LIDERAZGO CON SENSIBILIDAD SOCIAL

Rosa Asca Cordano, directora independiente en diversas empresas y presidenta de Hombro a Hombro, combina su formación como ingeniera industrial por la Universidad de Lima con una sólida experiencia en finanzas y liderazgo. Desde sus inicios como tesorera en Field hasta su incursión en algunas ONG y asociaciones civiles, ha demostrado su capacidad para generar impacto tanto en el ámbito corporativo como en el social. 
Actualmente, participa en directorios de organizaciones como el Grupo Coril y Caja Huancayo, además de liderar iniciativas que promueven la inclusión financiera y la gestión de desastres. Su enfoque en la digitalización y su compromiso con la diversidad en los directorios reflejan su visión innovadora y su sensibilidad social.

¿Cómo es esta etapa actual de tu trabajo como directora en empresas?
Desde mi experiencia en Johnny Walker, donde comencé a observar la importancia financiera de los procesos, he tenido la oportunidad de involucrarme en diversas áreas que van desde los procesos productivos hasta la gerencia general en diferentes organizaciones. Hace más de diez años, tomé la decisión de enfocarme en el rol que cumplo ahora y me preparé para ello. Durante la pandemia, mi experiencia en asociaciones civiles y mi compromiso social me hicieron darme cuenta de la importancia de contar con directorios integrados por personas independientes, con un bagaje diverso, más allá del sector específico de la empresa. Actualmente, soy directora independiente en tres o cuatro empresas, además de participar en dos directorios de una misma organización. También formo parte de directorios de organizaciones sociales.

¿Podrías contarnos acerca de cada una de estas organizaciones y cómo es tu participación en ellas?
En Electro Ucayali (empresa del Estado), donde soy presidenta interina, trato de ser consecuente con mi propósito de devolverle al país lo que nos dio. Si uno tiene experiencia, debe ponerla al servicio de estas empresas para hacerlas más eficientes. Además, soy observadora en el directorio de Caja Huancayo, en representación del BID Invest. Espero que en menos de un mes pueda ser, oficialmente, directora. El BID Invest apuesta por las cajas municipales, porque las considera una herramienta muy poderosa para la inclusión financiera. Estas instituciones tienen un impacto importante en poblaciones vulnerables ubicadas en zonas remotas, donde los bancos no llegan por las limitaciones de su modelo de negocio y productos. El BID Invest no solo invierte en capital, sino que también acompaña a las cajas para mejorar su gobernanza, implementar metodologías más inclusivas y aplicar un conocimiento internacional que fortalezca sus operaciones. Este enfoque permite que las cajas municipales atiendan de manera más eficiente las necesidades de diversas comunidades.

¿En qué directorios te encuentras actualmente?
Estoy en el directorio de dos empresas del Grupo Coril, un grupo financiero que ha crecido enormemente. Comenzó con empresas enfocadas en servicios financieros, como tipo de cambio, fondos de inversión, bolsa de valores, fiduciaria y titulizadora. Hace más de dos años, ingresó como accionista principal de Alfin Banco, y así consolidó su participación en el sector financiero. Además, soy directora independiente en una universidad.

En el ámbito social, ¿cuál es tu rol en las iniciativas en las que intervienes?
En el ámbito social, soy presidenta de Hombro a Hombro y directora independiente. Hombro a Hombro es una plataforma empresarial que canaliza la solidaridad del sector privado, y apoya a nuestros compatriotas en momentos de desastre. Nos enfocamos en apoyar la gestión del Estado en la atención de emergencias como terremotos, inundaciones, huaicos, incendios forestales, entre otros. Fuimos la ONG que asumió el transporte de las primeras vacunas chinas contra la covid-19. Nuestro lema, "Hombro a Hombro, empresas contigo", refleja nuestro propósito: que ningún peruano se sienta solo en su momento más vulnerable, con el apoyo constante de las empresas. También formo parte del directorio de Cedro y de la Fundación Anar, y soy la presidenta de Women Corporate Directors, organización mundial que reúne a las principales directoras corporativas.

