Viejas prácticas, nuevos riesgos. Análisis de la campaña “No seamos cómplices” para la prevención de la COVID-19

Author(s): 
Celia Rubina

Decana de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP
Miembro del Taller de Sociosemiótica de Lima

Diego Fernández-Stoll

Profesor e investigador de la PUCP
Miembro del Taller de Sociosemiótica de Lima

Elder Cuevas Calderón

Miembro del Grupo de Investigación Semiótica del IDIC y del Taller de Sociosemiótica de Lima
Perfil en el CRIS Ulima

Eymi Basto

Miembro del Taller de Sociosemiótica de Lima

Jaime Vargas

Tesista miembro del Grupo de Investigación Semiótica del IDIC y miembro del Taller de Sociosemiótica de Lima

José García Contto

Miembro del Grupo de Investigación Semiótica del IDIC y del Taller de Sociosemiótica de Lima
Perfil en el CRIS Ulima

Kate O’Connor Farfán

Miembro del Grupo de Investigación Semiótica del IDIC y del Taller de Sociosemiótica de Lima
Perfil en el CRIS Ulima

Miguel Ángel Torres

Profesor e investigador de la PUCP
Miembro del Taller de Sociosemiótica de Lima

2021 / 01 / 25

COVID-19 en el Perú: contexto de comunicación del Gobierno

La crisis sanitaria que se desató a inicios del 2020 ha transformado la sociedad en todos lados, y el Perú no es una excepción. El Gobierno peruano, como muchos otros, intentó controlar la expansión del virus y evitar que el (débil) sistema nacional de salud colapsara. Además de las acciones directas sobre el sistema de salud, el cierre de fronteras y el aislamiento social obligatorio, también fue necesario para el Gobierno hacer campañas de comunicación para promover prácticas de prevención sanitaria, y para desincentivar prácticas que propiciaran un mayor riesgo de contagio.

Desde el inicio de la cuarentena, se registran tres campañas del Gobierno, todas ellas con un tono “paternal”. Esto se puede apreciar en el canal de YouTube de la Presidencia del Consejo de Ministros y en una cuarta campaña que se ubica un poco más allá de la prevención y se orienta a la reactivación económica en medio de la pandemia.

Poner de manera sucesiva los eslóganes usados en estas campañas puede sugerir de inmediato un cambio significativo:

  1. “Yo me quedo en casa”
  2. “Primero mi salud”
  3. “No seamos cómplices” (El COVID no mata solo)
  4. “Lucha, Perú”

Una observación inicial revela que la tercera campaña está marcada por el énfasis negativo, además de la clara presencia de la muerte como parte del eslogan (aunque no lo estuvo tanto en los videos).

Otra correlación notoria es la línea de tiempo entre las campañas y la evolución de la línea temporal del número de contagios en el Perú. Las tres campañas “positivas” responden a escenarios menos “trágicos”, mientras que “No seamos cómplices” se propone y ejecuta poco después del momento de mayor incidencia de contagio del virus.


Figura 1. Línea de tiempo del contagio de la COVID-19 en el 2020 y fechas de lanzamiento de las campañas de gobierno. Fuente: Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, 2020. Adaptación por Kate O’Connor.

Complejidad del texto de campaña

La campaña bajo estudio fue alojada en la página https://www.noseamoscomplices.pe. Esta se fue alimentando a lo largo del tiempo con diferentes productos que han hecho el estudio complejo y diverso, no solo por la tematización de los “peruanos” que perfila diferentes en actividades y niveles socioeconómicos, sino también por el cambio en el perfil del rol del “Gobierno” frente a su “audiencia”.

Entre la diversidad de piezas de video, destacaron algunos núcleos que el equipo de docentes se concentró en estudiar. La serie “Prácticas riesgosas” agrupa varios videos (entre los más vistos de la campaña) en los que varios individuos realizan alguna acción o conducta “común” (prepandemia) y luego se muestra la “consecuencia” de esa negligencia. Microcuentos con carga moralista fueron la “punta de lanza” de la campaña. La serie “Héroes ciudadanos” se enfoca en las acciones de individuos “comunes” (comerciantes, amas de casa) que hacen algo “especial” para promover las “nuevas buenas prácticas” de seguridad y protección contra el virus. La serie “Vivir para contarlo” se enfoca en la historia testimonial de personas que padecieron el virus, estuvieron al borde de la muerte y han sobrevivido, incluso con graves secuelas. Luego, las series de videos se abren mucho más temáticamente, sobre todo en el orden de las instrucciones, nuevas reglas, buenas prácticas para la protección (en la calle, en la casa, en el comercio, etcétera).

No obstante las consideraciones sobre la diversidad de matices del material analizado bajo la sombrilla de la campaña, es necesario poner atención al eslogan de campaña “El COVID no mata solo. No seamos cómplices”. Más allá de la variedad observada, esta frase supone el argumento principal de persuasión.

Hacia la manipulación pasional del riesgo

El enunciador-manipulador “Gobierno” esgrime el juicio negativo “complicidad” (ser-“criminal”) como propuesta para afectar el deber-hacer (protegerse, cuidarse, usar mascarilla, mantener distanciamiento social) o el deber-no-hacer (no tomar con los amigos en la calle, no reunirse con familia o amigos, no jugar pichangas).

Por supuesto que los matices figurativos se complican más allá de una simple provocación (Greimas y Courtés, 1990) al “llamar” a alguien “cómplice”. Las narrativas de los videos “Prácticas riesgosas” suponen, en la dimensión del relato, que alguien muy querido o cercano se enferma de COVID (y podría morir). La misma actualización de “muerte” aparece en “Vivir para contarlo” y en la campaña gráfica. Por tanto, además de la provocación, aparece la estructura clara de la intimidación (Greimas y Courtés, 1990). Esto sucede a diferencia de las campañas de comunicación previas, que sostenían un tono más “amable” con su enunciatario (Greimas y Courtés, 1990), basadas en sistemas modales de la manipulación por adulación (o seducción según Greimas y Courtés, 1990): “Yo me quedo en casa” o “Primero mi salud” (el enunciatario es el sujeto que sabe-hacer y sabe-no-hacer) para evitar los riesgos y el peligro del contagio y la posible muerte.

