10 de Septiembre de 2018

Alejandro Carranza: nuevos retos en consultoría financiera

Los nuevos retos, las experiencias distintas —y algunas extremas—, los cambios y la adrenalina que se apropia de todo aquel que trabaja en consultoría son los factores que conforman el ambiente ideal para Alejandro Carranza, ingeniero industrial por la Universidad de Lima.

Él es un profesional acostumbrado a los desafíos. Hace impro y yoga, juega básquet y le gusta viajar. Inició su trayectoria profesional en el mundo de la consultoría en EY, donde ahora se desempeña como socio en consultoría en servicios financieros.

¿Siempre te has dedicado a la consultoría financiera?
Sí, me he especializado en la industria financiera con el fin de ayudar a mejorar los negocios. 

¿Hace cuánto tiempo trabajas en EY?
Desde que salí de la Universidad, en el 2007, aunque con una pausa. En el 2012 viajé a Estados Unidos para hacer una maestría en el MIT, por dos años, y al regresar trabajé en Enfoca. En el 2017 me llamaron de EY para ser socio y volví.

¿Qué te gusta de la consultoría?
Entre otras cosas, que se aprende muchísimo con cada proyecto y te expone a muchas formas de ver el mundo, por la variedad de profesionales con quienes debes trabajar. Además, E&Y es un espacio de gente muy ambiciosa y eso ayuda a crecer, te empuja a seguir. Por otro lado, es un trabajo que te exige esfuerzo, te reta. Hay una metodología que sigues para dar soluciones a tus clientes, lo cual te da un orden. Al mismo tiempo, hay que explorar, investigar y probar soluciones. Ser consultor es pasar siempre por cosas nuevas y desafiantes. Se requiere mucha perseverancia. 

¿Qué virtudes consideras que debe tener un consultor?
En primer lugar, flexibilidad. En segundo lugar, el consultor necesita trabajar bien en equipo, porque el proyecto se hace con varias personas durante algunos meses. Debes trabajar cómodamente con el cliente, comprender sus necesidades y ser muy analítico y creativo. También es importante mostrar ambición y ganas de crecer, de lograr cosas.  

Has tenido tres roles diferentes en EY. ¿Qué tan desafiantes fueron estos cambios para ti?
Cada rol planea diversos desafíos. Cuando me tocó ser sénior, hice mucho trabajo de análisis, tuve que manejar las expectativas de los clientes para ofrecer soluciones de acuerdo con las necesidades. Como gerente, no solo gestionaba los proyectos y creaba soluciones junto con mi equipo: también cumplía un papel comercial, trataba con más clientes y planeábamos soluciones para ellos.

¿Cómo es tu nuevo puesto?
Antes de responder eso, debo comentar que cuando estuve por primera vez en EY diseñamos un producto interesante, que brindó muchas soluciones a la empresa. Mi jefe de ese entonces pasó a ser socio del área y me llamó para regresar como parte de su equipo para continuar ese proyecto. Ahora el gran reto es seguir haciéndolo crecer. Se trata de una metodología para ayudar a las empresas financieras a mejorar la gestión de sus ingresos. Es toda una historia de innovación, porque creamos una solución en el Perú para EY en el mundo. Surgió al detectar problemas que el cliente tenía y buscar soluciones que utilizan mucha matemática financiera, desde la perspectiva de los consumidores de los bancos, para que fueran favorables para ellos. 

Fue un logro importante en tu carrera.
Diría que sí, pero aclaro que es un logro de equipo, pues en consultoría siempre se trabaja en equipo. Esta metodología fue creada en el Perú en el 2009 y la hicimos crecer en el país hasta el 2012. Atendimos a más del 90 % de la industria peruana. Luego llegó a países de Latinoamérica y después a Australia, Estados Unidos, México, Inglaterra, etcétera. Fue como un emprendimiento al que le encontraron valor y así se expandió. 

¿Qué tipo de empresas la han usado?
Es una solución para el sector bancario. Solo la usan bancos y microfinancieras.

Las consultoras nunca dicen que no a un proyecto, ¿verdad? Siempre consiguen el equipo necesario para llevarlo a cabo.
Sí. Afortunadamente, tenemos una red importante de consultores de EY, en el Perú y en el extranjero. Nos apalancamos de esta red para buscar la solución a algún problema en el que no tenemos mucha experiencia. Eso es muy ventajoso, porque nos abre dos puertas importantes. Por un lado, nos permite expandir los servicios que diseñamos acá, y por otro traemos conocimiento de afuera para las soluciones que no tenemos.

¿Podrías comentar sobre tu experiencia en Enfoca?
Ese trabajo tenía que ver con inversiones. Enfoca compra empresas privadas, las transforma y luego las vende. En el Perú compró Latina, Toulouse, Maestro y otros negocios. A Maestro la compró cuando era Ace Home Center, la hizo crecer por todo el Perú con un cambio de marca y luego la vendió.

¿Participaste en Latina?
Sí, fue un proyecto interesante. Consistió en crear un mejor contenido editorial, transformar el estudio, la forma en que se producían las noticias, etcétera. Era algo ajeno a mi experiencia. Justamente eso es lo bueno de la consultoría, te permite ver cosas nuevas siempre.

¿Qué haces en tus tiempos libres?
Siempre he hecho mucho deporte, juego básquet y fútbol de manera recreativa. También hago yoga, es relajante, pero físicamente muy exigente. Hace un tiempo hice impro, lo dejé hace como seis meses y pienso retomarlo luego. Me gusta viajar y, a la par, me gusta investigar sobre blockchain. Alrededor de eso hay todo un mundo de tecnología. Siempre trato de aprender cosas nuevas.

¿Cómo te fue en la maestría que llevaste en el MIT?
En ese momento quería abrir mi perspectiva a diferentes formas de ver el mundo, conocer gente de otras culturas y profundizar conocimientos. Ahí vi mucho de tecnología, analytics, blockchain. También aprendí mucho de inversiones, de generar fondos y crear emprendimientos.

¿Y cómo te fue en la Universidad de Lima?
La Universidad me encantó, por el nivel de compañerismo que se genera entre los estudiantes, por la formación académica y los profesores. Todos muestran muchas ganas de crear nuevas cosas, es un clima de mucho empuje. Ahora miro a la gente con la que estudiaba, todos han hecho buenas carreras y eso alimenta tu ambición por hacer bien las cosas. Los profesores siempre fueron muy accesibles, todos muy cercanos, y hasta ahora tengo contacto con ellos. Enseñé en la Universidad una época, antes de hacer mi maestría, y fue una buena experiencia. Creo que es algo que volvería a hacer más adelante.