15 de Enero de 2020

Un sueño digital

Con poca experiencia laboral, pero mucha ambición, Julio César Ramón Gonzales se trazó una meta clara: abrir un negocio propio para volcar ahí toda su capacidad creativa. No fue fácil alcanzar su sueño; incluso le costó rechazar una importante oferta de trabajo justo cuando no tenía ingresos económicos. Pero lo logró: creó Perú Apps, una consultora de transformación digital que está entre las 3 empresas más importantes dedicadas a la creación de aplicaciones para móviles en nuestro país.

Julio Ramón es ingeniero de sistemas por la Universidad de Lima y cree que el enfoque empresarial de su carrera le sirvió bastante para lograr el negocio propio, así como también sus deseos de crear, su ingenio, su capacidad de trabajo y la convicción que tenía de alcanzar el éxito.

¿Tu primera aplicación fue Buscotelo?
Sí, la idea era que las parejas pudiesen consultar la disponibilidad de un hotel. Ha funcionado bien: ya tiene más de mil descargas y varios hoteles afiliados. Justamente ahí está el negocio, en la afiliación. Fue un trabajo que hice como jugando y después me di cuenta de que lo me gustaba era crear. Al ver que iba bien, decidí renunciar a mi trabajo.

¿Te iba tan bien con la aplicación?
No tanto, pero prefería estar contento, aunque sin plata.

¿Tu familia lo comprendió?
Me apoyaron, sí, pero estaban preocupados. Mis padres son médicos y siempre han trabajado en algún lugar; en mi familia no hay empresarios.

¿Cuándo te empezó a ir bien?
Al principio, no. Yo formé Perú Apps, como empresa, en julio del 2014, y durante los primeros seis meses no ingresó nada de dinero. Llegó un momento en que me puse a buscar trabajo: estaba desesperado. Lo más curioso es que tuve una oferta de una empresa de tecnología muy grande y muy buena; pero, cuando ya casi había entrado, en la última entrevista, le dije a mi entrevistador que me retiraba del proceso.

¿Por qué?
Eso me preguntaron [risas]. Contesté que yo había creado una empresa hacía 6 meses y, aunque no había vendido nada, le tenía fe. El entrevistador me miró extrañado. Ni bien salí de la empresa me arrepentí, pero, felizmente, a los dos días salió la primera venta.

¿De qué se trataba tu primera venta?
Era una web para una tienda. Un amigo me pasó el dato, me presenté y resultó. A partir de entonces la empresa no paró. Durante un buen tiempo yo vendía, programaba y gestionaba. Siempre es así al principio: los emprendedores tienen que hacer de todo para abaratar los costos.

¿Qué pasó después?
En cuanto salió esa primera venta, me puse a buscar una oficina para dejar de trabajar en mi casa. Encontré un coworking en Miraflores y me encantó el lugar. Lo bonito de estos espacios es que tienen muchos emprendedores y puedes compartir ideas con ellos, incluso brindarnos servicios mutuamente. De hecho, ahí me encargaron algunos trabajos. Entonces contraté a un programador para darme tiempo de gestionar clientes. Después contraté al diseñador, a otro programador y a un gestor de proyectos... Ahora somos 25 personas. Vamos a facturar cerca de 2 millones de soles y tenemos proyecciones de seguir creciendo.

¿Qué trabajos te encargaban inicialmente?
La mayor parte eran páginas web, especialmente páginas institucionales. Después salió la primera aplicación para unos amigos fanáticos del fútbol que querían conectarse con sus amigos y jugar un partido.

¿Tenías mucho trabajo?
Los primeros tres años trabajaba de lunes a domingo sin descanso; me reunía con el cliente cuando él podía; y llegaba a las 9 de la mañana a la oficina y me quedaba hasta las 11 de la noche o 1 de la mañana, 16 horas en promedio. El problema es que sostener ese ritmo de trabajo, a largo plazo, perjudica la salud.

¿Te pasó a ti?
El año pasado empecé a tener problemas para dormir, no me sentía bien y hasta bajé de peso. Lo malo es que no podía dejar de trabajar porque muchas cosas dependían de mí. Yo vendía y gestionaba el negocio. Pero por algo hace Dios las cosas: justo cuando me puse mal, entraron a trabajar el gerente de proyectos y el gerente comercial. Entonces fui al doctor, me dijo que tenía estrés agudo y que necesitaba desconectarme totalmente. Felizmente, justo habían llegado las dos personas que podían apoyarme para que yo deje de trabajar.

¿Te sentías raro en tu casa?
Sí, me sentía raro y mal.

¿Cómo lo superaste?
Poco a poco. Ahora hago yoga y meditación. En ese entonces estuve medicado. Ahora me siento más tranquilo y ya sé que debo tener un balance. Sábado y domingo ya no atiendo a nadie.

¿Cómo anda tu negocio ahora?
Por nivel de facturación, estamos en el top 3 de las empresas peruanas que hacen aplicaciones para móviles. Tengo una cartera de clientes bastante fuerte. Por ejemplo, ahora estamos trabajando en la transformación digital de Saga Falabella; y tenemos otros trabajos para La Calera, Real Plaza, Instituto Médico de la Mujer, IBM, entre otras. Me dedico a hacer aplicaciones, software a medida, desarrollo de web, marketing digital, redes sociales, publicidad digital y branding.

¿Pasas por diferentes temas constantemente?
De 5 días útiles, unos 3 salgo de mi zona de confort. Nunca sé qué va a pasar durante el día. Hace poco, por ejemplo, acabo de pedir un financiamiento por un monto alto y no tenía idea de cómo pedirlo. Y vamos a abrir una nueva sede en Bolivia. Estuve allá el año pasado y tuve como 25 citas con empresas en un solo día; ahora vamos a concretar los planes.

¿Qué piensa tu familia?
Mis padres están contentos y vinieron acá cuando inauguramos la oficina. Mi hermana también me apoya mucho, pues ella es la financiera: al final de mes le paso mis números… y me hace leña. Me pregunta por qué gasto tanto en alguna cosa o por qué no invierto en otra.

¿Cómo es tu nivel de exigencia en este momento?
Es alto. Hemos crecido rápido: en 4 años somos 25 personas en la oficina y competimos con empresas top. Constantemente nos capacitamos para estar al nivel de la exigencia de nuestros clientes. Como consultora digital, necesitamos estar al día con lo más moderno en tecnología y las últimas tendencias en diseño. Leemos mucho, y llevamos cursos online y algunos presenciales.

¿En qué otras empresas has trabajado anteriormente?
Hice mis prácticas preprofesionales en CCR, una empresa especializada en investigación de mercados. Mi primera experiencia profesional, como personal contratado, fue en Citibank, en el área de Recursos Humanos. Ahí estuve como un año y luego pasé a Operaciones, donde veía transferencias interbancarias. Luego llegué al BCP; estuve como un año en el área de Gestión de Proveedores.

¿Qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
Yo siempre digo que la Universidad de Lima te da una visión holística y global de las cosas. El enfoque gerencial de la Ulima me ha ayudado mucho en la formación y el manejo de mi empresa, así como la experiencia profesional que adquirí en las empresas donde he trabajado. Yo no era precisamente el genio del salón, pero aproveché mi carrera: participaba en algunas actividades, como la Semana de Ingeniería. Recuerdo que la Universidad traía buenas bandas y la verdad es que esas experiencias también le suman a la carrera, a la formación de las personas de una manera integral.