12 of October of 2020

Solidaridad con los niños

Frente a las dificultades de muchos niños para seguir el programa escolar por falta de equipos y de la tecnología necesaria, Sebastián Guerrero sintió que no podía cruzarse de brazos y ver cómo los chicos se perjudicaban. Fue así que decidió fundar Pizarra Solidaria, una organización que brinda reforzamiento a escolares.

Comenzó enseñándoles a cuatro niños de una casa hogar de Trujillo y ahora le apoyan cien voluntarios, que le han permitido llegar a cincuenta niños. Y ya no solo ofrece un refuerzo en las asignaturas obligatorias, también ayuda con cursos extracurriculares y talleres.

Sebastián está en quinto ciclo de la Carrera de Comunicación en la Universidad de Lima. Ha participado en voluntariados desde que estaba en el colegio, y, ahora, además de estudiar y conducir Pizarra Solidaria, trabaja en publicidad y redes sociales para tres restaurantes.

¿Podrías comentar cómo es el trabajo que realizas en Pizarra Solidaria?
Principalmente, nos enfocamos en dar asesorías académicas y tutorías virtuales a niños de bajos recursos de todo el Perú. Contactamos a los niños a través de instituciones a las que les ofrecemos nuestra ayuda. Algunas son colegios, otras son albergues, casas hogares y centros de atención psicológica. También hay niños que han llegado hasta nosotros por medio de nuestras redes solidarias o de un conocido.

¿Cómo se te ocurrió llevar a cabo este proyecto?
Me motivó la situación que vivimos actualmente. Si bien la educación nunca ha sido un fuerte en nuestro país, esta empeoró a partir de la pandemia, pues muchos chicos han dejado de estudiar. Fue así que les comenté mi idea a algunos amigos e inmediatamente decidieron apoyar este proyecto, con la idea de ayudar a personas que no tienen las mismas oportunidades que nosotros. Pensamos que iba a ser algo pequeño, pero poco a poco fue creciendo, con la ayuda de diferentes personas que se han ido sumando.

¿Cómo ofrecen las clases?
Las clases son virtuales. No nos limitamos a los cursos obligatorios del colegio, también brindamos algunos extracurriculares y hemos ayudado de diferentes maneras. Por ejemplo, la UGEL Huancarama, de Apurímac, nos pidió ayuda para trabajar el tema de orientación vocacional, así que realizamos una serie de videos con nuestros voluntarios, quienes explicaban de qué se trataban sus carreras. La UGEL nos comentó que en Apurímac los chicos normalmente estudian solo hasta primaria y luego comienzan a trabajar en el campo, con sus padres. Suelen tomar esa decisión porque eso es lo único que conocen. Lo que busca la UGEL de Huancarama es que los jóvenes tengan diferentes opciones, entre ellas estudiar una carrera universitaria. Otra de las actividades que hemos realizado ha consistido en la donación de víveres a una casa hogar de Trujillo, llamada Mundo de Niños, a fin de realizar clases de cocina con los chicos. También les hemos enviado ropa. Realizamos una campaña de recaudación de fondos el 28 de julio, a través de Instagram. Ofrecimos clases de danza afroperuana y de marinera con dos bailarines profesionales y, con los fondos recaudados, pudimos ayudar a la casa hogar y a un comedor popular que organiza la catedral de Puno, en Puno.

¿Cómo estás midiendo los resultados de la labor que realizas?
Comenzamos con cuatro niños de la casa hogar Mundo de Niños y, hasta la fecha, hemos ayudado a cincuenta niños de cuatro instituciones, con cursos académicos y extracurriculares. Los niños, por su parte, son los más felices y agradecidos con esto que hacemos, lo cual nos reconforta mucho. Nos mandan fotos de lo que van aprendiendo; por ejemplo, uno de ellos nos envió fotos de un trabajo en Excel en que había armado su tabla dinámica. Nosotros le enseñamos este programa para que pudiera manejar herramientas de computación. Ver el progreso y la alegría de los chicos es una satisfacción para nosotros.

