06 de Agosto de 2021

“Todos son capaces de sacar la fuerza de su subconsciente”

Hace cinco años, Mabe Tamayo soñaba con participar en una maratón internacional en Nueva York, Boston o Berlín. El destino la llevó a correr la Maratón de París, un Ironman 70.3 en Inglaterra, a ganar la copa de la Federación Peruana de Triatlón en el segmento de acuatlón y a nadar de la isla San Lorenzo a la Escuela Naval en una distancia de casi seis kilómetros.

Ella estudió Contabilidad y Finanzas en la Universidad de Lima (hoy Carrera de Contabilidad), siguió un MBA en EAE Business School, en Madrid, y una maestría en Alta Dirección en la Universidad Rey Juan Carlos. Trabaja en Zport y es mentora y coach de su propio grupo deportivo, Mabe Mentoring Club, con el que se prepara para llevar a sus corredores a la Maratón de Miami en febrero de 2022.

Cuéntanos, ¿cuáles han sido los eventos deportivos más competitivos en los que has participado?
He participado en la Maratón de París, hice un Ironman 70.3 en Inglaterra, gané la copa de la Federación Peruana de Triatlón en el segmento de acuatlón y participé en la ruta que va desde la isla San Lorenzo hasta la Escuela Naval, que son casi seis kilómetros de distancia. He nadado mucho en aguas abiertas. Siempre he tenido alma de deportista. Cuando estudiaba, casi siempre me iba a dormir a las nueve o diez de la noche para despertarme a las cuatro y treinta de la mañana y entrenar, mientras mis amigos dormían y recién se acostaban. Después de viajar a España, para estudiar un MBA, volví para ser entrenadora de Nike y controller de finanzas en Prosegur. Tenía unos horarios muy complicados: por la mañana entrenaba para un triatlón, luego iba al trabajo y después a Nike. Era una agenda muy complicada, pero siempre disfrutaba lo que hacía. Cuando volví al Perú, nuevamente Nike ofreció auspiciarme para hacer eventos y entrenar a otras personas.

¿Cuál era tu trabajo en Nike exactamente?
Actualmente sigo siendo entrenadora de running (pacer), solo que por pandemia tenemos todo en standy by. Los eventos se realizaban dos veces por semana, eran gratuitos y estaban dirigidos a todas las personas que quisieran activarse. Nos podíamos reunir en el Pentagonito; en Larcomar, para correr por los malecones de Miraflores, o en Chorrillos, para subir al Morro Solar. Algunas veces nos reuníamos a las siete de la noche, otras a las cinco y treinta de la mañana. Éramos unas diez personas brandeadas por Nike y yo era la encargada de todo este grupo de líderes. Me encargaba de la planificación y organización de las carreras y de mantener a la gente en comunicación constante a través de las redes sociales o por chat para seguir motivándola.

¿Qué te distingue como líder deportiva?
Quizá que tengo empatía con personas de todas las edades, tanto que me pedían entrenamientos personalizados para correr su primer 5K o 21K. A la par de estas actividades, estudié en el Instituto Peruano del Deporte porque, para enseñar, necesitaba prepararme. Actualmente tengo certificaciones en Gestión Estratégica para la Actividad Física y el Deporte, en Habilidades para el Desarrollo Profesional de Agentes Deportivos y también en Mentoría Deportiva, que es algo parecido al coaching. Hoy manejo mi propio grupo deportivo, Mabe Mentoring, y disfruto mucho de motivar a los demás y transmitirles lo que sé.

¿Cómo fue que creaste Mabe Mentoring?
En el 2019 me propuse formar Mabe Mentoring y convertirlo en un club. Al año siguiente, me dediqué a encontrar un equilibrio en el costo-beneficio y creé mi formato de mentoring para ayudar a las personas a salir del sedentarismo y conseguir su crecimiento personal a través del deporte.

¿En qué consiste tu labor de mentoría?
Cuando te inicias en la práctica deportiva, no sabes qué zapatillas ponerte o te esfuerzas demasiado un día y al día siguiente no te puedes mover de la cama. Con mi grupo, el propósito es ayudarte a crear hábitos saludables y acompañarte en el proceso. Poco a poco mi grupo ha ido creciendo y ahora tengo varios alumnos a los que entreno de forma personalizada. Todos reciben un plan de entrenamiento mensual, de acuerdo con su disponibilidad de tiempo. Si entran al trabajo a las ocho de la mañana, nos podemos reunir tres horas antes. También tengo un formato por Zoom, que llamo Mentoría Insight, en el que trabajo con herramientas de coaching para ayudarlos con su autoconocimiento, con la identificación de sus oportunidades como individuos y su potencial de crecimiento. Las personas necesitan saber que el deporte puede salvarlos de la depresión y la ansiedad, puede generar hábitos saludables, cambiar su estilo de vida para que, automáticamente, todo a su alrededor cambie.

¿Qué metas te has trazado con tu grupo?
Actualmente tenemos por delante una competencia internacional en Miami. Será en febrero del 2022 y nos hemos inscrito ocho personas. Hay distancias de 5K, 21K y 42K. La gente está feliz y se siente acompañada. Eso es justamente lo que quiero transmitir en Mabe Mentoring, porque no se trata de un grupo en el que se entrena y punto, sino que tenemos un ambiente de confianza en el que nos comunicamos sin problemas.

