14 de Diciembre de 2016

Director ejecutivo de Cosapi Data apoya ‘startups’

El director ejecutivo de Cosapi Data ha afrontado grandes retos en su vida profesional y ha llevado a cabo enormes proyectos que afectaban, en ocasiones, a una región entera en el mundo. Su sueño, sin embargo, no es ampliar su colección de puestos importantes, sino contribuir a que muchos emprendedores hagan realidad sus startups y que el Perú se beneficie por ello.

Luis Torres Mariscal, ingeniero de sistemas por la Universidad de Lima, nunca ha dejado de soñar ni de dar los pasos necesarios para alcanzar grandes metas. Eso, precisamente, le ha llevado al lugar donde está.

Cuando elegiste la Carrera de Ingeniería de Sistemas, ¿había muchas universidades donde ya se dictaba?
De hecho, no existía la carrera cuando ingresé a la Universidad. Había maestrías de Ingeniería de Sistemas, nada más. Yo quería estudiar algo relacionado con tecnología e informática y encontré un camino en la Ingeniería Industrial, con miras a seguir una maestría en Sistemas. Así fue que ingresé, en 1989, a Universidad de Lima. Cuando cursaba el cuarto ciclo, se abrió la Carrera de Ingeniería de Sistemas y varios de los que estábamos en Industrial nos pasamos.

¿La carrera cubrió tus expectativas?
Fue muy interesante, porque éramos los primeros en todo lo que hacíamos. En ese entonces el decano era Álex Mahamut. Había una alianza muy linda entre la Universidad y las primeras promociones por aprender juntos. Recuerdo que cuando estaba en el tercer o cuarto ciclo, con mi compañero Gonzalo Ibáñez, formamos el Círculo de Investigación en Tecnología Aplicada (CITA), una iniciativa liderada por alumnos, pero que contaba con el apoyo de la Universidad. Explorábamos temas de interés, como conectividad, redes, ensamblaje de máquinas, programación, internet, etcétera, y nos vinculamos con proveedores, actores y otras instituciones del Perú y del mundo para intercambiar conocimiento. Fue superinteresante. También tuve la oportunidad de participar como líder estudiantil en el Consejo de Facultad. En esa época la carrera no tenía un edificio y en el Consejo de Facultad se decidió la compra de una casa que quedaba al costado de la Universidad. Hemos participado alumnos y profesores en la construcción de la carrera, en todos los aspectos.

Has sido muy activo en tu etapa universitaria.
Sí, siempre me ha gustado participar en todo. También armamos la peña con varios de nuestros profesores y alumnos. Formábamos parte de una carrera muy pequeña y, al competir contra otras más grandes, quedamos segundos, lo cual consideramos un mérito. Fueron años lindos los que viví en la Universidad.

¿Recuerdas cuál fue tu primer trabajo?
A mí siempre me gustó desarrollar software, así que con dos amigos, Federico Amprimo y César Torres, fundamos la compañía LC&F Systems Development. En ese momento se formaba Rosatel y nosotros, con nuestras tecnologías avanzadas para la época, hicimos el sistema de gestión de negocio. Varios compañeros trabajaban con nosotros. Así que la Universidad no solo me dio oportunidades enormes desde el punto de vista académico, sino también la posibilidad de conocer gente maravillosa y de desarrollarme en distintas facetas. La Ulima ha sido una incubadora fabulosa de desarrollo integral.

¿Qué hiciste luego de egresar?
Trabajé en BCTS Consulting, una compañía que estaba formada por socios jóvenes y entusiastas. Me invitaron a participar en la formación de la compañía, liderando el negocio de software. Logramos construir una división con una propuesta de valor muy potente en tecnologías nuevas para el mercado corporativo. Luego de un tiempo de estar ahí, yo había evolucionado de programador de software a gerente de negocios. Y me interesaba educarme en negocios, finanzas, marketing, etcétera. Llevé algunos cursos, pero como siempre me gustó soñar —mi madre me motivó a hacerlo—, decidí postular a la Universidad de Harvard para estudiar un MBA y me aceptaron. Estuve dos años en Boston, estudiando una maestría en negocios. Estando ahí, Microsoft me invita a hacer prácticas de verano, así que fui a las oficinas centrales en la ciudad de Seattle, en Washington, a mediados del 2001.

¿Qué te pareció la experiencia?
Me encantó. Me fue muy bien y la corporación me invitó a trabajar e hice una carrera de diez años ahí, pasando por diferentes puestos y en diferentes ciudades. Pero siempre quise regresar al Perú. En un momento, me dieron el puesto de director en Marketing y Negocios de Microsoft en Latinoamérica. Reestructuré la región y la oficina que teníamos en el Perú y, después de un tiempo, volví al Perú como gerente general de Microsoft. Eso era lo que yo quería.

¿Qué te llamó a salir de Microsoft?
Luego de tres años, la corporación me dio la posibilidad de ir a otros lugares y, como yo quería seguir en el Perú, decidí dar un paso al costado. Me quedé y fui al mundo de las inversiones, me asocié con Altra Investments, que es un fondo de inversiones de capital privado, para explorar oportunidades de inversión en el sector de tecnología. Tras dos años de estudiar el mercado, negociando adquisiciones de compañías, logramos adquirir el 100% de Cosapi Data. Yo soy director ejecutivo desde hace tres años. Nuestra propuesta de valor es la transformación digital, transformamos la propuesta de valor de nuestros clientes para sus clientes. Y paralelamente, desde hace tres años, me animé a participar en inversiones más pequeñas, pero de mucho potencial: las startups.

¿Te provoca algo especial apoyar las startups?
Es muy bonito trabajar con emprendedores, porque es gente que tiene una ambición enorme, son ejemplo de paciencia, perseverancia, porque emprender no es fácil. Además, me encanta estar rodeado de gente joven con sueños enormes y ser parte del proceso de formación de personas que tienen sueños con una base tecnológica.

¿Tienes algún sueño pendiente de realizar?
Muchos. Pero quizá el que más me motiva es contribuir a que los jóvenes emprendedores del Perú puedan explotar su potencial transformador. Un sueño muy ambicioso es ser parte de esa generación que opere un quiebre y haga de este país uno mejor y más competitivo, uno que explote ese potencial transformador de la innovación y la tecnología, lograr que esos jóvenes puedan hacer empresa y competir con igualdad de oportunidades en la región y el mundo, hacer que el Perú sea moderno, conectado y que explote de manera sustantiva ese potencial transformador de la gente joven. Este es un sueño grande, ambicioso, pero yo sé que en el camino va a haber muchas oportunidades de dar un paso y otro paso y contribuir a esa visión.

Hace poco sacaste tu título. ¿Qué te llevó a saldar esa cuenta pendiente?
Por un tema de tiempo no había podido hacerlo. Pero llegó un momento en que consideré que era necesario ponerle una cereza a una carrera que armé con cariño. Mis hijos fueron una motivación para hacerlo y también mis padres, como una manera de retribuirles, porque los padres siempre se enorgullecen de los logros de sus hijos. No es que el mercado requiera el título académico de un ingeniero de sistemas, pero pienso que hay que cumplir lo que uno espera de uno mismo. Es un compromiso titularnos, los ingenieros de sistemas tenemos una responsabilidad con nosotros mismos y merecemos darnos la oportunidad de completar ese ciclo y darles el ejemplo a los jóvenes, que sepan que las cosas no están terminadas hasta que se terminan. Aprovecho la oportunidad para conminar a mis colegas ex alumnos a que piensen seriamente en darse un espacio para sacar el título.