18 de Noviembre de 2013

Cuentas claras, embajadas eficientes

Gaby Villanueva Carranza (Contabilidad) con la condecoración de la Orden José Gregorio Paz Soldán.

Gaby Villanueva Carranza, contadora por la Universidad de Lima, trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores desde hace 27 años. Ha desempeñado los cargos de directora de presupuesto, contadora general y directora de finanzas. Hoy, es jefa de la Unidad de Asignaciones y Contrataciones de los Órganos del Servicio Exterior. En reconocimiento a su trayectoria —que incluye haber servido en los consulados del Perú en Los Ángeles y Miami por casi 9 años—, recibió en el 2012 la máxima distinción que otorga la Cancillería peruana: la incorporación a la Orden José Gregorio Paz Soldán al mérito por servicios distinguidos, en la categoría de gran oficial.

Cuando uno piensa en un contador, normalmente piensa en bancos, empresas, el ámbito privado. ¿Cuál es el aporte que puede hacer un contador a una institución como la Cancillería?
Los contadores tenemos una amplia gama de funciones: algunos están específicamente en el área de contabilidad, otros están en rendición de cuentas, algunos en el exterior y otros, como yo, estamos en el área financiera. Como jefa de asignaciones y contrataciones de los Órganos del Servicio Exterior, tengo la responsabilidad de atender los requerimientos de las 128 misiones que tiene el Perú en el extranjero, entre embajadas, consulados y representaciones permanentes, efectuando la evaluación de su situación financiera y las solicitudes de contrataciones.

En términos prácticos, evaluamos qué está pasando en cada una de estas misiones en materia de contratación de personal, alquiler de sus locales, si hay problemas con la inflación, devaluación, si les alcanzan los recursos asignados, siempre bajo los principios del control gubernamental, costo-beneficio, eficacia, eficiencia.

Asimismo, evaluamos los requerimientos de diversas asignaciones de carácter extraordinario, por ejemplo para gastos de las visitas presidenciales, realización de eventos, cumbres, etcétera, siempre bajo el marco legal, que es el que prevalece en la administración pública.

Podríamos decir que eficiencia y transparencia son las dos grandes virtudes que se requieren en un contador para desempeñarse en el Ministerio.
Y la legalidad. El principio de legalidad prevalece siempre.

¿Cómo llegaste al Ministerio, cómo decidiste trabajar para el Estado?
Originalmente quería trabajar en banca y realicé mis prácticas en 2 bancos. Pero me hablaron de la posibilidad de ir a la Cancillería y que luego de un determinado período también podría trabajar en el exterior. Pensé que sería algo muy interesante para mi familia. Pensé que mis hijos podrían tener una educación mucho mejor de la que mi esposo y yo podíamos darles acá. Y así fue. Por 2 oportunidades estuve en Estados Unidos, fueron casi 9 años allá, y mis hijos han estudiado afuera, habiéndose graduado, lo cual ha sido una gran satisfacción.

¿Es común ver contadores en el ámbito diplomático?
No. Y el Estado necesita más. El Ministerio necesita contadores de primer nivel, porque las revisiones de cuentas deben ser hechas por funcionarios que tengan mucha experiencia, conocimiento y criterio, pues los contextos de nuestras misiones son tan diferentes que el profesional contable debe tener una visión integral de lo que tiene frente a sí: cada país tiene una realidad distinta, documentos de pago que son diferentes, sistemas bancarios que son distintos, entonces uno debe conocer, aplicar el criterio para evitar observar gastos que probablemente se adecúan a los usos y costumbres de cada país.

¿Esto se aprende en la práctica profesional o en las aulas universitarias?
Yo creo que lo aprendí en la Universidad. Recuerdo muchísimo que mis profesores decían: “Ustedes están preparados para vender criterio. Cuando salgan al mercado van a vender criterio, no solo revisiones de cuentas, o cargos y abonos”. El criterio es la base. En la Universidad de Lima nos enseñaron a manejar conceptos, a pensar, y a sacar conclusiones acertadas.

Hablaste de tus días de estudiante, y ahora eres profesora en la Academia Diplomática. Enseñas el curso virtual de Administración de las Asignaciones de los Órganos del Servicio Exterior del Diplomado en Administración y Gestión Pública.
Sí. Hace unos 2 años, me plantearon hacer un curso para el personal diplomático, para consejeros, ministros consejeros, lo que se denomina curso de altos estudios, y acepté. Mi gran motivación fue compartir mi experiencia profesional al servicio de la institución. Las normas en el sector público están hechas en el Estado para realidades que suceden en el Perú, no necesariamente para lo que sucede en el exterior. Además la formación de los funcionarios diplomáticos se desarrolla en otras disciplinas y no en contabilidad. El Servicio Diplomático tiene a profesionales como economistas, abogados, ingenieros, médicos, sociólogos, politólogos, periodistas; entonces la idea del curso era introducir a los funcionarios en los conceptos del control gubernamental y de buenas prácticas para llevar cuentas de manera adecuada, enseñarles cómo se elabora un contrato, cómo se hace una conciliación bancaria, por qué es importante, qué cosa es un libro bancos, cómo lo tienen que preparar y qué cosas tienen que observarse. Luego, adapté el curso para el personal administrativo, que tiene funciones de apoyo.

¿Qué ha significado para ti la condecoración como gran oficial de la Orden José Gregorio Paz Soldán?
Para mí ha sido un honor recibir este reconocimiento institucional y un gran orgullo para mí y para mi familia. También implica la responsabilidad de seguir dando lo mejor a esta institución de la cual he recibido muchas satisfacciones. Creo sinceramente que parte de este logro se lo debo a la formación que recibí en la Universidad de Lima, cuyo nombre llevo siempre con gran orgullo y con la que comparto esta condecoración.

Volvamos a tus años universitarios. ¿Cómo descubriste tu vocación?
Yo quería ser médica, pero alguien nos habló de la Universidad de Lima. En casa nos interesamos, fuimos a la Universidad, a verla, y yo dije que sí. Como tenía uno de los primeros puestos, podía entrar casi sin examen, mi ingreso fue casi directo. Decidí con mi familia estudiar un ciclo o dos, y si me gustaba me quedaba; si no, medicina. Ahora la contabilidad es mi vida. Lo que aprendí en la Universidad me ha marcado tanto, que todo lo que hago lo hago con mucho cariño, siempre con el afán de hacer algo más de lo que se nos pide. Lo más valioso para un profesional es que, al momento en que uno se va, dejar algo de sí, dejar algo diferente, una contribución a la institución. Eso es realmente lo que a mí me motiva. En la Universidad aprendí esto, y espero haber aprendido bien.

¿Qué mensaje darías a la nueva generación de contadores?
Que trabajen arduamente en el lugar en el cual les toque desempeñar funciones, con mística, entrega, aportando sus conocimientos y experiencia para lograr los objetivos de las instituciones, ya sea en el campo público o privado, siempre por el bien de nuestro país.