22 of January of 2018

Por amor al medio ambiente

El ejercicio de la profesión puede llevarnos por diversos caminos, algunos inesperados. Lo importante es experimentar y forjarse, poco a poco, un rumbo propio, uno que calce con lo que realmente nos apasiona. Así lo hizo Adriana Kato, egresada de la Carrera de Comunicación de la Universidad de Lima. Luego de experimentar en el terreno medioambiental y de desarrollo social, descubrió que quería usar la comunicación como un medio para lograr un impacto social.

Hoy, Adriana trabaja en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el Proyecto EbA Lomas, que busca proteger, conservar y gestionar de manera sostenible las lomas de Lima. En esta entrevista, Adriana cuenta cómo se interesó por esta problemática y lo mucho que le ha servido lo aprendido durante la Universidad.

¿En qué consiste tu labor en el proyecto EbA Lomas?
Soy especialista en comunicación en este proyecto, que pertenece al PNUD. Me encargo de transmitir información sobre el cambio climático, de manera que sea entendible y genere impacto. Para eso desarrollo estrategias de comunicación que involucren a autoridades, sociedad civil, comunidad académica, empresas, etcétera. El objetivo es que podamos trabajar de forma conjunta por la conservación de las lomas. Llevo un año en este proyecto.

¿Siempre te interesó el tema medioambiental y de desarrollo?
A partir de que conseguí un puesto en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil, me gustó y desde entonces he tratado de laborar siempre en este tipo de programas. El tema medioambiental lo conocí al participar como voluntaria en el PNUD, como parte del proyecto EbA Montaña, que trabajaba en la reserva paisajística Nor Yauyos Cochas, en Junín. Caí de casualidad en ese proyecto y de aquello me enamoré. Más adelante postulé para trabajar en el Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea, y me aceptaron.

¿De qué se trataba exactamente el programa?
Era un programa global y no solo era ejecutado por el PNUD, sino que éramos socios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Era un piloto, pero aprendí y gané mucha experiencia, sobre todo porque trabajé con comunidades campesinas y podía relacionarme con distintos funcionarios a nivel internacional. Recuerdo que realizamos un taller en Lunahuaná e invitábamos a gente de Nepal, Uganda, Sudáfrica…

¿Te gustaba relacionarte con las comunidades y con personas de organizaciones civiles?
Así es, me encantó. También me gusta mucho la sierra y en muchas oportunidades tuve que estar arriba de los 4.000 metros sobre el nivel del mar, respirar aire frío y puro y aprender los conocimientos ancestrales de las comunidades. Fue muy enriquecedor.

¿Cuánto tiempo estuviste en ese proyecto?
Trabajé por dos años y tres meses. Después hice consultorías y laboré un tiempo en el Ministerio de Educación, que fue muy bonito, me gusta el tema educativo, pero extrañaba trabajar temas medioambientales, así que regresé a lo mío. Para mí es un reto y una responsabilidad transmitir a las personas, de manera sencilla, los efectos del cambio climático.

Ahora que trabajas en un proyecto para las lomas de Lima, ¿qué cosas has aprendido?
En primer lugar, he aprendido que, como limeña, no conocía Lima [risas]. Lima tiene 43 distritos y normalmente no nos movilizamos ni por la mitad de ellos. En este proyecto me doy cuenta de lo grande que es la ciudad y cómo impacta eso en el medio ambiente, en este caso, en las lomas. Creo que normalmente no visualizas eso, pero este proyecto me abrió los ojos hacia lo que es Lima y cuánto espacio verde hemos perdido y seguimos perdiendo. Por otro lado, si le preguntas a una persona qué es una loma, seguramente te contesta que es un cerrito, pero no. Las lomas son un ecosistema frágil, que se forma por la neblina, y son características de la costa, solo existen en el Perú y en Chile. Muy poca gente sabe eso.

