04 of February of 2019

En las aguas del negocio naviero

Diego Galindo se ha forjado una carrera en el mundo marítimo. Como gerente general de la naviera Hapag-Lloyd en el Perú, su preocupación primordial es llenar de carga los buques que salen de nuestro país. Con esa consigna, logra transportar el 19 % de las exportaciones peruanas en contenedores. Él es graduado de Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima y divide su tiempo entre su carrera profesional, su familia y otra de sus pasiones, el ciclismo de montaña.

¿Desde cuándo trabajas en Hapag-Lloyd?
Estoy acá desde el 2015, año en que esta compañía se fusionó con Consorcio Naviero Peruano, que representaba a Sudamericana de Vapores. Antes de eso yo trabajaba para el Consorcio. Con la fusión, la marca que quedó fue Hapag-Lloyd y a mí me nombraron gerente general.

¿Toda tu carrera ha estado ligada al mundo naviero?
Sí, de una manera u otra. Me encanta este sector, lo mismo que mi trabajo. Antes de trabajar en el Consorcio Naviero Peruano estaba en Tramarsa, agente marítimo que le daba servicio a Sudamericana de Vapores. Me contrataron como asistente en el año en que salí de la Universidad, hasta el 2001, entonces me nombraron subgerente de Planeamiento. En el 2002 fui gerente de Administración y Finanzas; en el 2004, gerente comercial; y en el 2011 pasé a Consorcio Naviero Peruano, como gerente de Proyectos; del 2012 al 2015 me desempeñé como director comercial, después pasé a Hapag-Lloyd.

¿Qué volúmenes mueve Hapag-Lloyd?
Transportamos el 19 % de las exportaciones peruanas y el 18 % de las importaciones. Esto es en contenedores, movilizamos carga en contenedores. En cuanto a las características de nuestra carga, es diversa. El Perú tiene commodities que lo caracterizan, como el cobre y la harina de pescado. En carga refrigerada, hablamos de uvas, paltas, arándanos, mangos. En Hapag-Lloyd tenemos un alto contenido de carga refrigerada, ese es un mercado interesante para las empresas navieras.

¿Qué actividades son las que más ocupan tu día a día?
Mi trabajo está muy orientado a la parte comercial. Somos una subsidiaria de una empresa transnacional grande, y la tarea de las oficinas de Hapag-Lloyd en los diversos países consiste en asegurar que se llenen los barcos. Esa es mi responsabilidad principal. En segunda instancia están las obligaciones administrativas y operativas.

¿Qué dificultades debes resolver normalmente?
En la medida en que hagamos un buen trabajo, crecemos a la par del PBI, tal vez un poquito más. Pero una dificultad que se viene presentando para todo el sector naviero es que el puerto del Callao está sumamente congestionado. Los dos concesionarios del puerto operan arriba del 70 % de ocupación, y cuando un puerto llega a esa cifra, se dice que está lleno y ya no tiene capacidad de reacción. Ese es el caso de nuestro puerto. Es necesario realizar una inversión para llevar a cabo ampliaciones, pero es un asunto que está entrampado, no se gatilla el plan de inversiones.

¿Qué tan perjudicial resulta esto para las navieras y para el país?
Es un reto para las navieras operar de esta manera. Finalmente, se puede convertir en un freno para el crecimiento, porque se presentan problemas para atender el crecimiento del comercio exterior, lo cual es muy negativo, sobre todo ahora que tenemos tratados comerciales con otros países.

¿Cuáles han sido los principales retos de tu carrera?
En los últimos tiempos, mantener la participación de mercado de Hapag-Lloyd y otro reto importante se presentó durante la fusión de las dos empresas. Ese fue un año duro, porque una fusión nunca es perfecta, siempre hay problemas por resolver, además yo era nuevo en el puesto, pero nos fue bien.

¿Tienes algún pasatiempo?
El ciclismo de montaña es mi vida, lo practico desde hace diez años. Los días de semana voy al Morro Solar, que es el templo del ciclismo en la ciudad; incluso voy de mi casa al trabajo en bicicleta. Pero cuando puedo voy a Pachacamac o Cusco. Fuera de Lima hay buenos sitios para practicar este deporte. Y fuera del Perú, trato de ir con unos amigos de vez en cuando a Whistler, en Canadá: es la meca del ciclismo de montaña.