04 of May of 2021

La aventura de escribir

Carolina Cisneros es una joven escritora que nunca descansa y todo el tiempo busca nutrirse de información y experiencias que más adelante utiliza para crear historias. Quizás su mejor carta de presentación es su novela Mi falda hasta los tobillos, ganadora del premio de Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura en la categoría de proyecto editorial.

Además, Carolina ha publicado ponencias, cuentos y microrrelatos en revistas impresas y digitales, así como antologías impresas en el Perú, Argentina, Chile, México y Brasil. También ha participado junto a reconocidos escritores en el proyecto La novela limeña, de Lima Lee. Ella es comunicadora egresada de la Universidad de Lima.

Mientras estudiabas la Carrera de Comunicación, ¿tenías claro que te dedicarías a la literatura?
No lo tenía claro, pero sí tuve dos señales de alerta muy anecdóticas que me hicieron ver que podría dedicarme a ello, aunque no les daba la atención necesaria. Los libros de la carrera que leía, mis ganas de aprender sobre psicología y los primeros trabajos que tuve en agencias de publicidad constituyeron la alquimia perfecta para empezar a escribir.

¿Qué satisfacciones has encontrado al trabajar en editoriales, agencias de publicidad, portales periodísticos y agencias digitales?
Todas esas experiencias tienen puntos en común: la escritura, la creatividad, el pensamiento analítico y el conocimiento sobre la mente y el comportamiento humano. Todos los lugares mencionados han sido escuelas de aprendizaje para mí, no solo desde el punto de vista profesional, sino también personal. Conocí a personas muy interesantes e hice amistades duraderas. Valoro mucho que me hayan dejado ser. Incluso tuve la oportunidad de profundizar en otras culturas a través de mi trabajo en redes sociales en el Museo Chanka y de la Diversidad Lamista.

¿Cómo fue tu labor de selección de los microrrelatos eróticos?
Fue todo un reto. Era la primera vez que hacía el papel de antologadora y también la primera vez que se realizaba una antología con contenido erótico, de 69 palabras por texto, escrito por mujeres. El proceso abarcó la convocatoria, la revisión de textos, la edición y la selección final. Hubo mucho cuidado de no caer en la vulgaridad o el facilismo. Se respetaron los límites con el cuento, la prosa poética, el chiste, etcétera, géneros que se suelen confundir. Se tomó en cuenta la sociedad machista en que vivimos y se tuvo que ampliar la premisa inicial de escribir sobre la posición 69 para, finalmente, relatar una situación erótica en todas sus dimensiones, dando como resultado un insinuante y hermoso menú que incluye temas terrenales hasta espirituales, tradicionales hasta excéntricos, dulces y salvajes, con mentes numéricas, fetichistas, surrealistas, filosóficas, zoofílicas, etcétera.

¿Quién te convocó para ese proyecto y cuánto tiempo te tomó ese trabajo?
Me convocó Willy del Pozo, director de Ediciones Altazor. Yo trabajé el tomo II, escrito por mujeres, en paralelo con Alberto Benza, quien se encargó del tomo I, escrito por hombres. Considerando desde la concepción del proyecto, este tomó aproximadamente dos años. Veíamos necesario reposar los textos en distintas etapas para volver a revisarlos con una nueva óptica.

¿A qué autoras seleccionaste?
Seleccioné a autoras peruanas y extranjeras (Chile, Argentina, Colombia, Uruguay, Brasil, Venezuela, México, España, Islas Canarias, Francia). Las elegí por distintas razones. En primer lugar, por el grado de profesionalismo que tenían todas. En segundo lugar, decidí reunir no solo a narradoras, sino también a poetas, logrando enriquecer aún más el trabajo. En tercer lugar, ya conocía la calidad del trabajo de las escritoras extranjeras especializadas en microficción.

¿Qué fue lo que te gustó más de ese proyecto?
Desde que se concibió la idea, tuve la intuición de que saldrían buenos trabajos. Hubo muy buena acogida en Lima y Piura. También en países como Argentina y República Dominicana, donde se presentó la antología. Incluso en España las escritoras participantes organizaron una presentación. Fue una experiencia muy enriquecedora de intercambio cultural. Pudimos compartir puntos de vista referentes a la literatura y el erotismo. Fue un trabajo constante de aprendizaje y paciencia, con escritoras muy profesionales. Mejor aún fue conocerlas personalmente.

¿Podrías contar brevemente de qué trata tu novela Mi falda hasta los tobillos?
Creo que la mejor manera de contarla es a través de una cita. De Julio César Zavala, escritor, filósofo y librero en @escenalibre: "Es una novela de aprendizaje, también psicológica, pero a la vez es una novela oscura, que por momentos roza lo gótico. Sin embargo, las imágenes de la realidad que presenta la vuelven verosímil. Rebeca está atravesando por un proceso de transformación: la pubertad. Que la lleva al descubrimiento de su cuerpo, de ciertas ideas, de formas de percibir el mundo. En su mundo aparecen fantasmas y de alguna manera demonios. Hay un constante debate en su mente para comprenderse, para comprender al otro. Y ese quizá sea el punto más álgido que nos aproxime a entender al personaje".

