31 of August of 2017

Emprendimiento orgánico

Pensar en un negocio de productos orgánicos con delicioso sabor no fue tan complicado para Diego Morales y Rodrigo Tapia. Ellos conjugaron su gusto por los postres saludables con sus conocimientos de la Carrera de Ingeniería Industrial y colocaron la primera piedra para hacer posible su emprendimiento.

Con entusiasmo, estos jóvenes de la Universidad de Lima han creado su propia empresa, Mezclas Andinas, y ahora venden Q’aya Alma Andina, un producto nutritivo y energético a base de harina de quinua orgánica y cacao. En esta entrevista, ofrecen más detalles.

¿Por qué decidieron emprender un negocio de postres?

Rodrigo: Siempre estuvimos interesados en crear un negocio y vimos una oportunidad en un mercado emergente, como es el de la comida orgánica. Tuvimos el apoyo de mi mamá, que es chef, y nos decidimos por postres.

¿Cómo es su producto?

Rodrigo: Tenemos dos presentaciones, una es el brownie individual, elaborado con quinua orgánica y panela o azúcar. La otra es la premezcla para hacer el brownie en casa.

Diego: La premezcla es superfácil de hacer. Solo se requiere añadir huevos y mantequilla con sal; se coloca 35 minutos en el horno y tienes el postre listo. Viene en caja y dentro de una bolsa sellada.

¿Qué diferencia a su producto de otros similares?

Diego: Que es libre de gluten y está hecho con harina de quinua y dos clases de endulzantes: algunos vienen con azúcar rubia y otros en versión de panela.

Rodrigo: Definitivamente, la diferencia es el sabor y lo saludable que es.

¿Quiénes son sus proveedores?

Rodrigo: La quinua orgánica que usamos proviene de Puno, la compramos a distribuidores mayoristas. El chocolate, que tiene 55 % de cacao, lo compramos en Lima, junto a la panela y el azúcar.

¿Tienen registro sanitario?

Diego: Lo tenemos, y el producto lleva una fecha de vencimiento. Nos hemos concentrado en hacerlo de buena calidad y todo formalmente.

¿Ya se vende en el mercado?

Diego: Sí, en diferentes tiendas de comida saludable. Pero el objetivo es tratar de crecer para que más personas lo consuman. Nuestro mercado no es tan grande por el momento, pero las ventas son repetitivas: quien lo prueba quiere comerlo otra vez.

¿Cómo va el tema de la distribución?

Diego: Nosotros mismos nos encargamos de la distribución. Cada uno deja los productos en las tiendas, en el tiempo que puede.

Rodrigo: Estamos enfocados en atender al cliente en las tiendas en el momento en que lo necesitan. Siempre tenemos un stock en el taller.

¿Tenían la receta antes de la idea del negocio o fueron probando una fórmula que les gustase?

Diego: Fuimos probando. Nos hemos apoyado en el círculo más cercano de amigos y familia, ellos nos decían si sabía bien o no. Cuando decidimos que la mezcla estaba lista, pasamos a las degustaciones en tiendas. El feedback siempre ha sido muy importante, como también observar las reacciones de las personas y sus gestos al probar el producto.

Rodrigo: Hemos realizado pruebas por varios meses y hemos agregado y quitado varios ingredientes en este tiempo. También consultamos con cocineros amigos de mi mamá. Al inicio lo hicimos con un chocolate que tenía menos de 55 % de cacao y nos dimos cuenta de que hacía falta un porcentaje más alto. Luego de 9 meses, terminaron las pruebas y ya tenemos el producto actual.

¿Qué estrategias están utilizando para hacer más conocida la marca y generar más ventas?

Diego: Nos enfocamos en las redes sociales, ahí difundimos los puntos de venta, también videos sobre la preparación. La gente ve lo fácil que es hacer este producto y se enteran de que no tiene gluten, colorantes ni preservantes.

Rodrigo: Planeamos entrar a supermercados a largo plazo; a mediano plazo, diversificaremos nuestra carta de productos. Ahora estamos en las pruebas y casi en la última etapa para lanzar nuestro siguiente producto, que será la galleta de quinua y la premezcla de la galleta de quinua orgánica.

¿Quiénes conforman la empresa?

Rodrigo: Somos cinco en total. Diego, mi hermano Ignacio, mi mamá y una chef que nos ayuda en la cocina, pero no es accionista, y yo. La empresa se llama Mezclas Andinas y la marca es Q’aya Alma Andina.

¿Cuáles son sus funciones?

Diego: En la cocina nos apoya la mamá de Rodrigo, que es de las mejores chefs que conozco. En lo administrativo estamos Rodrigo y yo, y en lo logístico nos apoya su hermano. De esa forma llevamos el negocio y tratamos de juntarnos una vez por semana para ver a qué apuntamos.

¿Qué tal acogida han tenido en el mercado?

Rodrigo: Algunos piden que llevemos los productos a bodegas. Por ahora estamos trabajando en cumplir nuestro objetivo de ser la empresa número uno a nivel de productos orgánicos.

¿A qué se dedican además de este emprendimiento?

Diego: Acabo de terminar la Universidad. Trabajaba en el BCP, un lugar fantástico, pero tuve que pedir permiso para dedicarme a esto y, a la par, hacer mi tesis.

Rodrigo: Estoy en el quinto ciclo de la carrera y haciendo prácticas. En mis tiempos libres juego squash y leo mucho, sobre todo historias exitosas de gente emprendedora y sobre psicología.

¿Cómo ha contribuido su formación en la Universidad de Lima para poder iniciar y mantener este negocio?

Rodrigo: La Universidad me está formando para ser una persona responsable y poder trabajar con intensidad, para realizar las decisiones que se deben tomar en un negocio.

Diego: Yo aplico las herramientas que me ha dado mi carrera; por ejemplo, la manera de hacer un plan de negocios, la visión de empresa, los objetivos y algunos hitos importantes que queremos lograr a corto, mediano y largo plazo. Todo eso lo hemos aprendido en la Universidad y lo estamos aplicando.