Sumilla:
La peculiaridad de la labor del psicólogo clínico radica en la imposibilidad de evadir, por parte del psicólogo, el convertirse en receptáculo de los afectos de sus pacientes. Dicha peculiaridad, que puede describirse como una recíproca “contaminación” entre psicológico clínico y paciente, se acentúa durante las primeras prácticas clínicas en instituciones de salud mental, donde la severidad de los cuadros observados resulta impactante para los jóvenes practicantes. Con el fin de poder manejar las movilizaciones suscitadas en el contacto con pacientes psiquiátricos, se recomienda un trabajo terapéutico personal paralelo.
El presente trabajo girará en torno a la importancia que ha de adquirir en el psicólogo clínico el conocimiento de su mundo interior y, más concretamente, el ámbito referido a sus conflictos personales no resueltos y a sus motivaciones vocacionales. Ello exigirá explorar los niveles de reconocimiento que un grupo de egresados de Psicología de la Universidad de Lima posee acerca de la importancia de un trabajo terapéutico personal, indagando, además, cómo se llega a dicho reconocimiento, y si se están llevando a cabo, o se han llevado ya, estrategias para lograr tal objetivo.
Recurriendo, en metodología cualitativa, a entrevistas semi-estructuradas individuales planteadas a una muestra de 15 egresados de Psicología, podrán conocerse sus opiniones, sentimientos y experiencias frente al problema a investigarse.
La relevancia del trabajo estriba en que los hallazgos producidos permitirán planificar y conducir mejor las prácticas profesionales de las promociones salientes, subrayando la necesidad de tomar conciencia respecto a la dimensión humana del psicólogo clínico, toma de conciencia que implicará la convicción del rango fundamental que ha de jugar el auto-conocimiento en el tratamiento al paciente y, paralelamente, los riesgos negativos a que se expone quien desconoce las propias motivaciones en su labor.
