10 de Diciembre de 2019

Una gran obra después de un buen proyecto

Diego Harman tiene la satisfacción de ayudar a crear grandes obras de infraestructura. Es abogado por la Universidad de Lima y socio del Área Mercantil del estudio Garrigues, donde se enfoca especialmente en temas de financiamiento de grandes proyectos relacionados con energía e infraestructura. Disfruta mucho analizar todos los factores de un proyecto y evaluar posibles riesgos, no solo en materia legal. Su trabajo implica relacionarse con distintos profesionales y aprender a cada momento.

¿Cuál es tu especialidad, como abogado?
En el estudio Garrigues soy socio del Área Mercantil, veo transacciones corporativas y financiamientos de todo tipo, pero además tengo un foco específico en el financiamiento de proyectos de energía e infraestructura. Me interesó este tema desde mi primer trabajo como abogado, en un estudio en Lima, y también cuando trabajé en dos estudios de abogados en Estados Unidos. Hice una maestría en Derecho Corporativo en New York University, del 2012 al 2013, y del 2013 al 2017 trabajé en DLA Piper, Nueva York, y después en Clifford Chance, Nueva York; en ambos casos estuve en el Área de Energía e Infraestructura para Latinoamérica. Desde Estados Unidos, pude trabajar proyectos en ciudades como Río de Janeiro, San José de Costa Rica, Asunción, Bogotá, y en otras ciudades de Centro y Sudamérica, que me permitieron poner muchas cosas en perspectiva y me dieron la oportunidad de confirmar que en el Perú se trabajan proyectos muy interesantes, con un alto nivel de excelencia, tanto o más que en otros países.

Entonces viajabas mucho en esa época.
Sí, tenía reuniones de negociación en el país donde se llevaría a cabo el proyecto, también viajaba para visitar el proyecto por financiar o para asistir a conferencias y seminarios internacionales. Fue una buena experiencia. Permanecí cinco años en Nueva York y aprendí mucho de cultura organizacional en firmas globales, conocí a mucha gente, la forma de trabajo internacional, y eso me permitió enriquecerme profesional y personalmente, y también ajustar las tuercas para que en el Perú se utilicen las mismas prácticas con estándares internacionales.

Cuando estudiabas en la Universidad de Lima, ¿pensabas que te orientarías hacia esta especialidad?
No, no tenía idea, la verdad. Mientras estudiaba practiqué en el Área de Litigios Civiles, en el estudio Benites, de las Casas, Forno & Ugaz, ahora Benites, Vargas & Ugaz, y en el Área Civil de Ferrero Abogados, ahora PPU, y terminé mis prácticas en el estudio Rubio, Leguía, Normand, viendo temas civiles y corporativos. Una vez que me gradué, recién comencé a ver estos temas financieros y financiamiento de proyectos, y poco a poco fui encontrando mi camino. Ya en la maestría he podido tomar cursos especializados en energía e infraestructura, al igual que en diplomados antes de la maestría.

¿Cómo fue tu primer trabajo, ya como graduado?
Muy positivo. Trabajaba en el Área Corporativa de Rubio, Leguía, Normand, que era bastante grande y con un gran equipo humano. Fue una experiencia de primera, que me permitió alcanzar un buen nivel de experiencia antes de irme a estudiar la maestría, en el 2012. Ya de regreso al país, en el 2017, me reencontré con gran parte del equipo corporativo de Rubio, Leguía, Normand, quienes en el 2014 decidieron trasladarse a Garrigues.

¿Qué es lo que te gusta de esta especialidad del derecho?
Me gusta el hecho de ayudar a diseñar y crear obras de infraestructura y proyectos de energía grandes para el Perú y para algunos otros países en Latinoamérica, donde también tenemos oficinas. He podido asesorar a distintas entidades de gobierno, empresas privadas desarrolladoras de proyectos y entidades financiadoras. Los ayudo a diseñar y poner en marcha un activo de infraestructura o energía de un tamaño significativo, como puede ser un aeropuerto, un puerto, una línea de transmisión, un parque solar, un parque de energía eólica, autopistas, etcétera. Ese tipo de proyectos son los que ayudo a crear y poner en marcha desde el lado estructural, corporativo y financiero. A veces también me dedico a asesorar a clientes en la venta y compra de ese tipo de activos. Lo que me gusta es que no es un trabajo estrictamente legal, sino que, como se trata de proyectos grandes que van a tener un impacto significativo en la población, hay muchos riesgos no legales que debo analizar al poner en marcha un proyecto, como pueden ser los riesgos políticos, técnicos, sociales, geográficos, etcétera. Asimismo, tengo que conversar con gente de diferentes profesiones y rubros para que todos trabajemos juntos para llevar a cabo un proyecto exitoso.

Seguramente aprendes mucho en cada proyecto, porque ves temas muy diferentes.
Sí, eso es muy interesante. Aprendo sobre las implicancias técnicas de cada proyecto y voy conociendo, por ejemplo, el tecnicismo de un metro subterráneo o el motivo por el cual la pista de aterrizaje de un aeropuerto es de determinado tamaño o está en tal ubicación, o por qué los puestos de peaje se encuentran en un lugar específico de la autopista… y todo eso resulta muy interesante. Además, es satisfactorio poder ver, en la realidad, aquello que hemos ayudado a desarrollar. Puedo conducir en una autopista con la satisfacción de haber ayudado a trabajar en su financiamiento o puedo aterrizar en un aeropuerto y saber que ayudé a modernizarlo. Es una especie de premio sacar adelante un proyecto exitoso.

¿Desde cuándo estás en Garrigues?
Entré en septiembre del 2017, como asociado principal, y en octubre del 2019 se decidió ascenderme a socio del Área Mercantil de Garrigues, a nivel global. Estoy muy contento, porque esta es una de las firmas líderes en el mundo y el nivel de satisfacción laboral es muy bueno en la oficina de Lima, donde el grupo humano es de primera y la química laboral es increíble. Además, siendo una firma global, todas las oficinas del mundo están interconectadas y existe oportunidad de viajar a otras sedes y trabajar de forma conjunta, además de realizar proyectos en otros países. Por lo menos una vez al año viajamos para tener encuentros o talleres, y a veces los abogados se van a trabajar a otras oficinas de la red. Ese intercambio cultural permanente me gusta mucho.

¿Cómo te fue como estudiante en la Universidad de Lima?
En la Ulima hice muy buenos amigos, con quienes ahora estamos organizando un encuentro de exalumnos de Derecho. Tuve profesores de primer nivel, la infraestructura también era muy buena y sé que ahora incluso ha mejorado, pero en su momento era ya muy buena. Una de las razones por las cuales escogí la Universidad de Lima fue porque ofrece buenas opciones para estudiar. Si no te sientes seguro en una carrera, puedes optar por otra, que es igualmente buena. No todas las universidades en Lima ofrecen esas opciones. Además, escogí la Ulima porque mi interés apuntaba al derecho corporativo y su Facultad de Derecho es conocida por ser la mejor en esa rama. Incluso la mayoría de socios del Área Corporativa de Garrigues son graduados de la Universidad de Lima. Por otro lado, me interesan los temas académicos y en el futuro me gustaría retomar la docencia universitaria, ya que anteriormente he tenido la oportunidad de ser profesor universitario en pregrado.