16 de Abril de 2015

La literatura enriquece nuestras vidas

“Uno de los componentes más milagrosos y maravillosos de la literatura es esa capacidad de hacer crecer nuestra memoria, es decir, de hacernos vivir cosas que no hemos vivido y sentir cosas que no hemos sentido”, señaló el escritor español Juan Bonilla en la conferencia “La función de la literatura en nuestras vidas”, organizada por el Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima dentro del marco de la Cátedra Vargas Llosa. Bonilla ha incursionado en la poesía, el cuento, la novela y el periodismo, y con su libro Prohibido entrar sin pantalones ganó el I Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. En esta actividad que tuvo lugar en el Auditorio S, también intervinieron los docentes Paolo Gómez, José Güich y Carlos López Degregori.

Entre los libros que lo han hecho vivir las experiencias más memorables, Bonilla mencionó la Ilíada, el largo poema griego de Homero que es al mismo tiempo una epopeya y que, a lo largo de su desarrollo, va hilvanando un sofisticado entramado en el que caben los dilemas de los dioses, las angustias de los seres humanos y los combates que parecen desafiar al destino, siempre envueltos por un aliento lírico, épico y trágico. Bonilla comentó: “Uno de los momentos que más me emocionan de la Ilíada es cuando le sugieren a Aquiles que tendrá que morir joven para ser alguien en el mundo o para volverse célebre e inmortal. Y Aquiles, de alguna manera, acepta su destino”.

Otro libro elogiado por el escritor fue Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Bonilla precisó:

“En esta obra, Don Quijote pierde la cabeza, decide convertirse en un personaje de ficción y emplea a un ser real, Sancho Panza, para que le ayude en sus aventuras. Don Quijote no saldría a la vida si no hubiera sido por los libros, porque los libros le contagiaron la necesidad de salir a la vida. Y eso es el fundamento y la grandeza de la literatura, esa posibilidad de que aquello que has cosechado en la soledad de tu cuarto, leyendo hasta las cuatro o cinco de la mañana, al día siguiente te haga salir a ver la vida”.

Literatura es lectura 

López Degregori se refirió a esa posibilidad que nos da la literatura para construir nuestras vidas mientras leemos los textos escritos por otras personas y nos reconocemos en ellos. Al respecto, sugirió que un cuento de Bonilla, “El lector de Perec”, que aborda el nexo entre un lector y la obra del vanguardista francés Georges Perec, puede ser interpretado como una invitación a que los lectores construyan sus memorias cuando se reconozcan en lo que lean y anoten sus impresiones.

Sobre esta observación, Bonilla añadió que la literatura se hace leyendo y no escribiendo, y que si mañana se decretara una orden mundial que prohibiera la escritura, la literatura seguiría viva, ya que aún dispondremos de los libros para leer; pero que si esa orden prohibiera la lectura, la literatura moriría. Sobre este punto, Bonilla concluyó: “Si la literatura se hace leyendo, entonces todos podemos hacer literatura”.

Naturaleza de la literatura 

De otro lado, el escritor español indicó que es probable que el concepto de literatura tal como hoy lo conocemos naciera a fines del siglo XVIII y se consolidara con el romanticismo y con la valoración de las identidades nacionales en el siglo XIX, y que en sintonía con la aparición de este concepto y con la “muerte de Dios” decretada por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, el escritor dejó de ser escritor y pasó a ser reconocido como creador.

Bonilla detalló que antes de la irrupción del concepto de literatura, todo lo que se escribía podía ser considerado como literatura. Él acotó: “No había separaciones. Literatura eran las ficciones de Cervantes, lo que escribía Santa Teresa sobre su vida o lo que redactaban los cronistas de Indias”.

No obstante, Bonilla se mostró a favor de una definición impura de la literatura y, para fundamentar esta idea, nombró varias obras maestras de la narrativa que tienen vínculos con otras profesiones que no son puramente literarias, pero que también pueden ser calificadas como obras cumbres de la literatura, tales como Hiroshima, de John Hersey, que se mueve en el territorio del periodismo; Historia general de las drogas, de Antonio Escohotado, que se relaciona con la sociología, la historia o la antropología; o Suma de tratos y contratos, de Tomás de Mercado, que tiene nexos con la economía o la filosofía.