15 de Abril de 2016

Elio Leturia estrenará documental sobre Tita Lage

Elio Leturia (Comunicación) es profesor en Columbia.

Elio Leturia estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Su interés por las imágenes y su habilidad para plasmar ideas gráficas sobre el papel lo llevaron a especializarse en diseño gráfico. Luego buscó una manera de enseñar todo el conocimiento que había reunido y trabajó como docente en la Universidad de Lima. También fue director de Diseño en el diario El Comercio.

Hoy, como profesor asociado de Periodismo en Columbia College de Chicago, en Estados Unidos, comienza a explorar el lenguaje del video y ha producido el cortometraje Tita Turns 100, que se estrenará el 22 de abril en el Primer Festival de Cine Feminista de Chicago.

¿Qué te motivó a escoger este tema para el documental?
Yo tengo mucho interés en rescatar las historias de los inmigrantes. Estados Unidos es un país construido por extranjeros y la situación política actual nos muestra cuánto rechazo existe hacia quienes llegamos en las últimas décadas. Contar historias de inmigrantes de toda procedencia y condición ayuda a abrir los ojos de la población en general. La historia de Tita Lage, mi protagonista, ejemplifica la vida de una inmigrante.

¿Podrías comentar los pormenores de la producción de este documental?
Empezó como mi proyecto sabático. Me compré un iPhone, me matriculé en un curso de edición de documentales y me tiré al agua. No tenía claro lo complicado y laborioso que sería el proyecto, a la vez que perfeccionaba mi manejo del software digital. Siguiendo las tendencias del periodista actual, que hace de todo, escribí el guion, grabé las entrevistas, busqué todo el material visual de apoyo luego de meses de investigación, hice el trabajo fotográfico de escaneo y Photoshop, restauré fotos antiguas, seleccioné el sonido y los efectos sonoros. Pasé meses editando, añadiendo gráficos y subtítulos, pues el documental es completamente bilingüe. Lo único que no produje directamente fueron los gráficos, la corrección de color y la mezcla de audio. Para la música, trabajé con Sebastian Huydts, un colega del departamento de música, quien creó el tema original en piano, “La Tita”. Luego se nos ocurrió convertirla en tango y, por último, en blues, para marcar el paso de la protagonista: de Galicia a Buenos Aires y a Chicago.

¿Cómo se llevó a cabo la investigación?
Una vez que descubrí la fascinante vida de Tita Lage, quien nació en España en 1913 y cruzó hemisferios y la línea ecuatorial para llegar a Buenos Aires en 1930, y finalmente se mudó a los Estados Unidos a los 73 años, decidí empezar la producción el día de su fiesta, por sus 100 años. Ya sabía que ella había conocido al icono del tango Carlos Gardel y a la primera dama Eva Perón, también que había sido amiga muy cercana de Tita Merello, la primera actriz argentina en hacer cine. Ahora tocaba encontrar todos los materiales de archivo que apoyaran la historia, desde fotos hasta música y efectos sonoros. Fueron largos meses de trabajo. Tita me contaba del edificio en el que vivió en Buenos Aires, donde funcionaba la Confitería Real, a la cual iban todos los artistas. Me la pasé buscando sin éxito, hasta que encontré un blog que contaba que en la actualidad funcionaba allí una pizzería. En mi búsqueda de material, conocí a un fotógrafo argentino, Mariano Rebasa, a quien le pedí que buscara el edificio y lo fotografiara.

¿Quiénes te ayudaron en este trabajo?
Conté con la ayuda de Alba Guerra (hija de Tita), quien me facilitó material fotográfico y me ayudó a preparar a Tita para las tres entrevistas que le hice. Tita es inquieta y, en medio de la grabación, quería caminar y servirse un mate. “Tita, ¡no te muevas, que tienes el micrófono prendido a la ropa!”, le decían. Cuando presenté una temprana versión del documental en una conferencia de periodismo, Alba me contó que Tita le dijo al terminar de verlo: “¿Yo hablo tanto?”. Además, conté con el apoyo de Sharon Zurek y otros profesores del departamento de cine de Columbia College. Tengo la suerte de trabajar en una universidad que me permite tomar cursos, lo cual a la vez me ayuda a estar completamente actualizado.

