26 de Febrero de 2021

Abogado Ulima publica novela sobre Cayo Hostilio Mancino

La República y el Imperio romanos son temas que siempre apasionaron a Abraham Rivas, abogado por la Universidad de Lima. Lo marcó especialmente la historia del plebeyo Cayo Hostilio Mancino, que fue muy querido por el pueblo y nombrado cónsul de Hispania; pero más tarde despreciado, desnudado y entregado al enemigo.

Luego de treinta años de ejercicio profesional, Abraham Rivas decidió escribir una novela sobre este personaje, basada en hechos históricos: Varón no vituperable. La tragedia de Cayo Hostilio Mancino (Madrid: Editorial Adarve, 2021).

¿Qué te motivó a escribir esta novela basada en hechos reales?
A mí me gusta mucho estudiar sobre historia y me interesa especialmente la época de la República y el Imperio romanos, desde que era muy chico, más o menos desde los diez años. Recuerdo, inclusive, que participé en dos concursos de conocimientos sobre historia que se emitían por televisión, en los años setenta y en los ochenta. Uno de ellos se llamaba Lo Que Vale el Saber, ahí concursé cuando tenía doce años; el otro programa era La Pregunta de los Diez Millones, participé cuando tenía dieciocho años y estudiaba en la Universidad de Lima. Y las preguntas eran sobre la historia de la República y el Imperio romanos. De manera que siempre he tenido una pasión por ese tema, he leído todo lo que he podido al respecto, y siempre tuve la idea de escribir una novela sobre esa época. Finalmente lo hice, con la editorial española Adarve.

¿Y por qué sobre Cayo Hostilio Mancino en particular?
El motivo es que, en 1985, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Lima, encontré en la Biblioteca una obra de teatro que narraba el desenlace de la novela que yo he escrito. Era sobre la guerra de Roma contra la ciudad de Numancia y el drama que vivió Mancino, algo que me conmovió profundamente. El drama de este personaje me fascinó, porque se trata de alguien que subió hasta lo más alto y luego, por sus propios errores y por la acción de sus enemigos, terminó en lo más bajo. Seguramente, si uno pone a Mancino en la lista de los mil personajes romanos más importantes, lo ubicaría en el puesto novecientos noventa, porque ha habido hombres extraordinarios que han realizado obras monumentales. Pero este personaje me interesó a mí por el drama humano. A partir de que leí la obra de teatro, recopilé las fuentes clásicas de la historia y quedó latente mi compromiso de escribir una novela. Ya cuando mis hijos se hicieron adultos, me dispuse a escribir.

¿Cuánto tiempo te tomó escribir la novela?
Me tomó dos años plasmar esta historia en tono de novela y recrear los escenarios que son tan ajenos al siglo XXI. He podido imaginar las escenas y basarme en mi conocimiento de la historia para ambientar muchas cosas. El desenlace de la novela sí es totalmente cierto. Hay muy pocas fuentes clásicas conservadas que relatan escuetamente el desenlace de esta historia, como Veleyo Patérculo, Apiano, Plutarco y el Epítome de Tito Livio, así que recurrí a esas fuentes. Además, mi novela contiene una apreciación personal, en relación a que el hombre no ha cambiado mucho en 2.500 años. Pienso que la naturaleza humana sigue siendo ambiciosa, codiciosa, rencorosa, en paralelo a otras condiciones, como la nobleza y la bondad. Puedo decir, finalmente, que ha sido un proceso muy divertido, me he entretenido muchísimo escribiendo la novela, imaginando cada paso de los personajes, como si se tratara de las escenas de una película de cine. Y ahora estoy terminando la segunda parte de la novela, porque la primera deja historias incompletas, las cuales se desarrollan en la segunda novela. Esperemos que la primera novela funcione y se pueda vender, de modo que podamos publicar la segunda.

¿Cómo fue que entraste en contacto con la editorial?
Al terminar la novela, en el 2016, la dejé reposando y en el 2018 la corregí. En el 2019 la inscribí en Indecopi y luego me tomé unos meses para hacer un resumen de tres páginas y enviarla, a través del correo electrónico, a cinco editoriales. No tenía ningún contacto, pero pensé que el texto les podía interesar. Y así fue que Editorial Adarve me escribió y me invitó a mandarles el manuscrito completo. Lo revisaron en una semana y les pareció estupendo, así que firmamos un contrato de edición. Ellos tienen una división de novela histórica, así que les queda perfecto.

Aparte del tema de la novela, ¿podrías comentar tu trayectoria profesional?
Soy abogado desde hace treinta años. Al principio de mi carrera trabajé como abogado asociado al estudio Alberto Borea Odría. Luego he ejercido mi profesión no solamente en el sector privado, sino fundamentalmente como funcionario público. He sido varias veces gerente municipal, procurador público, asesor legal en municipalidades y en ministerios. He sido regidor municipal en dos ocasiones y actualmente soy asesor en la Municipalidad de San Borja. También he enseñado cursos de derecho público a nivel universitario durante quince años y estudié la Maestría en Derecho Empresarial de la Universidad de Lima.

¿Qué satisfacciones te ha dado haber trabajado en el sector público y en el terreno municipal especialmente?
Fundamentalmente, servir a las personas. Esa ha sido siempre mi vocación, el servicio público. En segundo lugar, haber trabajado y haber salido de diferentes responsabilidades públicas sin una mácula. Las funciones públicas se ejercen en favor de los ciudadanos, eso lo tengo muy claro, pues lo aprendí en el seno de mi familia y en la Universidad de Lima. Siempre le agradeceré a la Universidad por la formación académica recibida y por la formación ética, que es indesligable de la académica en esta Casa de Estudios. La Universidad de Lima me abrió muchas puertas y pavimentó mi camino profesional.

¿Qué recuerdos tienes de tu época universitaria?
Entre otros, recuerdo con mucho cariño a mi capellán, el padre Harold Griffiths Escardó, que en paz descanse. Aparte de un amigo para todos los estudiantes, fue quien ofició la ceremonia de mi matrimonio. Por otro lado, recuerdo que con un grupo de Derecho publicábamos semanalmente un periódico mural llamado Res Non Verba (hechos no palabras). También participé en el Círculo de Derecho Constitucional. Siento una relación muy estrecha con mi Universidad, donde además de todas las vivencias tan bonitas y la buena formación recibida, mi hijo Alejandro estudió la Carrera de Comunicación.

La obra puede adquirirse en físico en El Virrey y en digital en Amazon.