21 de Diciembre de 2016

Alonso Rabí y su cacería de animales literarios

El 23 de noviembre Alonso Rabí, periodista y docente de la Universidad de Lima, presentó la segunda edición de su libro Animales literarios en el Centro Cultural de la Municipalidad de San Isidro. Este volumen, que también fue presentado el 3 de diciembre en la Feria del Libro de Trujillo, reúne una imprescindible colección de entrevistas a escritores latinoamericanos. En esta oportunidad, el autor nos habla acerca de su proceso como entrevistador y su deseo de, a través de estas conversaciones, profundizar en la obra y los hábitos literarios de estas personalidades tan particulares.

¿Cuáles son las novedades de esta segunda edición de Animales literarios? La primera edición tenía 17 entrevistas y, entre los escritores considerados, había 7 peruanos. Para esta edición lo que hicimos fue retirar a los escritores peruanos, que se incluirán en otro libro, y añadimos 10 entrevistas nuevas. Por lo tanto se trata prácticamente de un nuevo libro. Todo el material nuevo ha sido trabajado entre el 2015 y el 2016, y ahora mismo me encuentro preparando el segundo libro, donde estarán los escritores peruanos que mencionaba. Los entrevistados son sólo latinoamericanos, con excepción de Saramago, que es portugués, y de Gerald Martin, que es inglés pero es biógrafo de García Márquez.

¿Cuáles fueron tus principales inquietudes al momento de entablar estos diálogos con escritores?
Me llama la atención más la entrevista como género en sí mismo. No me interesa una conversación confrontacional en relación con la gente cuya obra admiro, más bien me preocupa hurgar en el proceso creativo de cada uno, en su rol como lectores, en su papel como creadores. Incluso es probable que no esté de acuerdo, con más de uno, ideológicamente; pero me interesa la obra. Busco ofrecerle al lector una especie de perfil completo de quién es la persona con la que estoy hablando. Digamos que una de mis aspiraciones sería que el lector sienta curiosidad y que, después de leer la entrevista, vaya y busque uno de los libros de este autor; eso para mí sería la felicidad completa. Obviamente tiene que gustarle la entrevista para poder meterse en ella. Así que básicamente mi norte es ése: hurgar, por un lado, en el proceso creativo y tratar de despertar en el lector la necesidad de leer a estos escritores. Las entrevistas tampoco tienen la intención de ser coyunturales, mi objetivo es que se lean hoy como dentro de 5 años, y que despierten alguna curiosidad.

¿Cuáles fueron las principales dificultades al momento de entrevistar a estos personajes?
Un tema recurrente es el tiempo, pues estos personajes siempre andan ocupados. Por ejemplo, en la entrevista con Carlos Fuentes él nos dijo que contaba tan solo con 20 minutos y, efectivamente, a los 20 minutos dijo que lamentablemente no tenía más tiempo. Otra dificultad que hay que enfrentar normalmente es conseguir la entrevista, que es algo que te puede tomar un par de meses. La otra opción es que, como no se puede viajar tan continuamente, hay que esperar que la gente venga a Lima, por eso siempre ando atento a los eventos, a los congresos, para ver quién pasa por acá. Si tienes suerte y consigues el correo electrónico de esta persona, también puedes contactarlo antes tú. Por ejemplo, ahora que viajaré a Buenos Aires he contactado a dos personas, que pienso entrevistar, por ese medio.

¿Cómo te describirías como entrevistador?
Soy mitad racional y mitad emocional. Hay un cuestionario base, porque es parte del método: primero hay que leer la obra de este autor, luego mínimamente lo más importante que se haya escrito sobre esta persona, y a partir de ahí ya tejer el diálogo. Ahora, hay muchas cosas que no están en el libreto, porque puedes estar conversando y de pronto surge un tema de alguna de sus respuestas, que te da pie para hacer un comentario o alguna repregunta. Entonces el diálogo puede tener momentos de mucha espontaneidad, momentos muy intuitivos, por más que hayas preparado un cuestionario corto, porque estamos hablando de 12 preguntas. Pero al final en el texto te das cuenta de que tienes alrededor de 20 o 25 preguntas. ¿De dónde salieron? Pues de la conversación.

