27 of July of 2020

Alfabetización mediática en la escuela

La información y los medios de comunicación son una parte central de nuestra vida diaria. Precisamente por eso, es necesario formar personas con un sentido crítico, con conocimiento de la parte empresarial y de los aspectos éticos y técnicos, los cuales van más allá de saber usar los aparatos tecnológicos. Julio César Mateus, graduado, profesor e investigador de la Universidad de Lima, comenta sobre estos aspectos y sobre la necesidad de trabajar desde la escuela en la alfabetización mediática e informacional.

¿En qué consiste la alfabetización mediática e informacional?
El concepto de alfabetización mediática e informacional (AMI) se conoce poco en el Perú. Sin embargo, desde hace cuarenta años, la UNESCO invoca a los Estados a incluirla en las escuelas. Abarca varios aspectos, como entender de qué manera funcionan los medios desde el punto de vista técnico, de los lenguajes y los códigos. Se trata de comprender los medios desde adentro y no solamente como herramientas, a fin de formar capacidades críticas. Lo importante es que el estudiante termine el colegio no solo sabiendo leer, escribir, multiplicar o restar, sino también con una idea de qué cosa es un plano, un ángulo, cómo viaja la información, qué hay detrás de un periódico, qué vinculación existe entre la publicidad, la propiedad de una empresa y la noticia. Que tenga esas nociones básicas. Además están los temas del conocimiento de las normas, de las cuestiones éticas y del reconocimiento de los actores.

Esto demanda una capacitación de los maestros…
Esto se inicia con la formación del docente y debería incluirse en las facultades de Educación. Pero el concepto de la alfabetización mediática e informacional habla de un sistema integrado en el que también participen la industria de los medios de comunicación, las bibliotecas públicas y todos los actores vinculados con los contenidos informativos. Así como sabemos leer y escribir, sumar y restar, de lo que se trata aquí es de que el ciudadano tenga conceptos básicos sobre cómo funcionan los medios con los que interactuamos todos los días.

¿Qué les tocaría hacer a los medios de comunicación?
No se trata de pedirles campañas educativas. Si lo hacen, está bien, pero eso no tiene nada que ver con alfabetización mediática e informacional. Los medios pueden realizar programas muy entretenidos y provocadores, pero que al mismo tiempo ofrezcan algún tipo de desarrollo de capacidades críticas. Recuerdo que el diario El Comercio tenía hace algunos años un proyecto llamado El Comercio en la Escuela, y enseñaba a los chicos a elaborar una noticia. Eso, por ejemplo, era un primer acercamiento a la educación mediática. El tema es que los medios de comunicación pueden jugar un rol en verdad importante, desde educar sobre sus propios contenidos hasta llevar a cabo trabajos en conjunto con el Ministerio de Educación. Un programa educativo puede ser muy entretenido. De hecho, existen muchísimas opciones en ese sentido, como programas de concursos, de desafíos, de conversación. El espacio que tenía Sonaly Tuesta o los de Movistar Plus son programas educativos, y son sumamente entretenidos. Discovery tiene contenidos que son realmente muy bien hechos, por su calidad visual, sus imágenes y su relato.

¿El concepto de alfabetización mediática abarca el manejo de equipos y aplicaciones?
De alguna forma, pero eso es lo que más se hace: comprar equipos y enseñar a usarlos. El manejo es lo más fácil y las plataformas son cada vez más sencillas. Lo que es difícil es entender el papel y las funciones de los medios en la sociedad, las condiciones bajo las cuales operan, así como interpretar críticamente el contenido. Esos elementos requieren una orientación mucho más clara de parte de los docentes. Por ejemplo, se trata de saber qué cosa es un algoritmo o una cookie, o cómo funcionan los motores de búsqueda. Si navegas en internet en busca de un hotel en Cajamarca, dejas una marca que se almacena en tu computadora. Eso ingresa a una base de datos que se vende a una agencia de publicidad, la que luego te pone mensajes publicitarios vinculados con esa búsqueda. Algunos creen que los están espiando, pero no es eso. Lo que pasa es que los términos y condiciones de los programas que usamos, y no leemos, dicen que se van a quedar con esa información. Entonces no solo se trata de instrumentalizar la enseñanza de los medios, hay que ponerles atención también en ese sentido.

