Arquitectura con impacto
Andrea Díaz tiene una historia de crecimiento y determinación en el mundo de la arquitectura. Desde sus primeras experiencias laborales, incluso antes de graduarse de la Universidad de Lima, hasta su ingreso a la Maestría de Arquitectura en Diseño Urbano en Harvard, su camino ha estado marcado por el aprendizaje constante y la superación de retos.
Ha trabajado en firmas como MPW Arquitectura y DRRP Arquitectura, y gestionado proyectos de gran escala, además de fundar su propio estudio: Duale Design Studio. También fue jefa de práctica en la Universidad de Lima, antes de dar el salto hacia su formación en Harvard, donde estudia con una beca parcial otorgada por esa casa de estudios, así como gracias a la Beca Generación del Bicentenario, que le otorgó el Estado peruano.
¿Cómo llegaste a la maestría que estudias actualmente en la Universidad de Harvard?
Tenía una amiga de la Universidad de Lima que ya estaba estudiando aquí; ella se presentó un año antes que yo. Decidí postular, con miras a obtener una beca que me permita financiar mis estudios. Harvard me otorgó una beca parcial como estudiante internacional, lo cual representó un apoyo importante, pero requería aún más. También postulé a la Beca Generación del Bicentenario, que otorga el Estado peruano, y me la concedieron una semana antes de viajar. Ahora puedo estudiar sin preocupaciones económicas.
¿Cómo fue el proceso de acceder a estas becas?
El proceso de postulación a una maestría es como tener un segundo trabajo. Hay que preparar todos los documentos, cumplir con los requisitos y tener todo muy organizado. Una vez que te aceptan, viene otro desafío: encontrar la manera de financiar los estudios. Cuando me admitieron, me puse en contacto con la Universidad y les expliqué que estaba muy feliz de haber sido admitida, pero también preocupada, porque no había recibido una beca. Les pedí una reevaluación, envié toda la documentación que me solicitaron y me respondieron dos días antes de la fecha límite para confirmar mi asistencia. Con la Beca Generación del Bicentenario, el proceso empieza mucho antes de que postules formalmente, porque hay que reunir muchos papeles. El sistema de evaluación se basa en puntos: mientras más puntos puedas acreditar, más segura tienes la beca. En mi caso, tenía puntos asegurados por haber terminado en los primeros puestos en la Universidad de Lima y por tener experiencia docente. Tuve muchísima suerte de pasar por el proceso de postulación junto con Alessandra Rodríguez, otra egresada de la Universidad de Lima que está en Harvard y vive conmigo actualmente. Íbamos de la mano con todos los trámites. La postulación se realiza en mayo y hay un proceso de evaluación de aproximadamente dos meses. Uno está obligado a decidir si estudiará en el extranjero antes de saber si tendrá beca o no.
¿Qué factores consideraste para tomar esa decisión?
Conversé mucho con mi familia y reflexioné bastante. Al final, concluí que era una oportunidad única y que, a futuro, implicaba una gran retribución, así que decidí seguir adelante y, en caso no saliera la beca, tramitar un préstamo. Tuve muchísima suerte. Salí de Lima el 4 de agosto, la confirmación preliminar de la Beca Generación del Bicentenario salió el 30 de julio, y el decreto supremo que me declaraba becaria se publicó el mismo día que llegué a Estados Unidos.
¿Cómo ha sido la experiencia de estudiar allá hasta este momento?
Tengo el lujo de estudiar con profesores reconocidos mundialmente; muchos de ellos son autores de libros que he leído en algún momento. Somos veintiocho personas en clase, de las cuales solo cinco son estadounidenses. Tenemos perspectivas muy distintas, backgrounds diversos y un rango amplio de edades. Es un ambiente muy enriquecedor: aprendo muchísimo a partir de lo que cada persona aporta en clase, de sus experiencias y de cómo ven el mundo. Los estudios son muy exigentes. Recuerdo que, al inicio del ciclo pasado, algunas amigas y yo dijimos: "No vamos a repetir el ritmo que teníamos en pregrado, que era muy fuerte". Al final, se repite todo (risas), y el esfuerzo vale la pena cuando ves los resultados. Aquí contamos con muchas herramientas para estudiar, algunas digitales, con las que podemos desarrollar prácticamente cualquier cosa que necesitemos.
¿Cómo fue tu adaptación al inicio del primer ciclo?
Definitivamente, fue un poco duro, porque implicaba muchos cambios: mudarme a otro país, adaptarme a una ciudad en la que solo había estado una vez por cinco días, vivir sola por primera vez y estudiar en inglés. A pesar de los desafíos iniciales, terminé el ciclo muy contenta, con buenos resultados y con una curva de aprendizaje alta.
¿Cuáles son tus expectativas para este semestre?
Tengo muchas expectativas y estoy muy emocionada, porque viajaré a la India como parte de un trabajo que debemos realizar para un curso. Estamos divididos en grupos, y cada uno visitará un país para analizar la ciudad sobre la que hará su proyecto de diseño urbano del semestre. Ahora, tengo experiencias muy enriquecedoras y, en adelante, tendré más. Por ejemplo, recientemente, Bill Gates vino a dar una charla en un edificio al lado del nuestro. Siempre ocurre algo interesante aquí.
