23 de Mayo de 2018

El destape de la cerveza artesanal

Un día, Ignacio Schwalb escuchó que hacer cerveza era fácil y, como el tema le interesó, se puso a investigar al respecto. Todas sus indagaciones las comentó luego con sus amigos Diego Rodríguez y Juan Diego Vásquez, y los tres se pusieron a ensayar juntos, en las cocinas de sus casas, solo para pasar el tiempo y llevar cerveza hecha por ellos mismos a sus reuniones.

Las pruebas fueron un éxito y eso que empezó como un pasatiempo, de pronto, se convirtió en un buen negocio. Hoy, los tres amigos son dueños de la cervecería artesanal Barbarian, tienen 2 bares y uno más en proyecto, y exportan su producto al extranjero. Al mes, producen 30.000 litros de cerveza de diferentes sabores, con ingredientes como cacao, café, limón y culantro.

Ignacio es graduado de Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima y a continuación nos cuenta su historia.

¿Cómo empezó Barbarian?
Esto comenzó hace nueve años. Un día me reuní con mis amigos del colegio y les comenté que había visto que era posible hacer cerveza en casa. Nos animamos a hacer la prueba, investigamos en internet cómo se hacía y nos pareció fácil. Así que compramos las cosas que se necesitaban y lo hicimos.

¿Qué tal les salió?
En ese momento, para nosotros era increíble. El sabor era a gloria, sentimos un gran orgullo de tomar nuestra propia cerveza… aunque seguramente si la tomáramos hoy, nos sabría horrible [risas].

Ese orgullo les hizo seguir produciendo más cerveza.
Nos fuimos educando un poco más, investigando, leyendo libros, viendo cómo podíamos mejorar la cerveza. La verdad es que casi todo el aprendizaje fue autodidacta.

¿Tenían en mente iniciar un negocio?
No, no. No lo pensamos. Solo queríamos llevar una cerveza diferente a nuestras reuniones. Después nos enamoramos de este mundo y nos volvimos fanáticos de la cerveza artesanal, los nerds de la cerveza. Comenzamos a probar de diferente tipo. Pero en el Perú no había mucha variedad en esa época. Solo había cinco que se importaban, aparte de las industriales, que tienen el mismo estilo. Nosotros habíamos tenido la suerte de vivir fuera y sabíamos que había más cerveza. Ahora, adonde viajamos, siempre compramos cerveza y hemos reunido una colección de 800 botellas en el bar de Miraflores y otra de 500 en el bar de Barranco. Todas son de diferentes países, marcas y estilos. Nuestros amigos también nos traen las botellas de cerveza que toman en sus viajes.

¿En qué momento decidiste iniciar un negocio?
Estuvimos tres años produciendo, a manera de pasatiempo. Durante ese tiempo, no pensamos en hacer un negocio, ni siquiera teníamos el dinero para invertir. Sin embargo, nuestros amigos nos decían que sabía muy bien y nos preguntaban por qué no la vendíamos. Entonces comenzamos a darle vueltas al asunto y un día fuimos a un bar nuevo y, mientras conversábamos con los dueños, les contamos que hacíamos cerveza y nos ofrecieron comprarla sin haberla probado.

¿Esa fue su primera venta?
Sí, esa fue. Antes nos pidieron que nos formalizáramos como empresa y lo hicimos. El negocio creció por recomendaciones. El dueño de otro bar nos pidió y luego vino otro y otro y así creció el negocio.

¿Dónde producían la cerveza?
La hacíamos en casa. Dejábamos todo hecho un desastre, así que nos botaban de una casa y nos pasábamos a otra. Al final nos instalamos en el garaje de Juan Diego. Más adelante decidimos mudarnos a un lugar más grande, porque no teníamos la capacidad suficiente para producir lo que nos pedían.

La demanda creció rápido…
Muy rápido. Un día nos llamaron de Astrid y Gastón, porque querían incluir nuestra cerveza en su menú de degustación. Eso implicaba una gran responsabilidad y en ese momento no teníamos la capacidad de producción que se requería. Les pedimos que nos esperasen y lo hicieron. Nos mudamos a un local, donde pensamos quedarnos un par de años, pero a los seis meses nos quedó chico y decidimos invertir de nuevo y abrir un local más grande en Huachipa.

