21 de Septiembre de 2018

“La educación es el camino”

Mayte Morales creció con las comodidades de un hogar de clase media y gozó de una educación privilegiada, pero su madre nunca le permitió que se formara una visión limitada de la realidad. Desde pequeña, la llevaba a colegios de escasos recursos, con el pretexto de que la ayudara, pero en realidad quería que conociera y que se formara un compromiso social con la niñez, con la educación y con el Perú.

Y el plan funcionó. Mayte es abogada por la Universidad de Lima y directora general del Instituto Apoyo. Desde ahí promueve una educación basada en competencias multidisciplinarias, que desarrolla el pensamiento crítico en los escolares. Quiere formar ciudadanos preparados para asumir y responder a los problemas del futuro.

Tu madre es abogada y educadora, y tú eres una abogada dedicada a la educación. ¿Es una coincidencia?
Más o menos. Desde chica he estado ligada a la educación. Mi madre dictaba clases de inglés en colegios públicos y mi hermana y yo la ayudábamos los sábados. Tuve una educación privilegiada, pero mi madre siempre se preocupó de hacerme consciente de la realidad del país.

¿Por qué cambios crees que debería apostar la educación?
La educación debe apostar por el futuro. Lo que vivimos hoy no se compara con lo que vendrá después. El ser humano debe tomar conciencia del tiempo y el espacio en que está, para tomar las acciones que lo lleven a las soluciones. No podemos mantener una educación en la que los niños solo reciban información; deben formarse un espíritu crítico, manifestar sus opiniones, proponer soluciones.

¿Eso es lo que intenta lograr el Instituto Apoyo?
Eso intentamos. Nuestros programas van más allá de una educación de calidad, tratamos de cambiar la forma de aprender. No necesitamos una educación memorística, sino una basada en el pensamiento crítico, donde todos le encuentren un sentido a lo que hacen. La meta es que los niños desarrollen el gusto por aprender, que no lo hagan porque un adulto lo impone.

¿Cómo son los programas que ustedes llevan a cabo?
El Instituto Apoyo es una asociación sin fines de lucro, que pertenece al Grupo Apoyo. Se creó hace 28 años. Llevamos a cabo programas como Matemáticas para Todos y Experimento, en los que nos enfocamos en una forma de aprender con base en la solución de problemas, en el desarrollo de competencias como el pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación y la colaboración. En matemáticas, por ejemplo, motivamos a los niños a redactar problemas y no solo a recibirlos y resolverlos. Ellos trabajan en parejas o en grupos y proponen cosas, entrenan sus habilidades de trabajo colaborativo, comunicación, redacción y tolerancia.

Lo que no se ve en la educación tradicional…
Normalmente, vemos que el profesor limita al niño, a veces ni le permite hacer preguntas y eso le pone un freno al pensamiento crítico y a la curiosidad, que es una característica natural de los niños. Claro que no siempre se trata de un problema que genera el docente, sino de la manera en que la educación está enfocada. Hay muchos problemas de infraestructura y de sobrepoblación de aulas; eso limita las posibilidades de brindar una mejor educación.

¿Por qué se enfocan en las ciencias?
Como antecedente, debo decirte que el instituto empezó trabajando en temas de políticas públicas y editó el libro Economía para todos, que ha sido actualizado varias veces y se encuentra en las bibliotecas de los colegios públicos. En ese trabajo se encontró que los escolares no comprendían los fundamentos de la economía, debido a que no entendían las matemáticas. Entonces se planteó una metodología que solucionara el problema. Luego de revisar metodologías de diferentes países, se halló una que se adoptó y adaptó a la realidad peruana. Es el enfoque STEAM, por ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas, que consiste en un aprendizaje multidisciplinario, relacionado con situaciones reales. Promueve la indagación, el diálogo, el pensamiento crítico, la creatividad y la curiosidad científica. Por ejemplo, desde hace 16 años trabajamos el programa Matemática para Todos y hace ocho años el Ministerio de Educación también lo ha implementado en la educación pública. Buscamos llegar a los docentes de las escuelas públicas y privadas y que sean ellos quienes cambien su método pedagógico.

¿Cómo lograrían esto?
En los colegios privados es mucho más fácil, porque nosotros los proveemos de nuestros materiales. En los públicos utilizamos los materiales que el Estado entrega y los utilizamos a nuestra manera, tratando de que los alumnos cuestionen, investiguen, propongan. Trabajamos para fortalecer estrategias en el docente, dictamos talleres de fortalecimiento de capacidades y los acompañamos en la aplicación del método.

¿Involucran a los padres?
Sí, a los padres y a la comunidad en general. Eso es muy importante para generar una consciencia colectiva, pues ellos deben entender que sus hijos necesitan continuar estudiando. En la sierra los niños acostumbran asistir a clases a partir de julio, porque los meses anteriores son ideales para las siembras y cosechas y se dedican a trabajar. Si logramos que los padres entiendan que la educación es importante, eso cambiará.

¿Qué resultados han logrado hasta ahora con la metodología que aplican?
En el distrito de Paita, por ejemplo, donde trabajamos desde 2015, evaluamos los conocimientos de niños de 5 años de escuelas de control y de escuelas intervenidas, antes y después de comenzar nuestro programa. Al empezar, las escuelas de control y las intervenidas tenían un 50 % de eficiencia en matemáticas. Al terminar el año, las cifras cambiaron a un 58 % y a un 91 %, respectivamente. En 2017 evaluamos a otro grupo de niños de la misma edad: las escuelas de control empezaron con 46 % y las intervenidas con 48 % y terminaron con 60 % y 90 %. Conseguimos estos resultados gracias a la metodología aplicada, pues con nuestros materiales los niños aprenden a través del juego.

¿A cuántas personas han logrado impactar hasta el momento?
Hemos llegado aproximadamente a 2.500 colegios y a más de 700.000 escolares.

¿A qué podríamos llegar si la educación mejorara en todo el país?
Me gusta pensar en la educación como un criterio de identidad, como son el fútbol y la gastronomía. Eso haría la diferencia. La educación nos puede llevar al desarrollo, no tengo duda; la educación es el camino.

¿Hace cuánto tiempo trabajas en el Instituto Apoyo?
Desde hace ocho años. Empecé como gerente de Planeamiento y hace dos años asumí la dirección del instituto.

¿Antes has trabajado en temas parecidos o has ejercido la abogacía?
Trabajé en derecho desde el tercer ciclo de la Universidad, en el Banco Regional del Norte, con Santiago Jaime, quien decidía la refinanciación de las deudas de los agricultores. El banco estuvo muy vinculado al tema agrícola y microempresarial, y me sentía muy a gusto porque era un tema social. Luego pasé al Banco Wiese Sudameris como asesora legal. Ganaba bien y tenía una buena posición, pero el dinero no es la razón de mi vida, así que decidí buscar otras opciones. Estuve en la Fundación SwissContact, en el Instituto Interamericano de la Mujer, en la Municipalidad Metropolitana de Lima, en el Istituto per la Cooperazione Universitaria, y luego llegué aquí.

Te gusta mucho el tema de responsabilidad y desarrollo social; ¿crees que debiste estudiar otra carrera?
De ninguna manera. Fue sumamente enriquecedor para mí estudiar Derecho, porque en la Universidad desarrollé el pensamiento lógico, que está muy vinculado a la matemática y al pensamiento crítico. Un abogado debe cuestionarse, conocer y tener los valores como base ética, eso lo aprendí en la Universidad de Lima. Creo que la Carrera de Derecho es flexible, te abre perspectivas y te permite desempeñarte en distintos ámbitos.