No cumples un horario de trabajo, pero tu agenda está bastante recargada.
Sí. Realizo bastante actividad. Aunque no tengo un horario fijo, los directorios suelen realizarse tarde, de seis a nueve o de cinco a siete. A veces son virtuales, pero en otras ocasiones debo trasladarme, lo cual implica viajar a diferentes lugares, incluso a regiones remotas. Es un ritmo intenso, pero he logrado organizarme y manejarlo adecuadamente.

En todo este tiempo desempeñándote en estas labores, ¿hay alguna experiencia que consideres especialmente significativa?
Cada experiencia tiene su valor, pero trabajar en proyectos como el transporte de vacunas o en alianzas estratégicas que impactan directamente en poblaciones vulnerables ha sido muy significativo. Saber que marcamos una diferencia real en momentos críticos me llena de orgullo y compromiso. He sido la primera mujer en algunos cargos, y lo que más me ha marcado es abrir puertas para otras mujeres. Una vez, un director de una empresa me dijo: “Rosa, hemos tenido tan buena experiencia contigo que queremos más mujeres como directoras. ¿Puedes referirnos a otras mujeres con tu perfil?”. Eso me hizo reflexionar y darme cuenta de que no solo se trata de desempeñarme bien por mí misma, sino que abro puertas a otras mujeres.

¿Cómo era tu etapa laboral antes de este punto?
Comencé como CFO en Diageo, una organización inglesa. También he sido gerente general de la Sociedad Nacional de Industrias, lo que implicó un cambio de lo corporativo y transnacional hacia lo gremial. Fue una experiencia muy interesante, con la que aprendí muchísimo. Conocí las dinámicas entre el sector privado y el sector público, además de normativa, políticas y cómo avanzar con la negociación en un entorno tripartito: sector privado, público y sociedad civil, que incluye sindicatos. Después, hice un cambio muy meditado hacia el ámbito de las ONG. Fui directora ejecutiva de CARE, organización estadounidense. Ahí me acerqué a proyectos con impacto social, algo que ya había empezado a explorar en el gremio. Mi objetivo fue trasladar mi experiencia en el sector privado a las organizaciones sociales, y logré puntos de encuentro entre ambos mundos. Por ejemplo, en CARE trabajé para que el sector privado vea valor en los proyectos de las ONG, y a su vez estas encuentren formas de apoyo en el sector privado. Fue un reto unir lenguajes y visiones diferentes, pero muy gratificante.

Comentaste al inicio que te preparaste para ser directora de empresas. ¿Cómo fue, finalmente, ese salto?
Efectivamente, tomé la decisión de prepararme para ser directora. Realicé cursos especializados en el Perú y el extranjero. Fue una transición planificada y estoy muy feliz con el camino que elegí.

Al haber trabajado en diferentes sectores y tipos de organizaciones, ¿qué aprendizajes rescatas?
He tenido la oportunidad de construir una red de contactos muy valiosa, conocer a personas con un conocimiento profundo en sectores y regiones poco explorados, como la Reserva Comunal Amarakaeri en Madre de Dios, o el municipio de Río Tambo en el VRAEM. Todo ello me ha permitido conocer diversas caras del Perú, estar en el terreno, caminar por lugares remotos y trabajar con diversos actores, desde el comandante general de la Marina o el jefe del Comando Conjunto, hasta miembros de comunidades locales. Estas experiencias me han dado una sensibilidad social única y un entendimiento profundo de la realidad del país. Estoy muy agradecida por haber tenido la oportunidad de vivir estas experiencias.

¿Cómo fue tu experiencia en el VRAEM y cuál fue el propósito de tu visita?
El VRAEM tiene un estigma, y muchas personas temen invertir ahí. Con la Sociedad Nacional de Industrias y Hombro a Hombro, organizamos una misión en colaboración con el Comando Conjunto. Viajamos hasta Mazamari y luego hacia Río Tambo. Nuestro objetivo era explorar cómo ayudar a las personas de esas zonas. Por ejemplo, identificamos productos como la piña, que resulta costoso transportar en su estado natural debido al flete. Entonces, evaluamos la posibilidad de instalar una planta deshidratadora para agregar valor al producto y hacer más eficiente su transporte. También observamos el potencial de la tierra, que es increíblemente fértil y privilegiada, y notamos el excelente trabajo del Ejército en la construcción de carreteras con una ingeniería impresionante. Gracias a la colaboración de varias empresas, dejamos con avance el proyecto de llevar internet a la zona. El potencial está ahí, pero es necesario eliminar ideas preconcebidas y reconocer que, aunque hay desafíos, las oportunidades en el VRAEM son reales y rentables. Hay mucho por hacer, y creo firmemente en el impacto que estas iniciativas pueden tener.