¿Y cómo enfrentas el tema de la edición?
Por fortuna, cuando los entrevistados son escritores la mayoría de ellos son muy articulados cuando hablan, eso reduce un poco la dificultad de la edición. Lo que he aprendido a hacer, ya que uso una grabadora digital con la que puedo cambiar la velocidad de la desgrabación, es ponerla en velocidad 'dictado'. Así, mientras voy desgrabando voy editando. De repente hay una respuesta con tres o cuatro repeticiones, me quedo con una y borro las demás. Obviamente hay un marco ético, no puedes transformar lo que te ha dicho tu entrevistado en otra cosa, pero puedes editarlo sin traicionar eso, respetando la intención.

¿Por qué elegiste el título Animales literarios?
Pues jugando un poco en pared con varias cosas. Hay un libro, de los años ochenta, publicado en Chile, que se llama Animales Literarios de Chile, de un gran periodista, que es Enrique Lafourcade. También la idea del animal político de Aristóteles, una de las primeras resonancias. Pero también es un animal literario porque los escritores tienen un hábitat, tienen una especie de ecosistema: palabras, papeles, tintas. Son animales porque se adaptan a los cambios, no siempre son los mismos. Por ejemplo, el paso de la máquina de escribir a la computadora es un proceso de adaptación, es como cuando el caballo desarrolla cascos más fuertes para poder pisar un suelo de roca.

¿En el caso de los escritores, también sobrevive el más fuerte?
Fíjate que a veces no, porque hay animales de culto que no necesariamente son reconocidos en su tiempo. Hay, por otro lado, los animales que deben esperar la posteridad, como Vallejo, para ser reconocidos. Digamos entonces que aquí no se aplica tanto la ley del más fuerte, este no es un asunto darwinista, es más sutil.

¿Algún rasgo en particular identifica a estos animales?
Cierta tendencia a la vanidad, por ejemplo; aunque es algo que ocurre en cualquier persona que tenga una vida vinculada con el espectáculo en todas sus facetas. Y no hablamos solo de la farándula, porque el arte es una forma de espectáculo, y eso incluye al cine, la literatura y la música. Pero también tienen en común un grado de consciencia muy grande, y eso es algo que se puede hallar en muy pocas disciplinas. Creo que los verdaderos artistas son aquellos que poseen un grado de consciencia sobre lo que están haciendo. No me refiero al control relacional de cada cosa que hagan o digan, pero sí por ejemplo, en el caso de los escritores, la consciencia de estar usando el lenguaje como un objeto artístico. Eso es fundamental.

¿Algunas anécdotas que recuerdes de estas conversaciones, algo que te haya sorprendido?
Muchos. En realidad a mí lo que me sorprende es que, una vez lograda la gestión, en el momento de la entrevista las personas se muestran por lo general muy abiertas al diálogo. Uno se siente recibido con un afecto insospechado. Pero después uno puede desconfiar y ponerse a pensar que esas personas son entrevistados profesionales. En principio no tendrían por qué tratarte mal, ya que estás yendo a hablar sobre ellos.

¿El siguiente libro de entrevistas, esta vez a autores peruanos, tiene ya título? ¿Cuándo saldrá?
El próximo libro se va a llamar Confesiones peruanas y está planeado para julio del 2017. Ya tengo 7 entrevistas de las 22 planificadas. Así que espero que el verano me sea propicio para terminarlo.

Finalmente, ¿quiénes esperas que disfruten esta publicación?
En principio, quisiera que fuse un libro leído por gente relacionada con el ámbito del periodismo cultural, por gente que tenga algún tipo de interés por la literatura, más particularmente por la narrativa latinoamericana. Me sentiría muy halagado si este libro fuera utilizado por estudiantes de periodismo o de redacción, eso sería un logro muy significativo para mí.