10 de Septiembre de 2013

Agua que cambia vidas

Daniel Franco.

Daniel Franco, graduado de nuestra Facultad de Ingeniería Industrial, es uno de los fundadores de Yaqua, una empresa social que produce y distribuye agua embotellada, cuya venta genera recursos que son destinados a financiar proyectos de agua limpia en las zonas más vulnerables del Perú. Actualmente, se pueden adquirir estas botellas en los grifos Pecsa y en las cabañitas de los edificios R y C, así como en la cafetería del Edificio Q de la Universidad de Lima.

¿Qué los inspiró a crear Yaqua?
Este emprendimiento nace de un problema y de una oportunidad. El problema es que cerca de 8 millones de peruanos no tienen acceso a agua potable y 13 millones no disponen de servicios de saneamiento. Además, aproximadamente 3.600 niños mueren todos los años por tomar agua no apta para el consumo humano. Y en Huancavelica, por ejemplo, algunos pequeños tienen que caminar 2 kilómetros diarios para recolectar agua. Por otra parte, vimos una oportunidad: un mercado de agua embotellada que crece a un ritmo de 20% al año. En este contexto nace Yaqua. Buscamos que una parte de este mercado en crecimiento sea transferida a financiar proyectos de agua y saneamiento en zonas de extrema pobreza, a fin de cambiar la vida a miles de personas.

Lo que plantea Yaqua es que, si un consumidor paga por una botella de esta marca, le está dando 8 días de agua limpia a alguien que lo necesita.
Creemos en una teoría del cambio de tres etapas: la primera se refiere a la compra de un producto de Yaqua. La segunda tiene que ver con la concientización del consumidor, quien comienza a comprender los problemas de acceso a agua potable que aquejan a buena parte del Perú. La tercera etapa se vincula con las acciones que pueden transformar esta realidad. Y es que Yaqua, más que un producto, es un movimiento. Todo esto está relacionado con nuestra confianza en la teoría de un tercio: un tercio para mí, un tercio para la sociedad y un tercio para el medio ambiente. “Un tercio para mí” significa satisfacer la necesidad de tomar agua de un consumidor; “un tercio para la sociedad” se refiere a nuestra misión de financiar obras de agua y saneamiento; y “un tercio para el medio ambiente” tiene que ver con la manera como debemos reciclar esta botella u otros recursos.

En la web Yaqua.pe resalta una frase: “Devolvemos el agua que nos presta la naturaleza”.
Además de 9 empresas colaboradoras, contamos con 3 socios estratégicos, entre los que figura Industrias San Miguel. Esta embotelladora de la familia Añaños posee una triple certificación ISO, de la que destaca la certificación internacional ISO 14001 que garantiza el cumplimiento de una gestión adecuada del cuidado del medio ambiente. A través de un convenio, esta firma se encarga de elaborar Yaqua. Por tanto, se trata de un producto que, gracias a esta triple certificación ISO, cumple con los estándares de calidad más altos.

¿Qué proyectos impulsados por Yaqua se avecinan?
El primer proyecto que tenemos en carpeta se ubica en Churcampa, Huancavelica, donde el 88% de sus habitantes no accede a servicios de agua potable. Esta iniciativa beneficiará a unos 210 habitantes y su ejecución será supervisada por la Asociación Servicios Educativos Rurales (SER). En general, en una primera etapa vamos a fomentar la realización de 2 tipos de proyecto: uno de captación de agua y otro conformado por ecofiltros.

Darle forma a un emprendimiento propio siempre implica riesgos. En ese sentido, ¿apostar por Yaqua fue una decisión difícil de tomar?
Antes de Yaqua, tenía planeado dedicarme a las finanzas. Trabajaba en una gran empresa y estaba encaminado a hacer línea de carrera ahí. Sin embargo, concretar Yaqua era un sueño. Otro fundador de esta propuesta, Fernando Tamayo, renunció a su trabajo el año pasado para concentrarse en este sueño a tiempo completo. Luego seguí sus pasos y dejé mi chamba para apostar al 100% por Yaqua, que es un proyecto que apunta a trascender. Uno de los retos que me he planteado es inspirar a otras personas a que se lancen a llevar a cabo sus ideas de emprendimiento. No hay razones para no seguir el corazón de uno.

¿Cuánto te ha ayudado a afrontar este desafío tu preparación en la Carrera de Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima?
Siempre me gustó que nuestra alma máter esté enfocada en formar profesionales interesados en los negocios. Por otra parte, recuerdo mucho una clase de márketing que era sumamente vivencial. El profesor nos contaba sus experiencias desde que empezó como vendedor hasta que llegó a ser gerente comercial. Lo hacía de tal modo que era como si uno viviera esas experiencias junto a él. Esas clases te marcan y te sirven harto a la hora de asumir retos profesionales, pues es como si ya contaras con una vasta experiencia que te respalda.