24 de Enero de 2018

Un museo para el Rímac

Es obligación de todos proteger y conservar el patrimonio cultural para poder transmitir este legado a los más jóvenes. Pero es mucho mejor cuando es precisamente esta generación la que pone manos a la obra. El 18 de enero, en la Municipalidad Distrital del Rímac, se premió a cuatro egresados de la Universidad de Lima, ganadores del Concurso Museo del Rímac, convocado por la Municipalidad Distrital del Rímac y la Universidad de Lima, como parte del convenio entre ambas entidades.

El concurso, dirigido a docentes y alumnos de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, consistía en intervenir de manera creativa el actual Palacio Municipal del Rímac para convertirlo en un edificio que permita el desarrollo de actividades culturales para los vecinos del distrito.

El equipo ganador, denominado TOWA, estuvo conformado por cuatro jóvenes egresados de la Ulima: Abel del Pino, Claudia Sánchez, Gino Segura y Alonso Castillo. Ellos se impusieron sobre tres equipos más, que incluían docentes, y se han propuesto seguir cosechando premios.

¿Cómo es que llegan al concurso?

Claudia: Con Abel y Gino veníamos conversando todo el año sobre que queríamos meternos en un concurso. Se presentó esta iniciativa y decidimos entrar. El concurso se lanzó a finales de octubre de 2017, y se trataba de un convenio entre la Municipalidad del Rímac y la Universidad de Lima. Este permitía que el 30% de los miembros del equipo no pertenezcan a la comunidad, y, si bien no ponía límite en el número de integrantes, exigía que al menos uno de ellos fuera profesor de la Ulima. En este caso, Abel y yo somos jefes de práctica, estábamos dentro de la rama de docencia, por lo que con eso no había ningún problema. Nos pusimos en contacto con Alonso y juntos nos inscribimos.

Abel: Uno de los objetivos que teníamos era participar en un concurso como egresados de la Ulima y primera promoción de la Carrera de Arquitectura. Se han presentado equipos a nivel de estudiantes, pero no habíamos visto participantes ya como egresados de la Carrera. Otro de los objetivos era crear un equipo que fuera interdisciplinario.

¿A pesar de venir todos de la misma Carrera?

Abel: Sí, cada uno podía tener un enfoque distinto. Por ejemplo, Claudia ha realizado una tesis sobre centros históricos, en la cual ya la había ayudado Gino. Tener esa posibilidad de haber estudiado edificios antiguos nos dio una ventaja frente al resto. En mi caso, me había dedicado más al urbanismo y, por su parte, Alonso ha desarrollado una tesis de estación intermodal, que tiene que ver mucho con cómo funciona la ciudad. Esto nos dio un plus, ya no solo en rehabilitación de centros históricos sino también en materia urbana. Además, Gino y Alonso se habían ido de intercambio a Italia y llevaron cursos de restauración. Finalmente, todo se complementaba.

El tema del concurso era ideal para ustedes.

Claudia: Sí, nos vino como anillo al dedo.

Abel: Obviamente, que sea el distrito del Rímac, que tiene mucha historia, nos benefició, porque, por un lado, los cuatro tenemos una conexión con el lado histórico que siempre nos ha gustado ver. Cuando proyectas con un factor histórico, además de hacerlo en el entorno real, actual, donde puedes ver los autos, las edificaciones actuales y demás, significa que quieres recuperar la esencia del lugar. Es decir, si antes hubo una alameda ahí, si era importante y le daba cierta calidad de vida a las personas, yo buscaría reinterpretarla de alguna manera en la actualidad. El poder entender la historia para luego proyectar fue algo adicional que nos ayudó mucho.

¿Qué dificultades se les presentaron?

Alonso: La primera barrera que debíamos pasar era no intervenir la fachada de la Municipalidad, que es un edificio histórico; pero contrariamente a afectarla o cambiar la imagen histórica que tenía el Rímac, quisimos realzarla con un juego de iluminación y el tratamiento del espacio público que enfocaba directamente a la fachada y la enmarcaba como si fuera un elemento del paisaje.

Gino: También teníamos problemas por el programa que debíamos manejar, porque no todo entraba en el edificio antiguo. Entonces buscamos una solución para resolver todo lo que nos pedían. Decidimos poner el museo de forma subterránea y reinterpretar la fachada, darle un aspecto macizo, como la que tiene la Plaza de Acho.

