13 de Marzo de 2019

Talento en el negocio de la moda

Yahel Waisman es una de las diseñadoras de moda más originales y osadas de Lima. Se ha ganado una buena fama por interpretar muy bien la personalidad de sus clientes y reflejarla magníficamente en un vestido.

También destaca por llevar muy bien su negocio, con puntualidad y un orden poco común en el mundo de la moda. Ella reconoce que eso se lo debe a la Carrera de Administración de la Universidad de Lima, donde aprendió todo lo necesario para manejar su propia empresa.

¿Cómo así iniciaste este negocio?
La motivación para iniciarlo nació cuando practicaba en RGS, un bróker textil. Ese fue mi primer trabajo antes de graduarme de Administración. Trabajaba en el área de Control de Calidad y me ocupaba de ver que todo saliera perfecto y que se siguieran los lineamientos del diseño del cliente. Mi trabajo no tenía nada que ver con creatividad; sin embargo, ahí me di cuenta de que me gustaba mucho el diseño y decidí estudiar Diseño de Modas. Primero me inscribí en un instituto, donde confirmé que el tema me encantaba, después hice unas prácticas cortas con la diseñadora Ani Álvarez Calderón para asegurarme de que eso era lo mío. Me gustó la dinámica de estar en el taller y todo lo que pasaba ahí; no diseñé nada, pero veía el funcionamiento de la empresa. Finalmente me fui a España, a hacer la Maestría en Diseño de Modas de la escuela Felicidad Duce. Y luego a Londres, a la escuela Central Saint Martins, para seguir cursos de especialización en creatividad, estilismo, fotografía de moda, etcétera. Ya con todo ese bagaje volví a Lima decidida a abrir mi atelier.

¿Recuerdas el primer vestido que creaste?
Claro, eso fue en el 2011. Fue un vestido de novia para una amiga. Nos lanzamos a la piscina las dos y salió muy bien. A partir de ahí me fueron recomendando, porque así funciona este negocio, por recomendaciones. Primero llegaron mis amigas, luego las conocidas de mis amigas; se fueron pasando la voz y me convertí en lo que soy ahora, tengo una marca y mi propio atelier.

Tu especialidad son los trajes de novia y trajes de noche, ¿verdad?
Eso es lo que más me gusta hacer, sobre todo trajes de novia. Vi que ese era un nicho de mercado, había una fuerte necesidad de las mujeres de encontrar vestidos diferentes, que pudieran reflejar su personalidad y no sentirse disfrazadas en una fiesta.

¿Cómo es el vínculo que entablas con cada novia que llega a tu atelier?
Con cada una se construye un proceso diferente, pero por lo general viene la novia, tomamos un café y conversamos sobre cómo será su matrimonio, los colores que le gustan, veo fotos o revistas que ella pueda traer para tener referencias sobre sus gustos y, así, voy percibiendo su estilo y le hago una propuesta. Algunas mujeres son más fáciles de leer, algunas simplemente entran y basta una mirada para darme cuenta de su estética. Hay mujeres que tienen un estilo deportivo, otras están en una onda geométrica... Pero esto se trata de un proceso, no hacemos una sola cita, sino que a lo largo del proceso voy conociendo a la novia para reflejar su personalidad en el vestido.

¿Cómo describirías tu estilo?
Mi estilo es contemporáneo, vanguardista, tiene una influencia europea, no tiene nada que ver con lo clásico, es algo más atrevido.

¿Qué colores te gustan?
Uso tonos pasteles, ese es un ADN de mi marca. Trabajo mucho en una base pastel con acentos coloridos en bordados.

Eres graduada de Administración de la Ulima. ¿Cómo te ha ayudado tu carrera en este negocio?
Me ha ayudado muchísimo, porque manejo el negocio al 100%. En mis primeros cuatro años hacía todo yo misma, me ocupaba de la parte creativa y de gestionar la empresa. Si bien hoy no hago la contabilidad, entiendo perfectamente qué es un estado financiero, el análisis de ganancias y pérdidas, sé de recursos humanos, motivación, beneficios laborales, etcétera. En la Universidad de Lima adquirí todas las herramientas para llevar bien mi empresa y sus procesos, aprendí a optimizarlos. Esta industria necesita ser eficiente, puntual, moderna. He tenido oportunidad de ver otros talleres y su parte administrativa es muy básica; aquí yo he puesto en práctica mis conocimientos de Administración y eso me ha ayudado mucho. Mis clientes que han pasado por otros lugares me dicen que notan la diferencia, porque aquí lo tengo todo bien esquematizado para que todo fluya a la perfección, para que el proceso sea fluido y organizado.

Tus clientes valoran esa combinación de diseño de modas y administración que te caracteriza.
Sí, por supuesto. Cuando trabajas con clientes, los procesos tienen que ser eficientes y claros, todo debe funcionar de una manera muy estructurada, no informal. Al tener esta base administrativa que adquirí en la Universidad de Lima, puedo lograr todo eso y tomar las riendas de toda la cadena de producción.

¿A qué diseñadores admiras?
Me encantan los diseñadores del Medio Oriente, de Líbano y los países árabes en general, de Israel. De ahí proviene mi influencia más grande. Me fascina ese estilo y también otros más convencionales, como Dior, por ejemplo. Me gusta ver el trabajo de diseñadores de todas partes para inspirarme, incluso el de los nuevos y desconocidos. Las redes sociales me ayudan mucho a verlos. Conozco a diseñadores muy jóvenes de Australia, de países nórdicos, etcétera. Varios no tienen muchos seguidores, pero son muy buenos.

¿Por qué decidiste hacer tu primer desfile en Canadá?
No fue tanto una elección, la verdad es que me invitaron de Vancouver Fashion Week. Cuando me llegó la invitación por correo, no sabía qué hacer. Me enteré de que Noe Bernacelli había participado antes ahí y por eso me atreví a ir. Fue una gran experiencia presentar mi colección en un lugar desconocido, un mercado diferente. Fue bonito, realmente, y me dio confianza para presentarme aquí también, en Lima, en Lif Week.

¿Cómo ves el diseño de moda en nuestro país?
Nos falta bastante por desarrollar. Faltan propuestas más frescas, hay algunos diseñadores jóvenes que emergen, pero deberían ser miles.

¿Qué te distingue como diseñadora?
Mi propuesta siempre ha sido muy diferente a todo. Trato de ir adelante, de estar al día con la pasarela europea, no me gusta quedarme atrás de las tendencias internacionales. Por otro lado, tengo una buena capacidad para adaptarme al cambio. Si veo que comienzo a repetir mucho alguna cosa, como el encaje, por ejemplo, le doy la vuelta al tema, uso el encaje de otra manera, propongo algo más fresco para no aburrirme y para que la gente tampoco se aburra de ver lo mismo. Las personas quieren algo que las refleje, que sea distinto, exclusivo, y mi propuesta de novias refleja un diseño creativo, innovación en telas, colores, texturas. Yo llevo a las bodas novias más atrevidas, creo que eso me diferencia bastante del mercado actual. Y mi servicio es completamente formal. Justamente el año pasado contraté a una practicante de la Universidad de Lima que me reestructuró toda la empresa, fue excelente. Sin orden no se puede trabajar. Ella estandarizó los procesos. Además, cuento con Camila, que es una gran asistente. Rodearte de gente capaz es fundamental en un negocio.