¿Fue difícil comenzar con tu proyecto de mentorías?
Yo estudié Contabilidad y Finanzas —hoy Carrera de Contabilidad— y trabajé con unos horarios muy estrictos, pero luego busqué enfocarme en algo más holístico, más relacionado con clima laboral, personal, recursos humanos o comunicaciones, algo que calzara más conmigo y que me permitiera organizarme. Justamente por eso estudié el MBA en el 2017. Ahora tengo Mabe Mentoring como foco principal, porque es algo que realmente me encanta y apasiona, y trabajo en comunicación interna en Zport, una empresa deportiva que hace mentorías asociadas al deporte.

¿En qué te basas para motivar a las personas?
Identifico cuál es su motivación, qué resultados quieren alcanzar, qué cosa las saca de la cama a las cinco de la mañana, y eso lo exploto. Lo primero es buscar las cosas positivas que tiene cada persona y, en el camino, me entero de cuáles son sus limitaciones. Hay personas que me han pedido ayuda para encontrar su propósito de vida, porque sus días son los mismos de siempre, y quieren un cambio. Entonces utilizo las herramientas del coaching para generar esas preguntas poderosas que nunca se han planteado.

¿Cómo logras la constancia en tu equipo?
En primer lugar, tengo presente que estoy sacando a las personas de su zona de confort y que, por ello, pueden rechazar cualquier consejo y encontrar mil excusas para no entrenar. Romper eso es lo más complicado al inicio. Todos mis alumnos han pasado por ello, pero salen a correr porque saben que los estoy esperando afuera, con frío, sola, y que tienen una responsabilidad personal. También les cuento que yo he pasado por lo mismo, porque el mentor enseña sobre la base de sus propias experiencias. Saben que yo también he estado en el mundo corporativo y que he trabajado con horarios ajustados, que he dormido poco, que tengo obligaciones cada día y, sin embargo, me doy un tiempo para mí. Poco a poco, todos son capaces de sacar la fuerza que está en su subconsciente y que les dice que sí se puede. Finalmente, cuando logramos implantar un hábito, se rompe la barrera. Por eso, empezamos con un planning para entrenar solo dos veces por semana y, con el tiempo, terminan pidiéndome más horarios.

¿De dónde sacas tanta fuerza para este trabajo?
Yo encontré en el deporte mi camino, mi pasión y mi vocación. Ahora siento que todo lo que hago sirve de inspiración para otras personas. Todos hemos pasado por situaciones complicadas, pero hay que tener capacidad de resiliencia y decir “Yo puedo, siempre he podido y seguiré haciéndolo”. Eso es lo que me saca de la cama tan temprano. Me estructuro horarios, porque si bien acompaño a mi deportista y corro con él, yo misma tengo que entrenarme. Además, sigo nadando en aguas abiertas, voy a piscinas, hago mi plannig de running, también practico en montaña training running y voy al Cusco a correr en altura. Estoy en constante actividad, porque siento que me lleno de vida. Encontrar el deporte que te gusta es hallar un acompañante para toda la vida, algo que nadie te puede quitar.

Cuando estabas en la Universidad, ¿pensabas llegar a ser tan deportista?
Sí. Desde que ingresé averigüé qué oportunidades había para entrenar. En ese tiempo, la Universidad de Lima no tenía el Complejo Deportivo de Mayorazgo, pero rentaba unas piscinas grandes en Surco. Se podía nadar dos veces por semana gratuitamente con solo mostrar tu carné. Siempre encontraba ocasión para hacer deporte. Había algo que me llamaba a hacerlo. No es adrenalina, es simplemente el sentirme bien, con vida, feliz. Yo agradezco mucho a la Universidad de Lima porque me dio muchas oportunidades para crecer. Yo las tomé y les saqué el máximo provecho.

Pero los años pasan y el deporte es una actividad física. ¿Cuántos años crees que puedas seguir haciéndolo?
No tengo una proyección fija, pero sí tengo claro que Mabe Mentoring no se va a quedar como un grupo, sino que se va a convertir en una comunidad más estructurada, que no solamente va a estar enfocada en la parte deportiva, sino también en la de mentoría a nivel laboral, porque hay empresas que necesitan que sus trabajadores tengan activaciones y capacitaciones de actividad física. Voy a volver al mundo corporativo, pero por el lado del bienestar de la persona. Lo veo como un proyecto a largo plazo, como un club donde todos nos podamos reunir y entrenar juntos para alcanzar nuestros objetivos de acuerdo con nuestras posibilidades y gustos, pero manteniendo también el trabajo personalizado.

¿Qué recuerdos atesoras de tu etapa universitaria?
La Universidad de Lima siempre será mi casa, mi alma mater que recuerdo con mucho cariño, porque me dio la oportunidad de conocer gente maravillosa. Recuerdo que en esa época trabajé como asistente de cátedra. Todas las herramientas que nos brinda la Universidad, así como la red de contactos, los profesores, la infraestructura, todo sirve muchísimo. Lo que se estudia ayuda tanto en el trabajo como en lo que quieras emprender. En mi caso, mis conocimientos me ayudaron a estructurar mi presupuesto, los planes de mis deportistas e incluso equilibrar los números para ver cuán viable era el viaje deportivo a Miami. Si alguien me pregunta en qué universidad debe estudiar, siempre recomendaré la Universidad de Lima.