Al enunciatario, desde las campañas anteriores, se le define como un sujeto que entiende los riesgos de contagio del virus y que, por ello, realiza una serie de performances (Greimas y Courtés, 1990) para evitarlo. Por tanto, es un enunciatario competente, o al menos alguien en quien se construye la capacidad cognoscitiva (entiende por qué debe quedarse en casa). Dicho de forma general, durante la cuarentena, el enunciatario (sujeto que sabe) cumple con las nuevas normas y regulaciones. El Estado los manipula de manera exitosa y los individuos cumplen consensualmente las indicaciones; por supuesto, esto se puede afirmar desde del discurso de esas campañas. El enunciatario se mueve dentro de la constelación de la prudencia (Landowski, 2009) y bajo un régimen de riesgo aceptado, un sentido de seguridad. Sin embargo, solo hace falta un poco de memoria o una búsqueda rápida para constatar que muchos individuos no cumplieron con las normas y prácticas “seguras”.

En cambio, en la comunicación de la campaña “No seamos cómplices”, se define un enunciatario que “no-sabe-hacer” o “no-sabe-no-hacer” y que, precisamente, termina en infracción de contrato de este nuevo programa social de aislamiento y cuidado sanitario, en vista de que está en la constelación de la aventura, como señala Landowski (2009). Las diferentes piezas y los grupos de videos aquí organizados señalan que el enunciatario “no-cree” en el peligro que representa el virus (“Aquí lo espero, parao’ y sin polo”) o “no-sabe-hacer” cómo cuidarse, de ahí la cantidad de videos instructivos sobre prácticas adecuadas de lavado de manos y limpieza de productos.

Así, el enunciador (Gobierno del Perú) asume la tarea de “hacer-sentir” - “miedo”, bajo la lógica de intimidación (inminencia de enfermedad, sufrimiento y muerte) o “hacer-sentir” - “culpa”, bajo la lógica de provocación (“no seamos cómplices” con el virus, de la muerte de los seres queridos). Se enfatiza que las prácticas prepandemia ahora son riesgosas, son una aventura que puede llevar al accidente de muerte. Son las mismas (viejas) prácticas que antes, “felices”, eran signo de “vida”; ahora, representan o implican enorme riesgo y, por tanto, (potencial) “muerte”.

Ideas finales para continuar la reflexión

Una tabla puede surgir de las líneas previas, extrapolando y ampliando el modelo de Landowski (2009) y complementándolo con algunas de las estructuras reconocidas hasta el momento en el análisis de la campaña, tales como el tipo de manipulación y las modalidades del enunciatario:

Tabla 1
Comparación entre campañas previas y la campaña “No seamos cómplices”

Criterios Campañas de comunicación previas Campaña “No seamos cómplices”
Régimen de riesgo Seguridad, riesgo limitado Inseguridad, riesgo puro
Constelación Prudencia Aventura
Manipulación Adulación Provocación, intimidación
Modalidad hacer-hacer Hacer-querer “vida”, “salud” Hacer-sentir “miedo”, “culpa”
Enunciatario Competente Incompetente

Nota: Elaboración propia.

Este planteamiento deja abiertas preguntas sobre la “ciudadanía” o “civilidad” del enunciatario que en el análisis han surgido. Si bien el ensayo no pretende resolver el estatuto del destinatario de las campañas, se puede señalar que un componente de la “civilidad” y de “ser ciudadano” corresponde con la “prudencia” y la experiencia de “riesgo aceptable”. ¿Se dirige el “Gobierno” a un ciudadano (responsable) o a un individuo, habitante (irresponsable)? ¿Esta estructura varía en el discurso según las necesidades de nivel socioeconómico? ¿Son la formalidad y la informalidad factores de la “ciudadanía” del discurso del Gobierno sobre su enunciatario? ¿Se banaliza la “heroicidad” de simples actos de obediencia a las reglas de la “nueva normalidad”?

La “heroicidad” de varios videos, “salvar vidas” por medio de performances de cuidado, regresan al enunciatario de la “aventura” a la “prudencia”. Los diferentes aspectos de la campaña, aunque muchas veces de forma inorgánica, pretenden reprogramar al enunciatario; llevarlo del ajuste a la aceptación del nuevo programa, en el que las nuevas prácticas (sanitarias) lleven de retorno a las “viejas seguridades” de conservación de vida y salud.

Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición):
García-Contto, J., Rubina, C., Basto, E., Cuevas-Calderón, E., Fernández-Stoll, D., O’Connor, K., Torres, M. Á., y Vargas, J. (25 de enero de 2021). Viejas prácticas, nuevos riesgos. Análisis de la campaña “No seamos cómplices” para la prevención de la COVID-19. Scientia et Praxis: Un blog sobre investigación científica y sus aplicaciones. https://www.ulima.edu.pe/idic/blog/viejas-practicas-nuevos-riesgos

Referencias

Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades. (2020). Situación actual. COVID-19. Perú 2020. 20 de diciembre. Obtenido el 20 de diciembre de 2020 de https://www.dge.gob.pe/portal/docs/tools/coronavirus/coronavirus201220.pdf

Greimas, A. J., y Courtés, J. (1990). Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid: Gredos.

Landowski, E. (2009). Interacciones arriesgadas. Lima: Fondo Editorial de la Universidad de Lima.

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