12 de Julio de 2017

Defensora de la propiedad intelectual

Adriana Barrera era una abogada muy joven cuando comenzó a trabajar en temas de propiedad intelectual. Hoy, con 21 años de experiencia, es una de las abogadas con mayor conocimiento en este rubro, tiene su propio estudio jurídico, Barrera y Asociados (Barlaw), y siente una pasión muy grande por su trabajo.

Ella es egresada de la Universidad de Lima; sus clientes poseen marcas muy importantes en el Perú y el mundo; ofrece charlas dentro y fuera del país y capacita a otros profesionales en temas de derechos de autor, piratería y protección de marcas. En la siguiente entrevista, nos acerca a su interesante quehacer profesional.

¿Cómo ingresaste profesionalmente al tema de la propiedad intelectual?
Fue en 1997, cuando entré a trabajar en el Estudio Roselló, primero como practicante y después como contratada. No tenía mucha experiencia, pero quería aprender y ahí me quedé los siete primeros años de mi carrera.

¿Cuándo decidiste formar tu propio estudio?
En el 2011. Quise hacer mi propia firma boutique especializada en propiedad intelectual, ahora Barrera y Asociados (Barlaw). Ya tiene seis años y seguimos creciendo. Somos un estudio líder en propiedad intelectual en el mercado local. Yo ya tengo 21 años de experiencia en este tema e hice dos cursos de posgrado, una especialización en la Universidad de Salamanca y una maestría en Estados Unidos. Ambos estudios en propiedad intelectual.

¿Qué abarca la propiedad intelectual?
La propiedad intelectual protege toda creación. Abarca la creación de marcas (propiedad industrial), el nombre de un colegio, las gaseosas, los logos y los letreros; es el know how de las empresas. También los bidones de agua, las mesas o las sillas de un diseñador forman parte de la propiedad intelectual. Es un mundo ilimitado. Y protege patentes de invención: por ejemplo, cuando un químico crea un producto farmacéutico. Mientras que las marcas se registran, los inventos se patentan. Muchas personas no protegen sus innovaciones; les dan más importancia a los bienes tangibles, como un carro o una computadora. Pero sus creaciones son bienes intangibles, igualmente importantes.

¿Qué tipo de inventos se protege más en nuestro país?
Ahora que están de moda las startups, muchos emprendedores quieren proteger un logo, por ejemplo. También hay ingenieros y universidades que desean crear procesos para la minería, una máquina novedosa, entre otras cosas. En realidad, tenemos clientes de todo tipo, desde artistas, pintores y escritores, hasta ingenieros, químicos y marketeros.

¿Cómo se aplica el derecho a la propiedad intelectual?
La defensa de la propiedad intelectual se ejerce cuando hay una falta de respeto a la propiedad. Tú puedes haber sacado una marca de ropa al mercado y de pronto ves que un puesto de comercio vende polos con tu marca; entonces tienes derecho a defender tu marca, siempre y cuando la hayas registrado. En nuestro medio parece no importar copiar marcas y libros completos, pero se debe tener en cuenta que los creadores han invertido tiempo y dinero, departamentos de investigación y desarrollo han trabajado en la creación de ese producto, y ese trabajo tiene un precio. Pero hay quienes no tienen escrúpulos y falsifican productos, incluso medicamentos. Ahí se suma el delito contra la salud. Luchar contra eso es un reto, y considero también que es un pequeño aporte a la sociedad.

¿Es difícil para un emprendedor sacar una patente o registrar una creación?
La inscripción es fácil. Indecopi tiene un área de orientación al usuario, pero se recomienda contar con los servicios de un abogado para que la asesoría sea integral. Por otro lado, puede parecer costoso para los pequeños empresarios, ya que el registro cuesta aproximadamente 200 dólares y alguien que recién comienza puede tener dificultades para pagar esa cantidad. Pero es lo único que protege su negocio.

No estamos muy desarrollados en propiedad intelectual en el país, ¿verdad?
Estamos en pañales en este tema. Comenzando por la innovación, a nivel de Latinoamérica estamos en los últimos puestos. Acá hay mucho ingenio, pero falta innovación. Todavía exportamos commodities, insumos. Pero hay muchos países que sí exportan innovación. Si uno compra una empresa como Google, por ejemplo, o Apple, no paga por las oficinas o las computadoras, paga muchísimo dinero por la marca. Si no fuera por la marca, los tangibles no valdrían nada. Ese es el valor de la propiedad intelectual. Yo participé en el proceso de compra de Inca Kola, y te puedo decir que lo que valía era la marca, no las máquinas ni la planta. Pero hay que tomar en cuenta que no solo se registran innovaciones, también variedades vegetales que es importante proteger de la biopiratería. Es decir, evitar que alguien use un producto agrícola sin autorización, mediante el robo de semillas, por ejemplo.

¿Qué recomendaciones les darías a los alumnos de Derecho?
Los invito a que exploren esta especialidad, que es muy bonita y nos lleva a conocer diferentes temas. Yo estudié sobre propiedad intelectual en la Ulima, era un curso electivo, que me dio oportunidad de explorar el tema; y ahora creo que todos los profesionales deberían llevarlo, porque todos ellos están en condiciones de innovar.

¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Es mi alma mater. Ahí obtuve mis primeros conocimientos de derecho, y tengo los mejores recuerdos de la vida universitaria. No solo reconozco lo bueno de la parte académica, también a los amigos que formé, amigos para toda la vida. Aquí llegan practicantes de diferentes universidades, y es muy grato compartir con los de la Ulima algunos temas. Yo tengo dos hijas, y me encantaría que ellas eligieran estudiar en mi Universidad.