¿Quiénes te apoyan?
Al comienzo, mi familia era un gran apoyo y lo sigue siendo. También tengo un primo en el equipo de Pizarra Solidaria y, por supuesto, tuve un fuerte apoyo de mis amigos, quienes inmediatamente que supieron del proyecto se sumaron de diferentes maneras. Por eso siempre digo que la idea nació de mí, pero desde el primer día todos nos pusimos a trabajar en conjunto, así que este es un proyecto de todas las personas que forman Pizarra Solidaria, que han puesto su esfuerzo y han sabido llevar esta iniciativa adelante.

¿Cuántos voluntarios trabajan contigo?
Tenemos alrededor de cien voluntarios que dan clases. Provienen de diferentes lugares del país. Yo, por ejemplo, soy de Trujillo, pero estudio en Lima. Además, tenemos voluntarios de Piura, Chiclayo, Lima, Arequipa, etcétera. Algunos, incluso, viven fuera del país. Es muy bonito, porque comenzamos con amigos y poco a poco, al vernos en redes sociales, otras personas se han unido y nos ayudan.

Los chicos a quienes les enseñan no siempre tendrán una computadora ni servicio de internet. ¿Cómo se comunican con ellos?
Ese es un gran problema, pero buscamos soluciones. Nos comunicamos por Zoom u otras plataformas, mandamos clases en videos o por notas de voz del WhatsApp, mensajes de texto, etcétera. Nuestros voluntarios encuentran diferentes maneras para realizar su labor.

¿Cómo te va con los niños, qué has descubierto de ti mismo en esa relación con ellos?
Mi relación con los niños, en general, siempre ha sido muy buena. No tengo hermanos menores, pero sí primos menores, y mi relación con ellos es increíble. Me ha gustado verlos crecer de una manera correcta y poder compartir con ellos la educación que recibí de mis padres. Además, he realizado diferentes labores sociales con mi colegio y con Avanzada Católica, que es un movimiento al cual pertenezco, así que estoy acostumbrado a trabajar con niños.

¿Qué habilidades consideras que has desarrollado con Pizarra Solidaria?
A lo largo de estos meses he reforzado habilidades de liderazgo, responsabilidad, asertividad y empatía. Por otro lado, en esta labor siempre buscamos solucionar rápidamente los problemas, eso es algo que me caracteriza a mí y a todas las personas con las que trabajo. Asimismo, debo decir que es muy divertido trabajar con el equipo y con los niños, no lo siento como un trabajo y por eso desde que comienza el día estoy pendiente de cómo va el proyecto, qué cosas pasan y qué problemas pueden ocurrir para planear una solución rápidamente.

¿Qué planeas lograr a futuro con tu organización?
La idea es que este proyecto siga creciendo y trabajarlo también de manera presencial. Conseguir un financiamiento en el futuro y trabajar ayudando a más personas sería un sueño. De hecho, algunas empresas e instituciones ya nos han ayudado con víveres para las donaciones.

¿En qué ciclo estás de Comunicación y en qué trabajas?
Estoy en quinto ciclo, y trabajo con tres restaurantes en publicidad, manejo de redes sociales y elaboración de piezas gráficas. Siempre me han gustado la publicidad y el marketing. Estoy acostumbrado a trabajar desde los quince años, en que organizaba fiestas en Trujillo. He realizado más de veinte eventos. Me gusta trabajar y estar activo, aprender, pensar qué más puedo hacer, qué puedo conocer y cómo adquirir experiencias. Cumplí veinte años hace poco y nunca he visto la edad como una barrera, más bien sí como una oportunidad para hacer más cosas. Me gusta el hecho de que mi carrera ofrece diferentes oportunidades laborales. No me limita a una cosa, sino que hay varias ramas en las que me puedo especializar, puedo adquirir diferentes habilidades y conocimientos. En la Universidad de Lima he hecho buenos amigos y he adquirido muchos contactos. Eso me ha permitido involucrar a mucha gente de la Ulima en el voluntariado, dentro del equipo de organización y entre los voluntarios. Valoro mucho la enseñanza que recibo en esta Casa de Estudios. Desde el primer ciclo los profesores inciden en el tema del liderazgo y el trabajo en equipo; me gusta bastante, he aprendido mucho.