¿Recuerdas tus inicios en el mundo laboral? ¿Por dónde empezaste y cómo veías tu perspectiva a futuro en ese momento?
Comencé en finanzas, donde buscaba abrirme camino. Empecé como analista de tesorería en el grupo Field y, en cuestión de cuatro meses, ya era tesorera. Tenía apenas 23 años, era la más joven y ocupaba el cargo de mayor responsabilidad en mi área. Las personas que me reportaban eran mucho mayores que yo. Me apasionaron las finanzas y, desde entonces, me dediqué a ese campo. En ese tiempo, algo que hoy parece básico, como saber inglés, era un gran diferencial. Eso me permitió participar en negociaciones internacionales y hablar directamente con jefes del extranjero, lo cual me dio visibilidad ante los directivos. A partir de ahí, crecí. Cuando las personas con las que trabajé se movieron a otros lugares, me recomendaron, y así evolucionó mi carrera.

En cuanto al manejo de equipos para alcanzar objetivos, ¿cómo logras que todos colaboren hacia la misma meta?
Creo en el liderazgo de puertas abiertas y en hacer que cada persona entienda su rol dentro del proyecto. Siempre les digo que el resultado final depende de su trabajo y que cada uno tiene un papel importante que desempeñar. Me gusta usar el ejemplo de la cuadriga de Ben Hur, donde cada caballo tiene una función específica: uno puede ser más lento, pero resistente; otro más rápido, pero menos constante. Lo importante es formar equipos donde cada miembro aporte desde sus fortalezas. Hay quien es analítico, otro que empuja con energía, otro que es más firme en sus decisiones, etcétera. Cuando cada persona entiende su fortaleza, su impacto y el valor que aporta al proyecto, se apropia de su rol. Por ello, es fundamental identificar las capacidades de cada integrante de un equipo. Así, todos trabajan con compromiso, porque saben que su aporte es esencial para el éxito del proyecto.

¿Cómo ves el tema de la digitalización en las empresas, cómo lo abordan y comprenden?
Es claro que algunas empresas lo implementan más que otras. Pero esto no es opcional, se tiene que hacer. Si no lo hacen, estarán en desventaja ante la competencia, porque otros se harán más eficientes, acortarán procesos y reducirán los riesgos del trabajo manual. Claro que también hay que considerar los riesgos relacionados con la ciberseguridad, pero, como dije, no es opcional. Si no se tienen los conocimientos, hay que adquirirlos. No siempre es necesario tener a un gran experto en digitalización en el directorio, pero sí es indispensable saber que se necesita un buen consultor. Hay que buscar personas con esa experiencia.

¿Cómo te fue en la época universitaria en la Ulima y qué te pareció tu carrera?
A mí me gustaban las matemáticas y decidí estudiar Ingeniería Industrial. Pero pienso que con igual gusto hubiera seguido Derecho. Por haberme desempeñado en el campo de las finanzas en el mundo laboral, nadie me ha llamado ingeniera, aunque eso era a lo que aspiraba cuando tomé la decisión de estudiar esta carrera. Incluso me dicen doctora a veces, porque siempre me ven en negociación de contratos. Respecto a la etapa universitaria, fue muy feliz para mí. Yo era una persona tímida y me ayudó mucho el ambiente de la Universidad, incluso el hecho de tener amigos hombres, porque yo venía de un colegio de mujeres. La Universidad de Lima no solo fue una fuente de conocimientos importante para mí, también de desarrollo de habilidades blandas y un generador de networking muy valioso, que es muy necesario en la vida profesional. Recuerdo con mucho cariño mi etapa universitaria.