18 de Marzo de 2020

Sal y ‘marketing’

Práctica, directa, aficionada a las series y a las películas, exigente y trabajadora. Así es Alejandra Martínez, egresada de la Carrera de Negocios Internacionales de la Universidad de Lima. Se desempeña como marketing & business manager en K+S Perú, empresa comercializadora de sal, desde octubre del 2017. En el futuro le gustaría dedicarse a la docencia.

¿Qué haces en K+S?
Soy encargada del área de Marketing y Trade Marketing. Veo la parte de marketing para el consumidor, redes sociales, actividades y promociones, así como trade marketing en puntos de venta: degustaciones, toldos para clientes, etcétera. Todo lo que hacemos es con la intención de fidelizar a los clientes. En la empresa atendemos a dos tipos de públicos. Uno es el consumidor final, y aquí nos enfocamos en la sal que todos comemos normalmente. El otro rubro es el industrial: ya que la sal tiene muchos usos, se emplea en minería, en la industria textil para fijar tintes, para el ablandamiento del agua, para hacer quesos y embutidos, en piscicultura, etcétera. Vendemos sacos de veinticinco kilos y otros de una tonelada.

¿De dónde proviene la sal de ustedes?
No proviene del mar, de donde puede venir con residuos plásticos. Nuestra sal es de mina, es más seca. Igualmente, se le pone yodo y flúor, como manda la ley, en pequeña cantidad. Esto se hace por un tema de salud, pues hay poblaciones que no tienen yodo ni flúor, y como la sal es un bien básico y todos la consumen, el Estado manda que se le añadan estos componentes. Tenemos dos marcas: Lobos, que es la sal normal, pero de mejor calidad que las que podemos encontrar en el mercado; y Biosal, especial para personas que quieren o necesitan cuidarse. Biosal tiene cincuenta por ciento de sal y cincuenta por ciento de potasio. El potasio contrarresta el efecto negativo de la sal y, por supuesto, sala menos, así que toma un poquito de tiempo acostumbrarse a comer menos salado y al sabor del yodo.

Te encargas de varios temas diferentes…
Sí, son varias cosas. Antes de venir aquí yo trabajaba en Unilever y veía asuntos más puntuales, porque éramos varias personas y cada quien tenía una tarea específica. En K+S me encargué de todo lo que podía desde el primer día. Al principio no tenía equipo, ahora tengo cuatro personas a mi cargo. Una se ocupa del tema industrial, dos del canal moderno, una me asiste y ve el canal tradicional. Ya no estoy tan ajetreada como antes. Pero debo reconocer que el trabajo me ha permitido aprender muchísimo. Para empezar, yo no sabía para cuántas cosas servía la sal; aprendí acerca de sus usos, los procesos químicos, las granulometrías, si viene en polvo o en grano, el trabajo en planta y más.

¿Tienen una planta propia?
Tenemos una planta en el Perú, porque hay bastante mercado. Antes importábamos todo, pero no sale a cuenta importar una bolsa de sal que se vende a un sol. Ahora traemos la sal a granel y la envasamos en el Perú. He aprendido de planta, de procesos y lo necesario. De hecho, todos estuvimos involucrados en la creación de la planta y los productos. Fue muy interesante. Incluso me tocó ver el asunto de los empaques biodegradables. En esta empresa, a diferencia de otras, el trabajo del área de Marketing no está limitado a cuestiones de marketing. También nos ocupamos de otros asuntos, aunque lo central en marketing son las innovaciones.

¿Hace cuánto tiempo que la empresa opera en el Perú?
En el Perú, la empresa es relativamente nueva. En consumer tenemos de cinco a seis años. En el mundo, esta empresa es líder mundial en el negocio de la sal. Yo le reporto al gerente general que está en el Perú, pero además tengo un jefe en Chile y otro en Estados Unidos. Con quien más coordino es con mi jefe ubicado en Perú. Somos cinco cabezas en la empresa: recursos humanos, logística, jefe de planta, ventas y yo en marketing. Es muy simpático.

¿Qué te gusta de tu trabajo?
Muchas cosas. Me gusta manejar mi tiempo. Varias veces no estoy en la oficina, porque salgo a ver cosas de la empresa y otras veces viajo. Me gusta enseñar cosas a los demás. Al noventa por ciento de mi personal le he enseñado todo desde cero.

¿Dónde has trabajado antes?
Trabajé en Unilever por 3 años y medio. Ingresé como practicante y fue muy curioso, porque a la última entrevista llegamos 35 postulantes para una sola vacante. Yo pensé que no entraba, pero resultó que me eligieron a mí. Pasé por varias áreas: la comercial, luego fui ejecutiva de cuentas del canal moderno, y aprendí mucho. Después vi todos los mercados del canal tradicional, y estuve como analista.

¿Cómo eres en el trabajo, con tu equipo, con los clientes?
Soy muy metódica. Cuando pregunto algo, no me gusta que se vayan por las ramas. Soy práctica, no me interesa de quién fue la culpa, me interesa resolver. A veces soy muy exigente, pero no soy conflictiva. Considero que nada en el trabajo debe tomarse personalmente. Si me molesto por algo, es netamente por un tema del trabajo. Creo que nadie sigue a un líder que no sea empático, hay que ser muy receptivo.

¿Qué haces en tus tiempos libres?
Estudio una maestría, trato de ir al gimnasio al menos dos veces por semana, me encanta ver películas en mi cama o ir con mi novio a buscar una comida nueva; los jueves almuerzo con mis abuelos, y como mi padre y mis hermanos viven en el mismo edificio, los visito a ellos también; otros días visito a mi mamá.

¿Qué valoras de la Universidad de Lima?
Lo que más valoro de la Universidad de Lima es que desarrolla el pensamiento crítico. Cuando postulé a Unilever pedí ingresar al área logística porque era más afín a mi carrera, pero me eligieron para el área comercial, así que di un giro en mi trayectoria. Pero estuvo bien, porque aparte de las herramientas de la carrera, la Universidad de Lima nos forma con cursos de ética, de investigación de mercado, responsabilidad social, llevas muchos cursos que te hacen pensar y desarrollar un juicio crítico. Recuerdo que llevé cursos en inglés, lo cual me parece muy útil. También valoro mucho la Biblioteca, que es enorme, tiene muchísimos textos y no todas las universidades tienen una biblioteca tan buena, con textos científicos que se consultan en línea. Seguramente cuando haga mi tesis de maestría iré a la Ulima para consultar libros. La Universidad tiene buenos profesores y muchos de ellos trabajan en empresas; eso es muy importante, porque combinan la teoría con todo lo que ven en la práctica profesional, y los alumnos necesitan esa experiencia. Me gusta que no haya demasiados alumnos por salón, eso te permite concentrarte mejor. Además, la infraestructura es muy buena.