¿Qué te gusta a ti de esa novela?
Hay varias cosas que me gustan. Una de ellas es el proceso, empieza como un proyecto de cuentos para adolescentes que, por factores externos, no se llegó a concretar, y en el proceso de escritura se convirtió en novela. Cuando la presenté a Borrador Editores, además, surgió la posibilidad de hacer una saga. En Mi falda hasta los tobillos intento exponer el universo de Rebeca, ingresar en su psique y plasmar su personalidad compleja, con sus conflictos internos y externos, con sus sueños oscuros y luminosos, alguien que vive de día y de noche. Me gusta haber logrado sumergirme en una de las etapas más importantes del ser humano, la infancia, y poder descubrir desde el punto de vista psicoanalítico que la forma en que se desarrolla la libido determinará ciertos comportamientos en el futuro. Tendría mucho más que decir, pero no terminaría nunca.

¿Qué géneros has probado y con cuáles te quedas?
Imposible quedarme con un solo género literario. Me llevo bien con la novela, el cuento y la microficción, pero cada uno necesita una energía, un tratamiento, un momento y un tiempo distintos. En cuanto a subgéneros de novela, tampoco podría quedarme con uno solo, ya que mi principal motivación es profundizar en la mente y el comportamiento del ser humano.

¿De quiénes has aprendido a escribir?
La respuesta será algo compleja porque son varios factores los que intervienen en el proceso. Partiendo del tipo de personalidad: en mi caso, solitaria, muy metida en mi mundo, típico de personas introvertidas, con esa tendencia a expresar de manera escrita u otras formas aquello que no se expresa de forma verbal, con muchos cuestionamientos y con un tipo intuitivo que me permite captar con mayor facilidad el inconsciente colectivo (arquetipos). De otro lado, la lectura es un factor importante, no solo de libros de ficción, sino de distintas áreas. Los talleres ayudan bastante, como los que llevé con Alonso Cueto en narrativa, con Ricardo Sumalavia en microficción y con Victoria Guerrero Peyrano en poesía. Al igual que un curso de creatividad de un año en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios, en Argentina. La vida me enseñó a escribir. Uno de nuestros grandes maestros es nuestro inconsciente, que después de toda la información almacenada de años tiene esa capacidad oculta de develarnos durante el proceso de la obra temas, frases, capítulos y palabras que realmente necesitamos escribir. Generalmente empezamos con algo en mente y nos sorprendemos de cómo termina todo.

La práctica te forma también.
Definitivamente, la práctica hace a la escritora o al escritor. Si no estás dispuesta a escribir el tiempo necesario, no te dediques a esto. Considero que para ser escritora no es suficiente tomar la literatura como un pasatiempo. Es un trabajo más en el que se debe depositar toda la energía posible, incluso más energía que en un trabajo normal. Porque no consiste solo en escribir, sino también en investigar, editar, repensar, analizar, etcétera. Lo más interesante es que nunca se termina de aprender a escribir.

¿De qué libros sientes que te has nutrido especialmente y te han dado herramientas para escribir?
Pongo como ejemplo la novela Mi falda hasta los tobillos. En cuanto a libros de ficción, La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, ya que me ayudó a ganar fluidez y, curiosamente, este libro me invitó a leer un libro por semana, como El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger; Lolita, de Vladimir Nabokov; Aprendizaje o el libro de los placeres, de Clarice Lispector; Réquiem, de Antonio Tabucchi; Ciudad de cristal, de Paul Auster; El extranjero, de Albert Camus, entre otros, que me ayudaron a entender cómo se escribe en primera persona con estilos únicos y con personajes muy bien caracterizados. De otra parte, El susurro de la mujer ballena, de Alonso Cueto; si bien el personaje sufre otros problemas y el libro tiene un tratamiento distinto, me sirvió de inspiración, tanto que inconscientemente bauticé a la protagonista de mi novela con el mismo nombre: Rebeca. En cuanto a libros teóricos, me ayudó La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud, porque en una etapa de la creación empecé a escribir sueños de Rebeca, la protagonista, y quería tener una base para entender cómo se forman y lograr mayor verosimilitud. Distintos libros de Carl Jung me ayudaron a crear de manera natural la personalidad de Rebeca. Definitivamente, he leído más libros que están almacenados en mi mente y sirvieron para el desarrollo de la obra. Incluso películas.

¿Escribes algo ahora mismo?
Le estoy dando los últimos retoques a un cuento que formará parte del proyecto 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la independencia del Perú, bajo el sello de Ediciones Copé, de Petroperú, y la dirección del escritor José Donayre Hoefken. Cada escritora debía elegir a una mujer que tuvo una activa participación en la gesta emancipadora. Escogí a Juana Moreno.

¿Qué disfrutas hacer en tus tiempos libres?
Disfruto escuchar y descubrir música, leer libros que me permitan entender el comportamiento y la mente humana, como de psicología, psiquiatría, filosofía, sociología, entre otros, y por qué no, de ocultismo. Conocer personas, distintas culturas, distintas realidades, adentrarme en ellas. Me gusta ver exposiciones de arte, caminar, viajar, tomar fotos de paisajes. Y justamente me encuentro desde hace unos meses en la selva, Lamas, departamento de San Martín, la tierra de mis padres. Un buen lugar para despejarme, apreciar la naturaleza y crear.

¿Qué valoras de tu época de estudiante en la Universidad de Lima?
Valoro el tipo de lecturas que me ayudaron a ver la vida desde distintas perspectivas, a profesores que fueron grandes maestros y amigos. Valoro las clases del Taller de Danza Contemporánea y el Taller de Guitarra en una etapa final, así como las amistades que cultivé a lo largo de los años.