Tras esta experiencia, ¿podrías comentar qué te interesa más: el diseño gráfico o lo audiovisual?
El diseño gráfico es mi caballito de batalla. Lo vengo haciendo por 35 años. Pero yo nunca me he quedado en una sola área. He sabido combinar la investigación, la redacción y edición de contenido escrito, tanto en inglés como en español, con la fotografía, la ilustración, la infografía, la publicidad, el diseño de sitios web, y ahora con el audio y el video. Recuerda que yo hice posible la primera aparición de infográficos electrónicos en la prensa peruana. En la actualidad, los periodistas hacemos de todo, pero yo me había adelantado, pues venía haciéndolo mucho antes de la crisis de los periódicos, ante la aparición de internet. Es mi personalidad, yo no puedo quedarme quieto.

¿A qué te dedicas actualmente en Estados Unidos y cuál ha sido tu trayectoria ahí?
Soy profesor asociado de Periodismo en Columbia College Chicago, una universidad dedicada a las artes y los medios de comunicación. Dicto cursos de periodismo multimedia y diseño gráfico. Enseño incluso Reportaje en Español, el único curso universitario de su tipo que se ofrece en el Estado de Illinois. En Lima, luego de rediseñar el diario El Comercio, llegué aquí, en 1994, contratado como director de arte de la publicación en español de la compañía Tribune de Chicago. Pasé diez años como diseñador en el diario Detroit Free Press, donde también publiqué editoriales y artículos de música, comida, estilos de vida y viajes. Fui el único diseñador que escribía para el diario.

¿Cómo ves el nivel del diseño gráfico en el Perú?
He visto trabajos muy interesantes en la gráfica peruana, tanto en publicidad como en editorial. La tecnología va a la par. El Perú ha crecido mucho desde que me fui. Me alegra haber sido parte del cambio visual de El Comercio, pues una vez que empezó, ha seguido para adelante con muchísimo brillo. Cada vez que voy a Lima me doy un salto a visitar el diario, ese fue un paso muy significativo en mi carrera.

¿Podrías compartir alguna anécdota de tus tiempos de profesor en la Universidad de Lima?
Yo empecé muy joven. Tenía 23 años y no les llevaba muchos años a mis alumnos. Me hice una fama de ser muy recto. Pero yo siempre he sido muy juguetón y reprimía esa parte de mí en el salón de clases. Ahora me divierto mucho con mis alumnos, cada clase es una aventura y disfruto mucho enseñando todo lo que sé. Por ejemplo, ahora me encuentro matriculado en otro curso de cine y estoy produciendo otro documental. Se lo muestro a los estudiantes y les digo: “Vamos, denme con palo”, y ellos se ríen. “Yo estoy igual que ustedes, lleno de trabajo, estamos sufriendo juntos”.

¿Qué te gusta más de la docencia?
El sentir que puedo ser una pequeña influencia en el éxito de mis alumnos. Ver sus caras interesadas en la creación es muy gratificante. Recibir un correo de un ex alumno, diciéndome que, gracias a su video producido en mi clase, ha conseguido un trabajo, es una satisfacción indescriptible. ¡O que fue nominado para un Emmy!

¿Qué es lo que menos te gusta?
La intrusión de los teléfonos celulares y la dependencia que ocasionan. El celular es mi peor competencia por la atención de los estudiantes. Yo apago el mío en clase. Les digo: “Ustedes son lo más importante ahora”, y lo apago en frente de ellos.

¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Muchísimos. Pasé 15 años yendo a diario. Crecí 12 centímetros en estatura, me crecieron los bigotes. Estuve en el Teatro de la Universidad de Lima (TUL). Canté en la antigua biblioteca. Conocí a Ciro Palacios, mi mentor y maestro. Obtuve la primera Licenciatura en Comunicaciones por unanimidad, solicitud de publicación y felicitaciones del jurado. Gané una beca Fulbright. Obtuve mi nombramiento a los 28 años. Me hicieron padrino de una promoción. Hice mi primera exposición de diseño. Pero lo más importante: fui parte de la vida de cientos de estudiantes que pasaron por mis clases, muchos de ellos exitosos en sus profesiones. Una vez, una ex alumna me dijo vía Facebook: “Yo me hice diseñadora gráfica gracias a ti”. Oh, no, ya se me hizo un nudo en la garganta.