26 de Octubre de 2018

En el trabajo y los deportes, siempre en equipo

En sus más de diez años de experiencia en consultoría de negocios, Jorge de los Ríos ha puesto en marcha diversos proyectos para mejorar los ingresos y el desempeño de grandes instituciones bancarias en Perú, Bolivia, Chile, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y México.

Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y se desempeña como director de Consultoría en Ernst & Young. Además, como buen deportista, es disciplinado en el logro de sus metas y asume su trabajo como un partido de fútbol, donde la sincronización del equipo es la clave para el logro de los objetivos.

¿Dónde has trabajado antes de Ernst & Young?
Hice mis prácticas preprofesionales en la farmacéutica Hersil, en Operaciones. Fue una experiencia muy buena, porque el área era pequeña y yo tenía varias responsabilidades. Cuando terminé la Universidad, viajé a Estados Unidos para estudiar, primero inglés y después la Maestría en Systems & Engineering Management de Texas Tech. Estando ahí, pude acceder a una beca para investigar en emprendimiento. Tuve la oportunidad de escribir un artículo sobre cómo incentivar el emprendimiento en las carreras de ingeniería. Eso era algo que en Estados Unidos, en particular en mi universidad, no se practicaba mucho. En la Universidad de Lima, en cambio, sí. Así que en el 2008 pude escribir un paper y presentarlo en la XXIX Conferencia Nacional de la Sociedad Americana para Engineering Management (ASEM) en West Point, Nueva York. Luego volví al Perú, en el 2009.

¿Qué te comentaron de la presentación?
Me dijeron que estuvo muy buena, querían que siguiera investigando y trabajando, conjuntamente con la facultad de negocios en la universidad. Ahí fue que, como parte de mi investigación, llevé los cursos de Emprendimiento que ofrecía la universidad dentro de su programa de MBA y, junto con el profesor de Emprendimiento, trabajamos para mejorar la malla curricular y apoyar a los ingenieros que quisieran emprender. Fue una gran experiencia.

¿Qué hiciste al volver al Perú?
Cuando regresé, tuve la oportunidad de viajar a Sullana para hacer una consultoría independiente, para una ONG que exportaba banano orgánico a Europa. Optimicé los procesos, encontré oportunidades tangibles de ahorros y presenté un plan de acción. Luego, a través de la bolsa de trabajo de la Universidad de Lima, conseguí un empleo en una consultora boutique, donde estuve medio año. Después pasé a una consultora regional, con la que pude trabajar en varios países.

Tu experiencia laboral es básicamente como consultor.
Sí, en consultoría he tenido la oportunidad de trabajar en distintos proyectos y rubros, como en seguros, resguardo de valores, telecomunicaciones, ferrocarriles, gestión de ventas, comercio minorista… incluso he estado en astilleros. Todos los clientes han sido muy distintos, pero el foco siempre es el mismo: resolver los problemas e idear mejoras para diseñar estrategias, optimizar ingresos o reducir costos. Ese es, para mí, el ADN de la consultoría.

¿Cuándo llegaste a Ernst & Young?
En julio del 2010. Ya llevo más de ocho años aquí.

¿Qué cualidades son necesarias para el trabajo en consultoría?
Algunos temas son muy importantes en la vida de todo ejecutivo, en general. El primero, la pasión; segundo, la determinación y, tercero, la disciplina. Aparte, puedo comentar que soy un apasionado de los deportes. Estuve en la selección nacional de fútbol sub-15 y sub-17. También competí en los juegos universitarios de Trujillo y de Arequipa, por la Universidad de Lima, en fútbol y en futsal. Practicar fútbol me ha enseñado mucho sobre la vida. Por ejemplo, veo la consultoría como un partido de fútbol. No es un trabajo fácil. Más bien, es muy retador y todos los días uno se enfrenta a problemas distintos. Pero así también es el fútbol y el deporte en sí, implica correr incluso cuando ya no te queda aire. Estoy encantado de dedicarme a algo que me apasiona. Esta pasión gatilla la determinación y esa chispa mantiene encendida la pasión. Pero, claro, todo lo anterior solo se logra con disciplina.

