18 de Octubre de 2013

Servir y asesorar

Guiado por su vocación de servicio, Boris Potozén Braco, abogado de la Universidad de Lima, ha optado por trabajar en el sector público, y actualmente es el director de la Oficina General de Asesoría Jurídica de la Presidencia del Consejo de Ministros, donde lidera a un equipo atento a que las actividades de esta entidad discurran sin sobresaltos en el plano legal.

Tus tareas en esta oficina son variadas e implican mucha responsabilidad. 

Una de mis funciones principales es el adecuado asesoramiento legal a las diversas áreas de la Presidencia del Consejo de Ministros, a fin de encauzar las acciones para que estas se desarrollen en un adecuado marco normativo. De otro lado, la producción normativa es intensa, ya sea en la revisión o en la elaboración de proyectos. No olvidemos que la mayoría de las normas concebidas en el Poder Ejecutivo tienen que pasar por la Presidencia del Consejo de Ministros. Asimismo, realizamos planes de coordinación y articulación con los ministerios y organismos públicos del Poder Ejecutivo, con los gobiernos regionales y locales, así como con la sociedad civil. Estas labores se efectúan mediante una interacción fluida entre las partes y un proceso de diálogo. Estoy convencido de que las cosas no se imponen, sino que hay que socializar para legitimarlas. Esta es nuestra tarea. 

Cuentas con una amplia experiencia en el Estado. ¿Qué resaltas del trabajo en el sector público? 

Desde el lugar donde te desempeñes profesionalmente, debes dar lo mejor de ti, ser consciente de que el espacio que ocupas es único y que no hay otra persona que realice lo mismo que tú. En este contexto, es importante recordar que el funcionario público está al servicio de la gente. Otro aspecto es que nuestras acciones generan consecuencias e impactan en nuestros administrados. Así, reconocer o denegar un derecho, establecer una nueva regulación, proponer el cambio o la modificación de normas, etcétera, son decisiones que deben estar acompañadas de un conocimiento pleno de la situación que se pretende regular, con el propósito de proyectar y medir los efectos de la intervención.

¿Cuáles serían las contingencias u obstáculos del sector público con los que un profesional debe lidiar? 

El Estado es un ente enorme y complejo, donde se demanda rapidez para tomar decisiones. No es fácil gestionarlo. No siempre se actúa con la celeridad que se requiere, pues con frecuencia hay que seguir procesos que suelen ser lentos y burocráticos, además de estar excesivamente regulados. Por eso, dentro del marco de legalidad hay que procurar hacer las cosas de una manera simple, lo que permite llegar positivamente a los ciudadanos. 

¿Cuál es el perfil ideal de un abogado que desee trabajar en el Estado? 

Más allá de los conocimientos y la formación jurídica necesarios para asumir un cargo público, soy un convencido de que existen características inherentes a las personas que las motivan a desenvolverse en el sector público. Algunos de estos rasgos son la vocación de servicio, el trabajo en equipo, la capacidad de organización, el liderazgo, el respeto a los compañeros y, sobre todo, la actitud para enfrentar y buscar soluciones a los múltiples problemas que se presenten. 

¿Qué satisfacciones profesionales de tu carrera nos puedes mencionar? 

He participado en una importante reforma constitucional y legal en materia de pensiones, una gestación de precedentes jurisprudenciales a nivel de altas instancias jurisdiccionales como el Tribunal Constitucional y la Corte Suprema. También he intervenido en reformas organizacionales que han permitido ordenar al Estado en su manejo financiero, modernizarlo y ponerlo en condiciones de brindar una mejor atención de servicios a los ciudadanos. 

¿Por qué optaste por estudiar Derecho en la Universidad de Lima? 

Una gran motivación fue mi padre, también abogado, y a su imagen y ejemplo es que la idea de cursar Derecho fue madurando, hasta que se convirtió en una firme convicción. Con respecto a la elección de la Universidad de Lima, mi deseo era acceder a una sólida formación universitaria basada tanto en conocimientos como en valores. 

¿Qué recuerdas de tu paso por pregrado? 

Siempre he valorado la organización y la planificación de las actividades que llevaba a cabo la Universidad de Lima. Todo era ordenado. Asimismo, recuerdo los amigos y compañeros de clase, la Semana de Derecho, los campeonatos de fulbito o la Semana Universitaria. Era un lindo ambiente en el que se combinaban los estudios con esparcimiento. De otro lado, la Universidad me brindó conocimientos, habilidades y destrezas que hasta hoy me son útiles en mi desempeño profesional. Esta formación y el ejemplo de los maestros han dejado una huella imborrable en mí.