¿Cuánto producían, aproximadamente?
Crecimos rápido, en solo nueve meses pasamos de producir 800 litros al mes a 5.000 litros, a fines del 2014. De atender 8 clientes pasamos a 150 y comenzamos a embotellar para llegar a clientes más pequeños y para no tener necesidad de instalar el chop.

¿Cómo se solventaban?
Con nuestro propio dinero. Recuerdo que cuando comenzó la construcción de la planta en Huachipa, solo invertíamos, no ganábamos nada. Uno de mis socios renunció a su trabajo para dedicarse 100% al negocio. Yo lo hice después. Había cierto estrés, porque nos acabábamos de mudar y ya estábamos llegando al tope de nuestra capacidad de producción.

¿Qué hicieron?
Optamos por crecer en ese mismo local. Construimos una nueva planta con equipos que mandamos a fabricar. Rediseñar nos tomó todo el 2014. Antes de Navidad de ese año, felizmente, logramos nuestra primera producción en esa planta. Ahora producimos 30.000 litros al mes y estamos pensando hacer crecer la planta en 500 metros cuadrados más, comprando el local de al lado.

¿Cuán difícil fue hacer crecer el negocio?
Más que difícil, tuvimos temor. Cuando renuncié a mi trabajo, mi papá me quería matar [risas], pero también me apoyó y todo funcionó. Trabajamos durísimo, sobre todo los primeros años, en los que nos dividíamos entre la cervecería y nuestros trabajos. Los fines de semana, mientras que nuestros amigos iban a la playa, nosotros trabajábamos.

¿Cómo conseguiste más clientes?
Eso fue complicado, porque en ese entonces no había mercado. Tocamos muchas puertas, le explicamos a mucha gente de qué se trataba esto de la cerveza artesanal, mientras que buscábamos los insumos en el extranjero y desarrollábamos la maquinaria con productores locales de alimentos, no de cerveza, porque no había. Yo he diseñado todos los equipos.

¿Cuáles eran tus funciones?
Los tres socios hemos hecho de todo: producción, trapear el piso, cobrar, pagar a los productores, vender, etcétera. Ahora me dedico sobre todo al marketing y a nuevos proyectos.

¿Quién se encarga de desarrollar los sabores o proponerlos?
Los sabores los seguimos haciendo los tres. Nuestra idea es ofrecer más variedades todo el tiempo. Tenemos 40 sabores de cerveza, algunas con miel, otras con muña y otras con frutas. Vamos a sacar dentro de poco una con camu camu, con blueberry y con mango y ciruela, también con chocolate y cocona. Somos líderes en el mercado nacional. Hace poco ganamos el Premio a la Mejor Cervecería Peruana, que otorga la Asociación de Cerveceros Artesanales del Perú. También ganamos la Copa Peruana de Cervezas, hubo más de 140 marcas y como 60 cervecerías en competencia.

¿Cómo les ha ido en el último año y qué planes tienen?
Ha sido un fin de año duro. Hemos tenido exportaciones y bastantes ventas locales, además de algunos problemas en la planta, porque en ocasiones se nos ha ido la luz y el agua. Finalmente, hemos comprado un grupo electrógeno. Abrimos el bar de Miraflores en el 2016 y nos ha ido muy bien. En el 2017 abrimos otro en Barranco y abriremos uno más en el Jockey Plaza.

¿Adónde han exportado?
Desde mediados del 2016 exportamos a España, Miami, Chicago, Chile y Brasil, aunque a este último país ya no vamos.

¿Qué es lo que más te gusta de esto?
El hecho de que la gente pruebe y diga: “Qué bien que hagan esto”, “Qué bueno que haya más cerveza”, o “Antes no tomaba cerveza, pero la de ustedes me encanta”.

¿De qué manera crees que tu formación en Ingeniería Industrial te ayudó a forjar tu empresa?
Ingeniería Industrial es una carrera muy amplia y te da bases en muchas categorías distintas. Te prepara en campos como química, finanzas, contabilidad, entre otros, que te permiten conocer un poco de todo sobre gerenciar una empresa. Esto es necesario, sobre todo, en una empresa pequeña, donde uno se encarga de todos los temas, desde la producción hasta la contabilidad, de tomar decisiones sobre la calidad, el flujo de trabajo, etcétera. Todos los cursos de mi carrera me han servido, incluso para el diseño de los equipos; yo he usado gran parte de las herramientas que me dio la Universidad de Lima, sobre todo en lo que respecta a pensar de una manera distinta, de una forma empresarial y con una visión amplia.