¿Qué riesgos acarrea la práctica de aceptar términos y condiciones sin leer?
Para empezar, podríamos ceder nuestra imagen de manera perpetua a una empresa que luego la use para venderla. Si tienes Instagram, que no te extrañe ver tu fotografía en publicidad. Ya está ocurriendo. Un día vas a salir tú ofreciéndote un producto a ti mismo. Tal vez dirás que nunca diste tu autorización para eso, pero claro que la diste, solo que no leíste. En el caso de Tik Tok, hay dos elementos interesantes. El diario El País publicó un artículo con una infografía interactiva donde ingresas todas las aplicaciones que tienes y se suma el número de horas que te tomaría leer los términos y condiciones de todas estas, y el resultado es comparable a leer un libro completo. Por ejemplo, si sumas la lectura de los términos y condiciones de Spotify, YouTube y Facebook, eso equivale a leer El Lazarillo de Tormes. Pero esas no son las únicas aplicaciones, los chicos tienen en sus celulares como diez o quince aplicaciones, y leer los términos y condiciones de todas ellas puede tomar más de doscientas horas, el equivalente a leer Don Quijote de La Mancha. Es evidente que nadie lee esa cantidad de información. Pero, por supuesto, hay peligros más allá de la medición de la cantidad de texto.

¿Cuáles, por ejemplo?
Por ejemplo, cuando creas una cuenta en Tik Tok, autorizas que se recolecten los datos del hardware de tu teléfono, lo que incluye información como las aplicaciones que tienes instaladas —incluyendo las que ya has eliminado—, la hora en que las utilizas, la información del IP, es decir del dispositivo de internet desde el cual haces tu búsqueda, tu ubicación, etcétera. Si cruzas esa cantidad de información, puedes saber cualquier cosa, como cuántas mujeres toman Coca-Cola de seis a siete de la mañana y en qué parte de la ciudad están. Esos datos se registran de millones de personas, en simultáneo y en tiempo real. Allí está el peligro. Incluso aceptas que sabes exactamente cómo funcionan los algoritmos de Tik Tok, lo cual no es cierto. Por un lado, puedes regular y pedir que el lenguaje empleado sea más simple, pero lo más importante es formar a las personas. Creo que si empezamos a desarrollar capacidades críticas en nosotros mismos, vamos a estar, por lo menos, más prevenidos.

¿Cuáles son los beneficios de la formación en capacidades críticas frente a los medios de comunicación?
En primer lugar, la formación de un ciudadano crítico. Ese es el tema de fondo, porque cuando lees una noticia es importante saber quién la emite, qué criterios ha utilizado para hacerla, cómo se distribuye. Las personas no tienen nociones de cómo se producen los contenidos, y eso es injusto, porque impide comprender algo que es muy importante en la cultura.

¿Qué es lo más adecuado: que la alfabetización mediática se dé en un curso o que sea transversal en la educación?
Lo primero es poner el tema en la agenda. Es decir, que el ministro de Educación, el Consejo Nacional de Educación, los propios medios de comunicación y los actores educativos hablen sobre la importancia de la educación en medios. Luego se discutirá si el tema se puede convertir en un taller, en un curso o en lo que fuera. Pero creo que lo ideal es que sea transversal, porque los medios son utilizados tanto por el profesor de comunicación como por el de matemática o el de inglés. No creo que deba ser para un área curricular en particular, pero sí es necesaria la formación inicial de los docentes. Yo hice una investigación sobre la presencia de los medios de comunicación en la formación de los escolares, y no encontré nada. Había cursos como TIC para matemáticas, en los que se enseñaban dos o tres programas para hacer fórmulas o resolver fracciones, pero eso no te enseña sobre el medio. Si el profesor no cuenta con esa formación inicial, evidentemente no podrá orientar a sus alumnos.