25 de Septiembre de 2020

La inclusión social urbana

Elder Cuevas, docente e investigador de la Universidad de Lima, reflexiona sobre el concepto de lo público en nuestra vida social y lo enlaza con la pandemia de la COVID-19, en la serie de videos Qué futuro quieres construir

Cuevas comienza diciendo que, antes de esta pandemia, la situación de Lima ya era compleja. Las personas iban ganando o perdiendo derechos. Había más de 800.000 viviendas en situación de hacinamiento. Indica que ese mismo sentimiento de ahogo persiste actualmente. 

Para el docente, la crisis que vivimos no es solamente un problema del débil sistema de salubridad de nuestro país. Es, al mismo tiempo, una crisis de la gestión del espacio público. De hecho, las aglomeraciones constituían el modo en que se resolvía la vida pública en la ciudad.

Actualmente, en su opinión, debatir sobre la situación de lo público es enfrentarnos concretamente a la pandemia. Pugnar por el espacio público es principalmente pugnar por la inclusión social urbana. En el video expresa:

“Lima es una ciudad que tolera la desigualdad, sigue siendo ancha y ajena para muchos. Si duele lo que vemos es porque la anestesia de un país que fue inflado al ritmo de ‘más mercado y menos Estado’ devela el precio que estamos pagando con el fomento de emprendedores en vez de ciudadanos”.

Asimismo, señala que la libertad del mercado debilita el corpus social. Y añade:

“Frente al fracaso de la promesa republicana, que prometía igualdad, instituciones y ciudadanos, los fuegos artificiales del neoliberalismo prometieron libertad, mercado y emprendedores, y con ellos se pagó un alto precio: el desamparo de la vida pública, los servicios públicos, principalmente todo aquello que podíamos llamar como de mutuo interés”.

El papel del mercado

Así, señala que la ciudad recurre al mercado para exigirle derechos. Sin embargo lo que encuentra es un “lo siento, ya no hay de este modelo”. En este sentido, se hace necesaria una mayor presencia del Estado, pero como garante, como una entidad que respete y haga respetar la vida pública, y, obviamente, que sea fiscalizado. 

Cuevas se pregunta si en estas circunstancias podemos esperar alguna esperanza, e indica que sí, paradójicamente en la vida comunitaria. Pero se refiere a una vida comunitaria que no solamente esté regida por vínculos económicos o políticos, sino que pueda tender puentes sólidos entre fraternos. Es decir, asumir el costo de lo que hacen nuestros hermanos y protegerlos.

“Llevar la mascarilla no solo es para no contagiarse, sino para no contagiar a otro. El debate de lo público clama por un ‘todos’, por un ‘nosotros’. Forjemos un ‘nosotros’ y empezaremos a combatir la pandemia”, finaliza.