¿Cómo surgió tu interés en el diseño urbano?
Mientras estudiaba en la Universidad de Lima, me di cuenta de que ese era el camino que quería seguir. Más o menos a mitad de carrera, llevé dos cursos de urbanismo que despertaron especialmente mi interés en el tema. Los proyectos que ejecutábamos se enfocaban de manera integral; no nos pedían simplemente diseñar un edificio, sino relacionar el diseño con el entorno directo y la ciudad. Luego, durante el ejercicio de mi profesión, trabajé en proyectos de arquitectura y diseño de interiores, y me di cuenta de que quería impactar en algo más grande y generar un cambio significativo.
Retrocediendo en el tiempo, ¿cómo fueron tus primeras experiencias laborales antes de terminar la universidad?
Previo a terminar la carrera, trabajé durante tres veranos. Mi último trabajo antes de graduarme fue con la arquitecta Michelle Prutschi, quien era docente en la Universidad de Lima. Llevé unos tres cursos con ella y, cuando egresé, se dio la oportunidad de continuar trabajando con ella, ya no como practicante, sino como arquitecta junior. Estuve aproximadamente un año en su oficina, MPW Arquitectura.
¿Qué tipo de proyectos realizabas en MPW Arquitectura?
Principalmente, proyectos residenciales, comerciales y remodelaciones. Trabajábamos desde la etapa de diseño hasta la implementación de obra. Luego, en mayo de 2019, postulé a la empresa DRRP Arquitectura para el puesto de residente de obra. Fue un gran reto, porque pasé de trabajar en proyectos pequeños a otros de oficinas de gran escala. Nos encargábamos de la implementación de oficinas para empresas líderes en el mercado peruano. Estuve ahí hasta que empezó la pandemia. Recuerdo que, aunque era la menor del equipo, me asignaron la administración de las obras, y pude encargarme de tres: las oficinas de la minera GoldFields, de Adidas y de Auna. Esta última fue la más grande; terminamos aproximadamente un mes antes de que comenzara la pandemia. Era un proyecto de oficinas de seis pisos, cada una con su residente de obra. A mí me tocaba administrar presupuestos, cronogramas, control de pagos y la gestión de múltiples aspectos administrativos. Estaba capacitada para hacerlo, ya que la Universidad de Lima tiene un enfoque empresarial y de gestión de proyectos, por lo cual se me hizo fácil insertarme en ese rubro. Precisamente, este ciclo en Harvard estoy llevando un curso de introducción al Real Estate, donde se aborda el tema de gestión. Sin embargo, noto que muchos de mis compañeros, que estudiaron Arquitectura en otras universidades, no tienen el background que yo manejo en ese campo.
Pasaste la pandemia en DRRP, ¿verdad?
Así es. Cuando se produjo la pandemia, las obras se paralizaron y hubo muchos recortes de personal, lo cual me afectó, porque mi rol estaba ligado a la obra, pero tuve mucha suerte, porque al día siguiente de mi salida, me llamaron para comunicarme que habían reevaluado la situación y me proponían pasar al área de Posventa y Mantenimiento mientras duraba la pandemia. Me quedé como jefa del área de Mantenimiento y Posventa por dos años. El trabajo implicaba mucho contacto con clientes, gestión, seguimiento y, eventualmente, volver a la supervisión de obra. En febrero de 2022, me embarqué en el trabajo independiente junto con Kiara Wong, quien también es egresada de la Universidad de Lima. Estudiamos juntas, luego nos convertimos en socias y, actualmente, ambas estamos en Harvard. Trabajamos juntas desde que empezamos la carrera. En 2020, comenzamos a desarrollar proyectos profesionalmente y, en 2022, formalizamos nuestra oficina, Duale Design Studio. Nos enfocamos en proyectos de arquitectura con énfasis en remodelaciones y diseño. Hemos trabajado en proyectos residenciales, de retail, oficinas… un poco de todo.
¿Cómo fue tu regreso a la Universidad de Lima como jefa de práctica?
Eso fue en julio de 2022. Fueron dos años de mucho crecimiento y aprendizaje. Inicialmente, apoyé en un Taller de Arquitectura y, con el tiempo, dicté cursos de Dibujo y Representación Gráfica. Antes de estudiar la maestría, trabajé en tres talleres en paralelo con mis proyectos personales. Fue muy enriquecedor volver a la Universidad; estar en contacto con estudiantes resultó en un aprendizaje mutuo.
Para cerrar, ¿qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
Cuando ingresé a la Facultad de Arquitectura, la carrera no tenía mucho tiempo de creada, y considero que fue una de las mejores decisiones que he tomado. Me ha convertido en la persona que soy. Los cinco años y medio que pasé en la Universidad fueron de muchísimo crecimiento profesional y personal. Hice amigos que son parte de mi vida hasta hoy y tuve la oportunidad de entrar en contacto con profesores que, con el tiempo, se convirtieron en mentores. La Universidad de Lima me preparó muy bien, tanto para el campo profesional como para enfrentar el reto de llevar una maestría en la Universidad de Harvard.