Entre besos y tiros

Harry Lockhart es, en el fondo, una buena persona. Aunque se dedica a pequeños robos y se mueve por la vida con un encanto algo anticuado y un optimismo ingenuo, tiene buenas intenciones y desea actuar correctamente. Su racha de mala suerte da un giro inesperado cuando, durante un robo navideño fuera del horario en una tienda de juguetes en Nueva York, una alarma arruina sus planes. Al huir apresuradamente de la policía, Harry termina por accidente en una audición para una película de detectives en Hollywood. Sorprendentemente, el productor queda intrigado y lo envía rápidamente a Los Ángeles para hacer una prueba más formal. Una vez allí, se ve inmerso en el competitivo y engañoso ambiente de aspirantes, timadores y profesionales del cine, y se le asigna al experimentado detective privado Perry van Shrike, apodado "Gay Perry", para que lo entrene de cara a su papel.