20 of January of 2021

Diez años de Arquitectura en la Universidad de Lima

El profesor Hugo Iberico recuerda la época en que se creó la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, con la primera promoción de estudiantes y los salones bien equipados para recibir a jóvenes ávidos de conocimientos y deseosos de aprovechar esa nueva infraestructura para formarse profesionalmente.

¿Cómo recuerda las primeras clases que dictó en la Universidad de Lima cuando se creó la Carrera de Arquitectura?
Yo comencé dando clases a la primera promoción de Arquitectura de la Universidad de Lima en el primer semestre del año 2010. Empezamos con 70 alumnos matriculados en el curso de Dibujo I. Recuerdo que, cuando llegué por primera vez a visitar los talleres donde se iba a dictar el curso de Dibujo, quedé impresionado. Vi el mobiliario, los acabados del pabellón, los pisos, las barandas de acero inoxidable, el aire acondicionado, los tableros tan lindos, la amplitud de los ambientes, las bancas de dibujo para el arquitecto, las sillas giratorias y regulables. Yo les decía a mis amigos: "Esto es de lujo, las instalaciones son inmejorables". Recuerdo también los talleres de modelación y los depósitos, que ofrecen una ventaja muy grande a los jóvenes y que no tenía ninguna carrera de Arquitectura en el país. Ello, sumado a la calidad de la plana docente, marcaba una diferencia en la enseñanza de Arquitectura en el país.

¿Cómo era su relación con los estudiantes en ese momento y cómo es ahora?
El modo de dirigirme a mis alumnos siempre ha sido muy horizontal, tanto en los inicios como ahora. Me tratan de Hugo y yo los llamo por sus nombres. Ahora, con 150 alumnos por semestre, me aprendo sus nombres por lo menos en un cincuenta por ciento durante la primera semana. En la siguiente semana ya conozco los nombres de todos. No quiero que sean un número más, para mí es muy importante llamarlos por sus nombres.

¿Qué temas han ido mejorando con los años?
En los años que llevamos trabajando juntos Fernando Mosquera y yo hemos ido regulando y graduando los ejercicios, monitoreando nuestra manera de acercarnos a los alumnos. Hemos sabido cuantificar la exigencia. No se puede ser tan exigente al punto de bloquear al alumno, frustrándolo o sacándolo de carrera por tener expectativas desbordadas o fuera de la realidad. Tampoco se puede ser tan laxo que se convierta el curso en un tema poco interesante. Lo importante es comprender que los estudiantes y los docentes están del mismo lado. Si uno jala masivamente a los estudiantes, solo demuestra que no ha tenido una buena comunicación y que las metas no estaban afinadas de manera realista. Esa visión ha resultado positiva. El estudiante debe responder con interés y dar evidencias de que se esfuerza.

¿Qué anécdota recuerda en todos estos años dedicados a la enseñanza en la Universidad de Lima?
Dado que hubo movimientos sísmicos recientemente, recuerdo que en un par de oportunidades han ocurrido temblores durante mi clase. La primera vez, los alumnos estaban haciendo sus dibujos y, por supuesto, todos tenemos reacciones diferentes: algunos son muy nerviosos y otros más tranquilos. Aquella vez los estudiantes estuvieron a punto de salir corriendo, lo cual es muy peligroso. Comenzó el temblor y algunos de ellos se sobresaltaron, se pusieron de pie rápidamente como para salir a toda carrera del salón. Yo soy una persona muy serena y mi primera reacción fue decirles enérgicamente: "¿Adónde van?". Entonces se detuvieron y se quedaron inmóviles, mirándome. Entonces les dije: "Vamos a salir del salón, caminando, ordenadamente. Nos vamos a dirigir a la puerta de escape, sin correr, en fila". Y lo gracioso es que, como los alumnos estaban dibujando, estaban relajados. Una chica se había quitado las zapatillas y bajó hasta el jardín en medias. Todos muy ordenados, pero ella estaba en medias. Fue muy gracioso.

¿Cómo se ha sentido todo este tiempo en la Universidad de Lima?
Siempre me he sentido muy a gusto. La Ulima es mi casa. Si hubiera tenido esta Carrera cuando me tocó postular, sin duda, habría elegido estudiar en la Universidad de Lima. Por otro lado, yo tengo una relación especial con la Universidad porque, además de ser docente, mis dos hijas estudiaron Comunicación aquí. Así que tuve la oportunidad de ser profesor y de ver a mis hijas estudiando. Eso me permitió sentirme como en familia en la Universidad de Lima. Caminar por el campus, ver los jardines tan bien cuidados y a los estudiantes conversando por ahí es una de las cosas más bonitas.

¿Cómo ha sido la evolución de la Carrera de Arquitectura a lo largo de estos años?
La Universidad de Lima, una casa de estudios con una identidad muy fuerte y un alto prestigio, creó una carrera que, a partir de entonces, debía construir su propia identidad dentro del marco de la Ulima. La Universidad es una plataforma extraordinaria para desarrollar cualquier carrera. En el caso de la Carrera de Arquitectura, la hemos visto crecer, tanto en el número de estudiantes como en sus logros académicos. La Carrera ha adquirido madurez y ahora, con la pandemia, el desempeño de la Universidad ha sido ejemplar. Se ha manejado todo con mucha prudencia y se han hecho los esfuerzos necesarios para preparar a los profesores desde antes de la pandemia, para pasar con seguridad a un contexto virtual de enseñanza. Ya volveremos más adelante a las clases presenciales y estaremos mejor preparados y fortalecidos.