21 de Octubre de 2019

Joven promesa del cine

Larga distancia es una película fresca, con muchos actores jóvenes y una trama que aborda la adolescencia como una etapa de la vida que puede producirse incluso a los 50 años. Es la opera prima de Franco Finocchiaro, egresado de Comunicación de la Universidad de Lima.

Esta producción ha recibido muy buenas críticas y está buscando hacerse un espacio en el circuito de festivales de cine en Europa y Estados Unidos, para después asentarse en la cartelera nacional.

Franco trabaja actualmente como publicista en Cine 70, y anteriormente ha dirigido tres cortometrajes de ficción, un documental y varios videoclips, que le han hecho ganar un nombre en la industria audiovisual. En el Festival de Málaga fue seleccionado entre las 20 jóvenes promesas del cine iberoamericano.

Se han hecho muy buenos comentarios de tu película Larga distancia. ¿Tú qué opinas?
Estoy muy contento por eso. Nos fue bien en las tres funciones que presentamos. Las entradas para la primera función se agotaron en solo cuatro horas. Mis padres con las justas consiguieron entradas. La mía es una película de jóvenes que escuchan música. Tiene que ver con vampiros, skates, astronautas, con Facebook. Es mi primer largometraje y una producción independiente, que fue apoyada por la Universidad de Lima, que me prestó los equipos, el estudio, las movilidades. Realmente me ayudó muchísimo; sin ese apoyo no hubiese sido posible.

¿Cómo ha sido el proceso que ha transitado la película?
El proceso ha durado cuatro años aproximadamente, desde que empecé a escribir el guion hasta el final. Jorge Ossio me apoyó en el guion; él también es exalumno de la Universidad de Lima. Escribió una segunda versión junto conmigo, lo cual fue muy bueno, porque es otra mirada que se sumó y aportó. Luego me dediqué a buscar fondos, pero los fondos estatales se dirigen sobre todo a filmes que tienen un corte social, y esta película no es así.

¿Cómo es esta película?
Es una teen movie, una cinta fresca, con un mensaje bonito. La idea justamente era no hacer un filme para un público crítico, sino para el espectador común, pero con pretensiones artísticas y técnicas muy altas. Esta película está en el límite entre el circuito comercial y el de los festivales; eso la hace especial. Está hecha por personas que, en su mayoría, tienen menos de 30 años. Muchos trabajamos juntos en Cine 70, donde hacemos publicidad, y queríamos expresarnos artísticamente.

¿Y llegaste a conseguir fondos?
No. Grabé en mi casa, en las calles, en mi colegio, en la Universidad de Lima y en otros sitios prestados. Gasté todos mis favores de vida en esta película y me endeudé también. Inclusive, me apoyaron varios actores, como Miguel Iza, Valquiria Huerta, Fiorella Pennano, Denise Arregui, Joaquín de Orbegoso, Víctor Prada y varios más. Ninguno vio el filme hasta el final, así que para todos ellos fue una sorpresa el día del estreno porque está dividido en 2 tramas y las grabaciones eran independientes. Una parte está referida al papá, que tiene 50 años, y la otra a su hija adolescente, de 16.

¿Piensas llevarla a las salas de cine?
Haremos un recorrido en festivales hasta finales del próximo verano, y en abril se estaría estrenando en salas. Creo que le irá bien. Trata de un hombre de mediana edad cuya esposa lo ha dejado para irse a vivir a Canadá; en ese lapso, él se acerca poco a poco a su hija, va entrando al mundo de las redes sociales y, a través de estas, se entera de que su esposa está con otra persona en Canadá. Finalmente, el padre también se enamora de otra mujer. Por otro lado, su hija adolescente se enamora de un chico; no obstante, al ver que sus padres se han separado, se niega a sí misma el amor. Ella niega que le gusta el chico, pero, al mismo tiempo, hace todo lo posible para acercarse; sin embargo, cuando él está cerca, lo aleja. La película nos habla de la adolescencia como concepto, como algo que puede ocurrir no solo cuando tienes entre 12 y 18 años, sino en cualquier etapa de la vida. Puedes sentirte adolescente a los 50 años y cometer errores.

