20 de Octubre de 2015

Realizadores de ‘NN: Sin identidad’ conversaron en la Ventana Indiscreta

NN: Sin identidad, película escogida para representar al Perú en los Premios Óscar, es considerada por buena parte de la crítica como la mejor producción nacional del año. Tras su buen recibimiento, su director Héctor Gálvez, ganador al premio al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), acudió a un conversatorio en la Ventana Indiscreta dedicado enteramente a la película. El evento, realizado el 23 de septiembre, también contó con Mario Bassino, Carolina Denegri y Paul Vega, director de fotografía, jefa de producción y actor de la película, respectivamente, y fue moderado por el crítico de cine Rodrigo Bedoya.

El director inició la conversación recordando el caso de una amiga suya, antropóloga forense como los protagonistas de la película, quien encontró junto a su equipo un noveno cadáver en una exhumación en la que pensaba encontrar solo ocho. Este no tenía ningún rasgo identificatorio, salvo la foto de una chica en el bolsillo de su camisa. Esta situación sería finalmente la premisa de la cinta, complementada por las experiencias de Gálvez en la documentación audiovisual de la investigación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

La historia atrapa desde un inicio, pero lo que más llamó la atención de Paul Vega, protagonista de la película, fue que a pesar de lidiar con situaciones tan densas su personaje no parecía estar desbordado. “El guion mostraba bien esa carga contenida”, explicó. Luego, contó cómo el grupo se juntó con un equipo de antropólogos forenses para aprender cosas tan básicas como la forma correcta de coger un cráneo. Pero también detectaron en ellos características más profundas, como lo pesado que les resulta el trabajo, que suelen dejar para siempre pasado un tiempo. Además, algo que potenció su interpretación fue la libertad que le dio el director para hacer los ajustes que considerara necesarios, aunque fueran en un sentido distinto al planteado por el guion.

Para lograr la tensión de la película fue crucial manejar bien la atmósfera. Por eso Mario Bassino tuvo instrucciones muy claras de Gálvez, quien le dijo que sentía al filme como una historia de fantasmas. Por ello jugó mucho con las siluetas y las sombras, además de buscar una sobreexposición intencional y también arriesgada de la imagen, pues no se hizo en posproducción sino en la cámara misma. La elección de la locación también debía colaborar para darle fuerza a la atmósfera y Carolina Denegri tuvo una labor ardua para hacerlo. Ella contó que tuvo que recorrer 78 locaciones que no quedaron, lo que explica que el laboratorio que se ve en la película sea en realidad una mezcla de distintos sitios.

Otro punto de la conversación fue en torno a la filmación en formato digital, un proceso distinto al de Paraíso, la primera película de Gálvez. Para Bassino, esta nueva forma de trabajar tiene pros y contras, dado que la tecnología ayuda pero tiene sus propias complicaciones. La pérdida de material es una tara que no se ha corregido del todo desde el celuloide —el director comentó que una escena de NN se perdió de un disco duro— y ahora se es mucho más dependiente de la posproducción.

El último tema abordado por Bedoya fue el de la reedición de la película. Al inicio de su exhibición en festivales, el corte de la cinta era uno distinto al que terminó estrenándose de forma comercial. Gálvez fue muy sincero: la presión de los coproductores internacionales lo llevó a una primera edición más contenida y apresurada. “Hay que dejar que la historia respire”, dijo, y parece que fue esa máxima la que lo acompañó para editar la versión final de su película, una seria candidata a competir en la categoría de mejor película en lengua extranjera en los Premios Óscar.