Abel: Otro de los retos que encontramos fue que, a inicios del siglo XVIII, la Alameda de Acho estaba pegada al río Rímac, porque no existía la Vía de Evitamiento, y entendíamos que el distrito le da mucha importancia a ese río y al Puente de Piedra. ¿Cómo haríamos para que las personas pudieran ver el río Rímac, ya que se acortó el cauce? Además de la contaminación sonora que existe por la afluencia de carros…

¿Cómo afrontaron este problema?

Abel: Una de las estrategias fue revisar la historia. En el Rímac, el volumen verde [las copas de los árboles] tiene propiedades que hacen que el ruido se disipe, que no sea tan contaminador, y finalmente ayuda a que la calidad de vida mejore. Utilizamos líneas de árboles que permitieron que el paisaje se enfocara en los puntos que queríamos resaltar y mitigar la contaminación sonora y ambiental.

Claudia: Así como se reinterpretaron la fachada y las cosas que hicimos a nivel de todo el zócalo del museo que estaba enterrado, queríamos volver a generar esa imagen que tenía el Rímac antes, y si bien se perdió la Alameda de Acho, que fue justamente la zona que hemos intervenido, la reinterpretamos. Lo que nos dio un plus es que, como la ciudad ha crecido, necesitamos generar visuales específicas que pueda ir viendo el peatón mientras recorre la plaza, por eso ubicamos los árboles de tal manera que se pudiera ver hacia la otra parte de la ciudad, que embellece el Centro de Lima. Tuvimos tres puntos específicos, que fueron la Catedral, la iglesia de San Francisco y el Puente de Piedra.

Abel: Hay dos elementos de la historia que nos hicieron aplicarnos: uno de ellos eran los balcones, un área caminable desde donde ibas a ver el río Rímac; pero como ya no teníamos ese panorama, tuvimos que escalonar la zona, como si hubiera varios balcones de vista distinta. De esta manera, la Vía de Evitamiento quedó en un nivel inferior y se podía apreciar el Centro de Lima. Otro de los factores históricos fue el de los remates. Los árboles fueron elementos modulares y continuos que tenían un remate en la fachada. Lo mismo hacia el Centro Histórico: San Francisco, la Catedral y el Puente de Piedra.

¿Qué fue lo más gratificante?

Claudia: Participamos cuatro equipos y hubo grupos de profesores que se aliaron en ellos. Lo mejor fue poder superarlos. Según los términos del concurso, una vez que cedemos la propuesta al distrito, existe la posibilidad de que el proyecto se pueda hacer. Si bien hay permisos previos que se deben solicitar si se quisiera hacer la propuesta completa, sería muy exitoso que se concretara.

Algunos de ustedes egresaron apenas el año pasado y ya han ganado un concurso a nivel distrital…

Gino: La Universidad te da bastantes facilidades, como el intercambio que realizamos a Italia Alonso y yo, que nos permitió llevar cursos de urbanismo y restauración, y conocer cómo manejan estos proyectos en Italia, tomar ideas y ver formas de hacer reales esos tratamientos.

Alonso: Gracias al intercambio aprendimos distintas formas de abordar un problema que se da bastante en Lima, como el tratamiento de los edificios históricos. Lo habitual en Lima es curar una fachada o arreglar algunas cosas, tratamientos menores, no tratamientos a gran escala, que se pueden realizar manteniendo los edificios intactos, pues hay modelos de construcción que se aprenden en Europa, que son bastante enriquecedores. Se podrían aplicar acá, pero nadie lo hace.

Abel: Lo primero era que el equipo se afianzara. No es tan fácil que todos den el ciento por ciento, que todos se comprometan.

Claudia: Jugar con los tiempos, porque somos egresados, todos trabajamos. Estos últimos días han parecido días de entrega. Ha sido como volver a la Universidad.

Se propusieron concursar y lo hicieron con éxito. ¿Ahora qué toca?

Abel: Estamos planeando presentarnos al Concurso de Arquitectura Richard H. Driehaus, en Europa, que es en marzo de este año y también es de restauración urbana.

Gino: Sí, y un concurso en Inglaterra; en febrero anunciarán cuál es el encargo del proyecto y los equipos tendrán 24 horas para resolverlo.