También has dirigido varios cortos. ¿Te sientes bien en la dirección?
Lo que más me gusta es dirigir actores, y creo que es lo que mejor hago. Escribir también me gusta. He dirigido cortometrajes, publicidad y videoclips; he aprendido y cada vez me siento más seguro de mí mismo. Al momento de dirigir, hay que tener mucha seguridad y poder de decisión. La dirección de actores tiene que ver mucho con empatizar, y a los actores de la película ya los conocía y sabía qué podían hacer; nos llevamos muy bien y tenemos mucha confianza. Lo mismo sucede con el equipo técnico, el de dirección de arte y de montaje. Me gusta que cada uno diga lo que opina del trabajo. La confrontación es muy buena porque ayuda a obtener un mejor producto final.

¿Empezaste tu carrera profesional en publicidad?
No. Cuando salí de la Universidad entré a trabajar a Belcorp, como redactor creativo. Tenía una jefa que era muy buena persona y me daba permiso para salir a grabar algunas cosas. De ahí me llamaron para trabajar en la casa realizadora de unos amigos, llamada Melmac Films, y comencé a grabar publicidad con ellos. Dos años más tarde surgió la posibilidad de venir a Cine 70, así que entré a un nivel de producción más exigente, porque esta es una casa realizadora grande y las miradas te apuntan cuando diriges algo.

¿Eso te incomoda?
Hace tiempo sí me hubiera incomodado porque yo era muy tímido. Pero la publicidad te hace ganar seguridad, pues tu trabajo tiene mucho que ver con vender ideas y eso te ayuda bastante.

¿Qué te deja esta película como aprendizaje?
Entre otras cosas, que en el Perú puedes hacer cine solo si estás muy decidido a hacerlo: tienes que estar dispuesto a invertir tu propio dinero y mucho tiempo de tu vida.

¿Cuáles son los trabajos que has hecho en publicidad que más te han gustado?
Una vez trabajé un comercial en digital para una bebida. A mí me agrada el documental o hacer perfil de personajes, y para ese comercial presentamos el perfil de cuatro jóvenes que nosotros mismos escogimos. Así, trabajamos con Camille Jackson, que terminó haciendo una canción para mi película y es una cantante muy buena; con Anastasia, una chica que hace tatuajes muy coloridos; con Kevin Choi, un maquillador de moda joven; y con un chico que hacía parkour, un deporte que consiste en saltar de un techo a otro, en el cual se usa acrobacia, gimnasia y hay mucho riesgo de por medio. Fue muy bonito porque el director de foto y yo seguimos a los personajes en su día a día; nos quedó un trabajo muy bueno. Además, me gustó un comercial para una marca de cerveza que estaba lanzando un concurso para chicos, para que creen los nuevos productos de la marca. Juntamos a cuatro jóvenes que creaban cosas muy libremente; fue muy bueno también.

¿Qué te gusta hacer aparte del cine?
Me encanta montar bicicleta, escuchar música, escribir y ver películas.

¿Qué recuerdas de la Universidad de Lima?
Varias cosas... Le tengo mucho cariño a la Universidad porque me formó, me hizo conocer a muchas personas y aprender un montón. Disfruté enormemente ver películas en la Sala Ventana Indiscreta, pues siempre eran muy buenas. Recuerdo haber entrado a ver filmes increíbles sin saber en realidad qué me esperaba. La Biblioteca también es excelente, y tengo profesores que me ayudaron mucho, con quienes mantengo contacto. Hacia el final de la carrera conocí a mis mejores amigos, que lo siguen siendo hasta ahora y son personas ligadas al cine, a la publicidad, a lo audiovisual, y les va muy bien profesionalmente. Eso se debe a la Universidad de Lima, por supuesto.