¿Cómo es esa disciplina?
Primero necesitas prepararte y entrenar para estar apto para el trabajo (o el fútbol). En la Universidad te entrenas disciplinadamente y, cuando empiezas a trabajar, quieres hacerlo con los mejores. En EY nos gusta trabajar con los mejores, contratar a personas mejores que nosotros, para que nos reten continuamente. Aquí cada uno es importante, cada uno aporta algo desde su posición.

¿Sigues practicando fútbol?
Ya no con tanta frecuencia, ya que ahora tengo tres hermosas hijas y una bella esposa, a quienes dedico parte de mi tiempo fuera del trabajo. Por ello, desde hace ya casi un año estoy corriendo. Practicar este deporte te ofrece flexibilidad en el manejo del tiempo y en lugares para correr. Empecé a entrenar cuando tenía más de 10 kilos de sobrepeso y ahora ya he corrido mi primera maratón de 42 k y otra de 21 k. No corro por ganar, sino por retarme continuamente, para ver que siempre puedo exigirme un poco más. También es una oportunidad de aprender a plantearse objetivos y, si por algún motivo no se logran, como en mi primera 42 k, hay que replantearse y seguir trabajando con disciplina. Es igual en lo laboral. Si uno no se reta constantemente, no se pone metas claras y con los deadlines correctos, los objetivos se vuelven difíciles de lograr.

¿Cuál es tu especialidad en consultoría?
Mi especialidad es ayudar al sector financiero y, en específico, se centra en la mejora del desempeño. Cuando mis hijas me preguntan en qué trabajo, les digo que soy como un doctor de empresas. En EY Perú, somos más de 80 personas dedicadas a atender proyectos de consultoría del sector financiero. Nuestro equipo peruano es reconocido globalmente y exporta un servicio basado en la mejora de ingresos para los bancos. He tenido la oportunidad de liderar varios de estos proyectos y viajar a países como Bolivia, Chile, Canadá, México, Australia, Estados Unidos e Inglaterra. Hoy, soy el responsable de liderar y desarrollar este servicio en Estados Unidos, donde tenemos ya varios clientes.

¿Cómo fue la primera vez que llevaste este servicio a otro país?
Fue increíble. Me tocó estar en el piso 60 de un edificio de Manhattan, frente al gerente general de un banco importante, explicándole cómo íbamos a hacerle mejorar sus ingresos. Fue una experiencia inolvidable. Ahora ya lo hacemos continuamente y estoy familiarizado con el ambiente, pero esas primeras conversaciones fueron increíbles. Tenemos un centro de excelencia de revenue optimization, local que nos ayuda a apoyar y atender a nuestros clientes regionales. Normalmente viajamos con un equipo pequeño de personas, a quienes entrenamos desde el Perú y, cuando alcanzan la experiencia necesaria, viajan conmigo, haciendo equipo con los integrantes de EY de otros países.

¿Cuál ha sido el proyecto más interesante que has trabajado en el extranjero?
El último proyecto global, que abarcó cuatro países en tres continentes distintos y donde tuvimos que interactuar con distintas culturas. A pesar de que se trataba de un mismo cliente, con una misma cultura, la forma de trabajar de cada persona en cada país era distinta. Además, coordinar los horarios con Sídney llegaba a ser un reto para el equipo. Por ejemplo, cuando estábamos en Lima, teníamos que trabajar en la noche con ellos. El cliente, con base en Estados Unidos, quedó muy contento, y ahora estamos planeando cómo ayudarlo con otros proyectos. Esa fue una linda experiencia, un gran reto y, gracias a Dios, salió espectacular.

¿Qué recuerdas especialmente de la Universidad de Lima?
Siempre recuerdo un día en que estaba con unos amigos y hablábamos sobre las clases de cálculo; nos preguntábamos cuándo usaríamos las integrales y las ecuaciones diferenciales en el trabajo. Hoy, y mirando en retrospectiva, me doy cuenta de que esos cursos fueron fundamentales, porque te desarrollan una capacidad analítica para resolver los problemas del día a día. La Universidad me ayudó mucho y valoro mucho a las personas con las que estudié. Me las encuentro de vez en cuando, y las veo muy bien. El networking que se genera en la Ulima es muy bueno.