Se ponen verdes y se llenan de flores solo en una época del año, ¿verdad?
Sí. En la época seca, es decir, los meses de verano, de diciembre a mayo, no se ven flores. En la época húmeda, de junio a octubre, se acumula la mayor cantidad de neblina y el agua hace que se activen las semillas que están en las lomas, reverdece y es muy hermoso.

¿Qué lomas existen en Lima?
Hay 19 lomas en total. Entre las más conocidas están las lomas de Lúcumo, en Pachacamac; las de Paraíso, en Villa María del Triunfo; las de Primavera, en Carabayllo; y las de Amancaes, en el Rímac.

Mencionabas que hemos perdido muchas áreas verdes. ¿Cuáles son las principales amenazas para las lomas?
Las invasiones por tráfico de terrenos y la minería informal. Hace años, los migrantes construían sus casas y luego sus hijos construían un poco más arriba, y así todos iban construyendo hacia arriba. Pero ahora no se gana terreno solo por crecimiento familiar, sino por tráfico de terrenos. Ahora que visitamos las lomas, vimos casitas de madera abandonadas. Las levantan por si acaso, por si pueden invadirlas.

Las lomas son pulmones de la ciudad y por eso son importantes, ¿pero ofrecen algún otro beneficio a la urbe?
Además de ser pulmones, limpian el aire, influyen en la polinización y son lugares ecoturísticos. Funcionan como un servicio ecosistemático y de educación, porque tienen una gran riqueza en flora y fauna, y son excelentes lugares para investigar. La típica flor de amancaes de Lima se encuentra precisamente en las lomas. La de Villa María del Triunfo está llena de esas flores, pero se extinguieron en las lomas de Amancaes y ahora las están reintroduciendo. Pero cada mes es diferente en las lomas; a veces crecen la ortiga, la flor de papa, begonias, etcétera.

¿Hay actividad turística en las lomas de Lima?
En las Lomas de Lúcumo hay turismo desde hace veinte años aproximadamente. En las otras, el turismo lleva unos tres años.

Aparte de algunos invasores, que afectan las lomas, ¿qué relación tiene la población en general con las lomas que quedan cerca de sus casas?
Hace poco tuvimos una reunión con las lideresas que trabajan en las asociaciones ecoturísticas de las lomas. Ellas han asistido a muchas reuniones de organizaciones para hablar de las lomas, pero nunca lo habían hecho desde su rol como mujeres lideresas, que cumplen la labor de preservar las lomas. Así que organizamos un taller para que pudieran conocerse e identificarse, para que reconocieran el valor que tienen. Fue un compartir muy emotivo, se conectaron con sus historias y experiencias. Fue muy bueno para ellas y muy valioso.

¿Qué te gustaría lograr?
Soñamos con crear la marca de las lomas de Lima, que trabajen como una sola y hagan frente a la problemática. Si pudiéramos crear una marca, sería más fácil presentar proyectos para conseguir financiamiento y protegerlas mejor.

¿Alguna vez te viste trabajando en un proyecto de este corte?
Como a la mitad de la carrera, sí me vi trabajando en esto. Yo me interesaba mucho por los medios audiovisuales, pero cuando fui descubriendo lo que puede hacer la comunicación para el desarrollo social, pensé en aprovecharlo. Este trabajo es muy bonito, retador y a veces frustrante, pero uno sigue adelante y ve cómo afrontar los problemas de la mejor manera. Además, tengo un equipo fenomenal, nos divertimos muchísimo.

¿Qué opinión tienes de la formación que has recibido en la Universidad de Lima?
Considero que he recibido una formación muy buena. Muchos de los enfoques de comunicación y desarrollo, así como las metodologías para desarrollar estrategias que hoy aplico, los vi por primera vez en la Universidad. La Ulima me ha brindado bastantes herramientas para manejarme; y algo que me gusta es que soy comunicadora social, no solo trabajo en temas de desarrollo, sino también sé de audiovisuales y de periodismo. Esa es la formación integral que me ha brindado la Universidad.