08 de Julio de 2015

El hombre desde la antropología estética

El 26 de junio la Dirección de Bienestar de la Universidad de Lima y Acción Universitaria organizaron la charla titulada “Del hombre light al zero: apuntes desde una antropología estética”, a cargo de Javier Rodríguez, teólogo que se desempeña como asistente general del Sodalicio de Vida Cristiana. Rodríguez, quien también es artista plástico, se ha desenvuelto en los últimos 15 años como docente y ha ocupado en ese tiempo los cargos de director del Centro Persona y Cultura y director del Centro Liderazgo para el Desarrollo de la Universidad Católica San Pablo.

El expositor empezó afirmando:

“En los últimos años se ha hablado y escrito mucho sobre los cambios culturales que se vienen dando en el mundo y en nuestro país, discusiones sobre temas como el aborto, uniones civiles entre personas del mismo sexo y la eutanasia no se han quedado en los países más posmodernos de nuestro planeta y generan tormentas en las redes sociales. Para unos esto representa un avance en lo social y un retroceso en lo humano”.

Además, fue categórico al afirmar que si el diálogo se concentra en lo esencial, que es un reto muy difícil, aún existe la esperanza de que prevalezca la razón sobre la fuerza. Pero para eso precisó que es importante preguntarse qué es lo realmente importante, a lo que respondió: “Lo esencial es el hombre, sus angustias, sus esperanzas y su situación en este mundo; lo que importa es el futuro que les dejamos a nuestros hijos”.

Novedosa reflexión 

El teólogo mencionó que “el hombre light” alude al conocido libro del psiquiatra español Enrique Rojas, donde figura una descripción del hombre occidental como un ser inseguro, hedonista, materialista y que se ha concentrado en el consumo. Sin embargo, advirtió que la publicación tiene varios años y en varios aspectos está desactualizada y por lo tanto desenfocada. “Quizá podríamos decir que en América Latina aún estamos percibiendo los ideales del hombre light, pero en el llamado primer mundo hace tiempo que ya nadie cree que vendrá un mundo mejor, eso ya está borrado del esquema cultural”, complementó.

Luego explicó por qué su presentación planteaba ese recorrido desde el hombre light al zero:

“Responde a un juego de palabras que hace alusión a tres cosas. Primero, al mundo de las bebidas dietéticas; segundo, aludo al ideal del número cero como expresión del nihilismo y el post humanismo que se viene con mucha fuerza; y tercero, me refiero a la Zona Cero de Nueva York, donde estuvieron las Torres Gemelas y que en la actualidad es un espacio vacío, un espacio cero, donde resuena una violencia casi infinita”.

También se explayó sobre el método empleado en su disertación, que señaló como una “novedosa reflexión cultural” que ha llamado “antropología estética”. Recordó entonces que la antropología es el estudio del hombre desde una disciplina particular, como la antropología filosófica lo hace desde la filosofía. Afirmó:

“Hoy vamos a acercarnos al ser humano desde la estética. La concepción del hombre moderno y posmoderno que se manifiesta en las artes visuales, mirar al hombre a partir de las imágenes que nos muestran los artistas. Una antropología estética es el análisis de la concepción del hombre a partir de la disposición de la materia en el espacio y el tiempo que hacen especialmente los artistas. Suena muy técnico pero es muy práctico, ya que es una actividad que hacemos todos los días al emitir un juicio sobre la realidad”.

Dos tipos de hombre desde el arte

A partir de su concepto de la antropología estética, Javier Rodríguez llevó a cabo un viaje por una estética del hombre nuevo y una estética del hombre post humano, a través de diversas obras de arte que permitieron analizar las características y valores de estos dos tipos de individuo. El expositor definió al hombre como aquel que nos prometió la modernidad que empezó en el siglo XVIII, si bien se hizo visible en el siglo XX; mientras que el post humano sería el hombre de nuestro tiempo.

Acerca del hombre nuevo, detalló:

“Las ideologías del siglo XX nos trajeron un mundo moderno, es decir, nuevo. Ese mundo prometió un hombre nuevo, un hombre feliz, un hombre que por la cuestión económica, el progreso, el desarrollo científico y la libertad moral sin límites iba a ser feliz. La gran promesa fue esa. Se nos prometió la venida de un universo racional gracias al abandono de la religión, el descarte de la filosofía y la opción por la edad de la ciencia”.

En cambio, en el caso del contexto en el que se desenvuelve el hombre post humano, manifestó:

“Desde la década de los cincuenta muere la modernidad y nace la posmodernidad. El paso de la modernidad a lo posmoderno significa el paso del inmanentismo racional al inmanentismo irracional. Inmanentismo es algo que permanece en sí mismo, algo inmanente, que es lo opuesto a lo trascendente. La modernidad nos prometió un inmanentismo racional, un mundo cerrado en sí mismo, un mundo con una lógica particular, que no necesita de Dios, y la sociedad va a desarrollarse sola. La razón nos iba a traer el paraíso en la tierra. Pero dado que fracasó esta razón no hemos cambiado de discurso, sino que hemos recurrido a un inmanentismo irracional. Estamos en un mundo en el que estamos cerrados en nosotros mismos pero de manera irracional, porque ya nadie cree en la verdad; por eso se impone la ley del más fuerte. En esta época posmoderna, podemos ver que la obsesión por el sexo o por el gozo infinito que puede traer esta experiencia se convierte en una obsesión por la destrucción del cuerpo”.

Oído a la humanidad 

Antes de finalizar la charla, Rodríguez aclaró que no quería despedirse sin brindar alguna luz de esperanza. Aseguró que “la chispa de la vida, la chispa de nuestro ser y de nuestra humanidad se rebela ante esta situación sin sentido”. Admitió además que había mostrado el camino por el que está avanzando la mayoría de artistas, así como los temas que desarrollan y denuncian, ya que ellos cuentan con un tipo de sensibilidad particular que les permite percibir los peligros para la humanidad antes que el resto de personas. Reflexionó entonces que “en la oscuridad las pequeñas luces se ven a mucha distancia”, y luego agregó:

“Creo que este es un tiempo de crisis pero también intelectual y culturalmente hablando es muy interesante, porque si aún confiamos en que el ser humano es un ser humano, posiblemente sea capaz de recuperarse como lo ha hecho otras veces. La pregunta más importante y el gran desafío es: ¿cómo hacer audible la humanidad al hombre de hoy?, ¿cómo hacer que el hombre de hoy sea capaz de escuchar su humanidad? Incluso en términos cristianos, ¿cómo hacer audible el evangelio, la voz de Jesús al hombre de hoy?”.