06 de Mayo de 2016

Con madera para el negocio

Mientras sus amigos jugaban en el parque o se divertían en la playa buena parte del verano, Drago Bozovich se la pasaba en la selva o en algún aserradero, jugando, familiarizándose con el negocio de su padre, que tenía una maderera y tuvo el buen criterio de involucrar a sus hijos en este quehacer para que, más adelante, habiendo estudiado una profesión, pudieran dirigir el negocio con un profundo conocimiento de él. 

Administrador por la Universidad de Lima, Drago es hoy CEO de Maderera Bozovich. En la siguiente entrevista cuenta cómo se inició en la maderera y transmite su amor por el bosque y su visión acerca de cómo se le debe aprovechar para lograr que dure por siempre.

¿Cómo fueron tus inicios en Maderera Bozovich?
La historia comienza en mi niñez. Mi padre siempre nos expuso a la empresa y al trabajo. Mientras jugábamos, acompañándolo, aprendíamos mucho. Ya de adolescentes, durante los veranos, practicábamos. Hubo veranos que trabajamos clavando pallets (armazón que permite el traslado de carga) y terminábamos con las uñas negras; otras veces cubicando (calculando la cantidad necesaria de material para terminar la obra) y recibiendo materia prima o clasificando la calidad del producto terminado y, al final, vendiendo los productos en el mercado local, acompañando a un vendedor sénior. Ya en la Universidad me especialicé en comercio exterior, pues me gustaba viajar (a mi papá le aterraban los aviones) y mi inglés era bueno.

¿En qué momento comenzaste a trabajar de una manera formal?
Desde que salí del colegio (1994) comencé a practicar formalmente, en temas relacionados con la parte comercial, porque era lo único que se adaptaba a mis horarios tan variables y cambiantes. Procuraba matricularme en cursos muy temprano en la mañana o muy tarde para tener la mayor parte del día útil y así poder trabajar.

¿Qué es lo más importante en el negocio maderero y de qué manera afecta la tala indiscriminada que llevan a cabo los informales?
Lo más importante es entender que el aprovechamiento sostenible de los bosques es la mejor forma, y la única probada que funciona en países en desarrollo como el nuestro, de conservar los mismos. Al dar valor económico a esa tierra como bosque en pie, aseguramos que alguien la cuide y aproveche, dé trabajo formal y digno a muchas personas y cree una economía formal y socialmente inclusiva que evite que esos bosques se destruyan por actividades no sostenibles o informales. La tala que llevan a cabo agentes informales es una práctica desleal con la que, desafortunadamente, tenemos que competir. Muchas veces, los formales fracasamos en este intento al tener costos mucho mayores, viéndonos forzados en la mayoría de los casos a exportar.

¿Cómo afecta el problema de la deforestación?
La tala ilegal o robo de madera es un problema que debe ser combatido, como ya se viene haciendo, pero no es una actividad deforestadora. La verdadera deforestación proviene del cambio del uso del suelo para actividades agropecuarias (legales y no), que son las que queman y destruyen el bosque, emitiendo gases de efecto invernadero en el proceso. Debemos entender que sin un aprovechamiento sostenible del bosque fracasamos como seres humanos, como especie. El sector forestal es clave para la conservación de nuestros bosques. El aprovechamiento forestal sostenible es el primer eslabón de una cadena de formalización, de generación de valor, de inclusión social, que muchas de las veces incluye a comunidades nativas de nuestra lejana y remota Amazonía, permitiéndoles acceder al mercado con sus recursos, ponerlos en valor, para siempre. Un bosque bien manejado es para siempre.

¿La madera peruana tiene alguna ventaja frente a otras maderas?
Muchas. La madera proveniente de bosques tropicales es, por naturaleza, más bella y durable que la de bosques templados. También es resistente a la intemperie, suficientemente dura para fabricar desde pisos hasta puentes y juegos para parques infantiles. Tiene colores vivos y texturas ricas. Solo lo mejor y más exigente se produce con nuestra madera. A veces, de manera injusta, nos preguntan: ¿cómo Chile puede exportar más? Si bien es cierto que con políticas estatales orientadas a promover la actividad forestal (como lo es el Plan Nacional de Diversificación Productiva) se puede ayudar a que el sector crezca mucho en un mediano plazo, difícilmente alcanzaremos a Chile. Pero la razón radica, justamente, en nuestro patrimonio forestal (bosques naturales superbiodiversos versus plantaciones). Me explico: el Perú cosecha de manera silvestre y con bajo impacto maderas finas que se transformarán en elementos de decoración; mientras que Chile, de manera masiva e intensiva, produce madera con fines estructurales. Cabe precisar que ambas pueden convivir y, de hecho, van juntas muchas veces: material chileno que va por dentro y material peruano que recubre y decora, por ejemplo.

¿Adónde se distribuye tu madera y en qué forma (sillas, parquet, materia prima, etcétera)?
Nuestros productos de madera se distribuyen en muchos mercados, incluido el peruano. Nuestro mercado va, curiosamente por lo mencionado anteriormente, desde Chile hasta Japón, pasando por una veintena de otros países. Nuestros productos, en su mayoría, tienen un alto valor agregado, muchos son productos terminados, listos para su instalación. También fabricamos en Asia y estamos desarrollando un intenso programa de productos importados que complementan nuestro portafolio. Apuntamos a buscar soluciones integrales para nuestros clientes.

¿Qué planes tienes a largo plazo?
Maderera Bozovich, desde hace un tiempo, busca liderar un esfuerzo por incentivar la certificación forestal voluntaria con estándares FSC. Con nuestro ejemplo buscamos inspirar a otros operadores forestales y comunidades nativas a certificar sus bosques bajo los mejores estándares mundiales de certificación, demostrándole al mundo que en el Perú también se pueden hacer las cosas bien. Estos productores certificados pueden formar parte de nuestra cadena productiva y de valor, y de esta forma integrarse al mercado nacional e internacional de productos sostenibles producidos con responsabilidad. Promovemos también la investigación e innovación tecnológica y la transferencia de conocimiento técnico a empresas nuevas y pequeñas. A través de una asociación con la ONG Aider y CITEIndigena, esto está comenzando a ser posible.

¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Muchos, la mayoría muy gratos. El quiosco, una Inka Kola y ver amigos entre clases. Excelente networking ahora que veo para atrás. Muy buenos profesores. Cada uno aportando su granito de arena para nuestra permanente formación. ¡Gracias, Ulima!