entrenamiento muy parecido al del ballet, ¿no?
Así es. La barra es otra novedad y ha tenido muy buena acogida. No se trata de bailar ballet, pues no pretendemos que la gente aprenda a pararse de puntas ni nada por el estilo, pero sí que se beneficien del acondicionamiento físico tan riguroso del ballet, el que hacen las bailarinas previo al trabajo técnico de esta danza. Es muy fuerte en cuanto a posturas. Yo lo he llevado y puedo asegurar que es muy bueno. El fire flow, que es una fusión de yoga y fitness, también ha gustado mucho.

¿Funciona bien el sistema de reservas por la aplicación?
Sí, e incidimos mucho en la puntualidad, por respeto al instructor y a los participantes; así se evitan las distracciones para todos y las lesiones también, porque el calentamiento que se hace al inicio es muy importante y nadie se lo debe perder. Debemos llevar las cosas de manera ordenada y con disciplina. Me motiva lograr que las personas no solo se beneficien físicamente, sino que también se lleven algo más, algo bueno para la vida.

¿Qué tal te ha ido en este primer año de funcionamiento?
El gimnasio ha gustado mucho. La gente está muy contenta con nosotros. A veces se van de Lima por el fin de semana y, al volver, me dicen que extrañaron venir a entrenar. En un principio, fijamos paquetes de tres veces por semana y los tomaban, pero ahora prefieren el paquete ilimitado de clases para venir todos los días.

¿Con qué arquitecto has trabajado la ambientación?
Mi hermana Michelle es arquitecta. Con ella me llevo muy bien y juntos trabajamos el diseño, con sus conocimientos de arquitectura, su creatividad y algunas ideas locas mías. Dicho sea de paso, desde que abrió Quarzo, se ha vuelto adicta a nuestras clases: viene todos los días y le encanta.

¿Has pensado abrir otro local?
Sí, este año debemos abrir uno en Barranco o en Surco. Quiero que todos conozcan este estilo de trabajo y que se den un tiempo para sí mismos, al menos una hora al día para conectarse con su propio cuerpo y su respiración. Más adelante me gustaría llegar a otros países, como Argentina, Chile y Brasil. Ya han venido representantes de gimnasios importantes en otros países a ver cómo funciona Quarzo, porque han escuchado de nuestras clases y nuestro sistema, y les ha parecido original. Eso me llena de orgullo.

¿Tú también dictas clases?
Dicto entre 4 y 5 horas diarias. Mis clases son Athletic Training, que es un entrenamiento funcional, y Toning, donde trabajamos circuitos de fuerza.

Antes de dictar estas clases, ¿qué deporte practicabas?
En el colegio practicaba todos los deportes: básquet, fútbol, atletismo… En todos era bueno. Creo que eso lo heredé de mi papá, que tuvo oportunidad de representar al Perú en pruebas de jabalina, salto alto, salto largo, etcétera. En su colegio hay una anécdota muy divertida: una vez, lanzó la jabalina desde mitad de la cancha de fútbol, y esta sobrepasó la cancha y se quedó clavada en las tribunas. El Loco Prutschi le decían. El caso es que a los 15 años encontré las pesas oxidadas de mi papá y las tomé para entrenar. No las suelto hasta hoy. Comencé a entrenar solo y después en diferentes gimnasios, y aprendí mucho de cada uno de ellos; después me capacité formalmente. A los 18 años hice un curso de krav maga, que es un entrenamiento israelí de defensa personal; incluso viajé a Israel para capacitarme como instructor. Cuando volví al Perú me puse a dar clases de defensa personal primero a mis amigos, en el parque, y después a empresas. En paralelo, comencé a estudiar Administración en la Universidad de Lima.

¿Te fue bien con las clases de defensa personal?
Muy bien. Incluso abrí un gimnasio, junto con un socio, para dictar esas clases y combinar el entrenamiento de defensa personal con pesas y box. El gimnasio funcionó por tres años. Todos los días me levantaba a las 5 de la mañana. Yo era el marquetero, administrador, instructor; hacía de todo. Como en la carrea de Administración ves un poco de todo acerca del funcionamiento de un negocio, yo entendía de marketing, contabilidad, operaciones; pero llegó un momento en que ya me costaba levantarme temprano para ir trabajar, así que decidí abrir otro gimnasio, que es este, donde se les da a las personas un balance.

¿Qué recuerdas de tu paso por la Universidad de Lima?
Tengo recuerdos muy buenos de mi época universitaria. Nunca olvidaré a los profesores que me motivaron de muchas maneras. A veces llegaba a mi casa y no podía esperar para contarles a mis papás algo que me había dicho un profesor en clase. También los cursos electivos fueron muy interesantes: yo llevé uno de fotografía que me encantó, en el que revelábamos las fotografías en papel, en un cuarto oscuro. En general, pasé buenos momentos en la Universidad.